‘Mis pesadillas se volvieron realidad’: una exfiscal de los agresores de mujeres afganas lanza mensaje de auxilio
Negin comenta que envió solicitudes a varios países, pero que no obtuvo respuesta del Reino Unido. Ilustración: Guardian Design

Los talibanes arruinaron la infancia de *Negin con la prohibición de la educación de las niñas, sin embargo, ella superó el comienzo tardío de su educación para convertirse en una fiscal superior. El sistema judicial afgano era lento y con frecuencia corrupto, no obstante, brindaba a las mujeres cierta esperanza de escapar de los agresores y de ver a sus atormentadores encarcelados. Ahora teme que algunos de esos hombres, liberados el verano pasado tras una fuga masiva orquestada por los talibanes, busquen venganza.

Los talibanes ya habían afectado mi vida mucho antes de que tomaran el control de Afganistán este verano. Empecé a ir a la escuela hasta los 14 años, porque ellos estuvieron en el poder en los años 90 y no permitían que las niñas estudiaran. Cuando pude ir a la escuela, me gradué y fui a la universidad.

Hace más de cuatro años me nombraron fiscal para trabajar en casos de violencia y abusos domésticos. Este verano me ascendieron a fiscal principal de esta área, pero mi nuevo cargo solo duró siete días. Mis amigos estaban en mi oficina para felicitarme por mi nuevo puesto cuando los talibanes entraron a Kabul.

Siempre he estado en peligro porque mi trabajo consistía en investigar a los hombres que maltrataban a las mujeres. Aquellos que fueron condenados me culpan de haberlos metido en la cárcel, y debido a que los talibanes liberaron a todos los presos de Afganistán, ahora están libres y me persiguen para cobrar venganza.

Dejé mi casa y actualmente estoy escondida, aunque llevo cinco meses de retraso respecto a la renta de esta casa. La vida se vuelve cada vez más difícil. Vivo aquí con dos de mis hermanos, dos de mis hermanas y mis padres; aquí solo hay una habitación, sin cocina. Mi hermana cocina en una esquina.

No tengo la menor idea de qué hacer ahora, no puedo hacer planes para el futuro. Había pensado en buscar un taxi y trabajar como taxista, pero los talibanes no me lo permitirán. Estoy viviendo una pesadilla.

La primera noche después de la caída de Kabul comenzaron a llegar las llamadas de las amenazas. Los delincuentes empezaron a llamarme, diciendo: “¿A dónde vas a ir ahora? Tu sistema colapsó. Te encontraremos. Te decapitaremos“. Y otras amenazas muy aterradoras. No salgo de casa. Últimamente me siento tan deprimida que deseo la muerte.

Envié solicitudes a varios países. No obtuve respuesta del Reino Unido y hasta ahora solo he recibido un código de registro de Alemania, algo que no me da esperanzas.

Creí que contábamos con el apoyo internacional y que los gobiernos extranjeros no nos abandonarían, pero mis pesadillas se volvieron realidad.

Como se contó a Akhtar Mohammad Makoii

*Se cambió el nombre para este artículo.

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