La alta costura a la sombra de la muerte de Thierry Mugler
Thierry Mugler en la presentación de su colección de otoño/invierno 2001-2002 en París en 2001. Foto: Remy de la Mauvinière/AP

La inauguración de la semana de la moda de alta costura de París, que se anunciaba como un festivo regreso a los desfiles en vivo, se vio ensombrecida por la muerte de la leyenda de la moda Manfred Thierry Mugler.

El inesperado anuncio del fallecimiento de Mugler a los 73 años de edad supuso un dramático inicio para la semana más teatral de la moda. La alta costura produce espectaculares y acaparadores trajes de gala para la próxima temporada de alfombras rojas y para las fiestas más extravagantes del mundo. Los temas cotidianos de los dobladillos, de los que se encargan otras semanas de la moda, no tienen lugar aquí. Aunque la semana de la alta costura fue anunciada como una alegre celebración de la moda en vivo después de la pandemia, con el doble de desfiles presenciales programados en comparación la temporada pasada, la noticia de la muerte de Mugler, que ocurrió apenas unos días después de que un desfile de Louis Vuitton rindiera homenaje al difunto Virgil Abloh, convirtió el marcador de la música ambiental en agridulce.

Daniel Roseberry, el director creativo estadounidense que durante los dos últimos años sacó el nombre de Schiaparelli de los libros de historia de la moda y lo regresó a las portadas de Vogue, rindió homenaje a Mugler en su desfile. Una reciente visita a Thierry Mugler: Couturissime, una retrospectiva del diseñador que actualmente se desarrolla en París, “me hizo darme cuenta de lo mucho que absorbí de su obra de forma directa”, dijo Roseberry. “El legado (de Mugler) en la moda actual es tan vivo, en la manera en que creaba personajes en la pasarela. Esta es una noticia muy triste. Poder desfilar hoy, en un espacio que es casi como una iglesia, es un honor increíble”.

El sol invernal que inundó el esplendor de Beaux-Arts de la galería Petit Palais añadió un sublime resplandor a una muestra de atractivas curvas ensombrecidas acentuadas por piezas de oro pulido que son adornos, más que simples accesorios. Por ejemplo, un corsé de metal dorado en forma de reloj de arena, una bolsa de mano en forma de sillón en miniatura y con patas ornamentales, y unos aretes en forma de dientes molares del tamaño de los dientes de un dinosaurio. Delicadas esculturas de oro se balanceaban en el espacio alrededor de las modelos mientras caminaban por la pasarela, imitando las esculturas móviles de Alexander Calder. Los anteriores titulares del puesto de diseñador de Schiaparelli tuvieron problemas para gestionar una marca abrumada por su historia, pero Roseberry la revivió, no intentando alejarse del surrealismo, sino apoyándose firmemente en él, concretamente en una obsesión por las partes exageradas del cuerpo que conecta el arte vanguardista de los años 30 con la obsesión de Instagram por la perfección corporal filtrada.

En la pasarela de Roseberry no hay langostas, pero sí muchos dientes, pechos, orejas y dedos de los pies. “Cada vez que la gente se ve reflejada en la moda –especialmente viendo el cuerpo reflejado– existe una reacción visceral”, dijo el diseñador después de su desfile.

La colección de Schiaparelli, con su idiosincrásica visión del cuerpo humano, enfatizó la forma en que Mugler presagió la moda contemporánea y la cultura pop. Mugler dijo en una ocasión: “siempre me ha fascinado el animal más bello de la Tierra: el ser humano“, y su obsesión por el cuerpo no solo marcó sus desfiles, sino sus tres carreras. Mugler fue bailarín profesional de ballet antes de que se convirtiera en diseñador de moda, momento en el que rechazó las finas líneas de la bailarina en favor de una corsetería exagerada. Posteriormente, al separarse de su casa de moda, se convirtió en fisicoculturista de tiempo completo.

La presencia en primera fila de Kanye West en Schiaparelli, con un traje negro que le cubría todo el rostro y que, aunque técnicamente lo hacía anónimo, se ha convertido en una imagen característica que llama la atención, evidenció hasta qué punto la visión de Mugler sigue viva en la moda. Con pantalones, botas y chamarra de cuero a juego, la silueta totalmente negra de West evocó el look de Balenciaga de su exesposa Kim Kardashian que lució en la última Met Gala. Mugler fue un inconformista de la industria que rompió las reglas en todas las categorías, subiendo a su pasarela a una Ivana Trump recién divorciada en 1991 y consiguiendo su mayor éxito comercial no con un vestido, sino con la fragancia más vendida, Angel, que tiene notas de chocolate con leche derretido. Siguió creando piezas únicas durante mucho tiempo después de retirarse de la moda en su modalidad empresarial, y en 2019 vistió a Kardashian con un vestido de látex que pretendía aparentar que acababa de emerger del mar con una camiseta mojada.

Roseberry destacó las siluetas limpias y esculturales como rumbo para la próxima temporada de alfombras rojas. Describiendo el año pasado como “una especie de sensibilidad de diosa de la discoteca”, comentó que estaba “cansado de los vestidos de gala, cansado de los volúmenes. Quiero ver algo de piernas”.

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