¿Quién es un perro inteligente? Los científicos estudian los secretos de la cognición canina
El estudio de las habilidades de perros como Calisto, de seis meses, puede contribuir a esclarecer qué partes de la comunicación son exclusivas de los humanos. Foto: Sarah Lee/The Guardian

Es un frío día de invierno y estoy parada en una habitación viendo a mi perra mirar fijamente dos macetas. Estoy a punto de obtener la respuesta de una pregunta apremiante: ¿mi perrita es una chica lista?

Los perros han sido nuestros compañeros durante milenios, domesticados en algún momento entre 15 mil y 30 mil años atrás. Y el vínculo perdura: según las últimas cifras de la Asociación de Fabricantes de Alimentos para Animales de Compañía (PFMA), el 33% de los hogares del Reino Unido tiene un perro.

Sin embargo, además de desempeñar funciones que abarcan desde la detección de Covid-19 hasta el adorable pícaro de la familia, los científicos que investigan la forma en que los perros piensan, se expresan y se comunican con los humanos señalan que los perros también nos pueden enseñar sobre nosotros mismos.

Así que aquí me encuentro, en el centro de cognición canina de la Universidad de Portsmouth, con Calisto, la retriever de pelaje liso, y una bolsa llena de salchichas de frankfurt para averiguar cómo es posible.

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Los perros tienen dificultades con la idea de la ‘permanencia de los objetos’, sin embargo, parece que a Calisto le va bien en esta misión. Foto: Sarah Lee/The Guardian

Comenzamos con un ejercicio que nos recuerda superficialmente el juego de la taza y la pelota, preferido por los estafadores poco serios. Amy West, una estudiante de doctorado del centro, coloca dos macetas a unos metros de Calisto y parece poner algo debajo de cada una. No obstante, solo una de ellas contiene realmente un sabroso aperitivo.

West señala la maceta bajo la que se esconde la salchicha y yo suelto la correa de Calisto. La perrita se dirige en línea recta a la maceta correcta.

Pero, según la Dra. Juliane Kaminski, profesora de psicología comparada en la Universidad de Portsmouth, no se trata de algo inesperado.

“Los chimpancés son nuestros parientes vivos más cercanos, e ignoran por completo los gestos que les hacen los humanos”, comenta. “Pero los perros no lo hacen”.

Esto parece ser fruto de la domesticación, añade, ya que cachorros incluso más jóvenes que Calisto manifiestan la misma respuesta, mientras que los lobos no lo hacen, aunque hayan sido criados por humanos.

“Se seleccionaron los perros para que prestaran atención a nuestros gestos, a la información que proviene de nosotros”, explica.

Una cuestión clave, añade Kaminski, consiste en saber si los perros y los niños entienden los gestos de la misma manera.

“En cierto sentido, eso también nos ayuda a entender mejor nuestra propia especie“, señala, y añade que la comparación con otros animales -y, en particular, con los perros- puede contribuir a esclarecer los aspectos que son exclusivos de la comunicación humana.

En el siguiente experimento, Calisto observa cómo West coloca un trozo de queso debajo de una maceta y revela que la otra está vacía. Después, West intercambia las macetas.

El experimento analiza si los perros entienden la idea de “permanencia del objeto”, es decir, si se dan cuenta de que, en este caso, el premio se movió con la maceta.

“Hemos hecho esto con perros, en un grupo bastante grande de perros, y les cuesta trabajo”, dice Kaminski.

Calisto, sin embargo, elige la maceta correcta en tres de cuatro intentos. Kaminski se muestra prudente. Tal vez, comenta, Calisto estaba demasiado cerca de las macetas y podía oler el premio.

Aunque a muchos perros les resulta difícil este experimento, también ha aportado información. Algunos de los trabajos más conocidos de Kaminksi fueron con Rico, el border collie, un perro con una increíble capacidad para aprender los nombres de los objetos.

“Lo encontré en la televisión alemana, básicamente”, señala.

Al principio, Kaminski pensó que Rico estaba eligiendo los objetos correctos basándose en las señales de los humanos, algo parecido al caso de “Clever Hans”, un caballo que parecía tener una extraordinaria inteligencia.

No obstante, el trabajo de Kaminski reveló que Rico en verdad utilizaba la palabra hablada para seleccionar objetos específicos: aprendió los nombres de más de 200 artículos. Y no fue el único perro con esa capacidad, como lo han demostrado varios equipos de investigación con distintas razas.

Kaminski y sus colegas ahora buscan otros caninos de este tipo, lanzando recientemente un proyecto llamado “Finding Rico”.

“No espero que encontremos más de 50 perros en todo el mundo que puedan hacer esto”, dice Kaminski.

Pero, aunque Rico fue listo para aprender las etiquetas, Kaminski destaca que tuvo problemas con el concepto de permanencia de los objetos. Al parecer, la inteligencia de los caninos es compleja.

“No se trata de que pensemos que tenemos frente a nosotros un perro tipo Einstein que lo sabe todo”, comenta Kaminski. “Consideramos que tenemos perros que tienen una habilidad especial o un conjunto especial de habilidades que les permite ser muy buenos en el aprendizaje de etiquetas”.

La habilidad de Calisto parece ser la de poner ojos de cachorro. Aunque tal vez no sea sorprendente, ya que el trabajo de Kaminski también ha revelado que los perros realizan más expresiones faciales cuando alguien los está viendo, en particular levantando las cejas, lo cual hace que sus ojos parezcan más grandes. ¿Acaso se trata de una estrategia deliberada?

“Creo que tienen cierto control voluntario sobre eso”, responde Kaminski. “Pero no creo que hayan aprendido a adaptar en cierto modo su cara para conseguir una reacción específica de su dueño”.

Kaminski señala que el movimiento de sus cejas podría constituir algo que los humanos seleccionaron inconscientemente, tal vez porque hace que los perros parezcan niños. Entre otras investigaciones, ella y su equipo están investigando esta cuestión, incluyendo la posibilidad de que el movimiento tenga un significado particular para los perros.

¿El trabajo de Kaminski ha cambiado su opinión sobre la inteligencia canina? Ella señala que mientras algunas personas dicen que los perros son tan inteligentes como un niño de dos años, otras adoptan la postura contraria, sugiriendo que los perros son incapaces de pensar con flexibilidad.

“Supongo que se confirma una y otra vez que la verdad se encuentra en algún punto intermedio”, comenta Kaminski. “Y todavía nos encontramos en los inicios de la comprensión de lo que realmente entienden”.

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