El primer ministro de Perú deja el cargo tras las acusaciones de violencia doméstica
Héctor Valer posa para una fotografía después de que el presidente de Perú, Pedro Castillo, lo nombrara primer ministro en Lima el 1 de febrero. Foto: Reuters

El primer ministro peruano, Héctor Valer, confirmó el sábado que renunciará a su cargo apenas cuatro días después de haber sido nombrado para el mismo, a raíz de las acusaciones de haber golpeado a su hija y a su difunta esposa.

El viernes, el presidente Pedro Castillo anunció que volvería a reorganizar su gabinete, después de solo tres días, en medio de la condena generalizada por el nombramiento de Valer como primer ministro.

El sábado no hubo señales de cuándo se podría llevar a cabo la reorganización. Castillo debe nombrar su cuarto gabinete en apenas seis meses de gobierno, mientras Perú se tambalea al borde de un vacío de liderazgo y existen peticiones para que el exmaestro de educación primaria rural renuncie.

Utilizando un lenguaje combativo, Valer acusó a la derecha política de forzar su renuncia basándose en falsas acusaciones de violencia doméstica.

“Las denuncias presentadas en mi contra están basadas en mentiras”, dijo, visiblemente enojado. “Llegué para dejar una gota de sangre en apoyo a la construcción de este gobierno”.

El martes, horas después del nombramiento de Valer, salieron a la luz informes policíacos de 2016 en los que su hija y su difunta esposa lo acusan de violencia de género.

Una de las denuncias presentadas por su hija de 29 años que fue vista por The Guardian detallaba que “la abofeteó, le dio puñetazos y patadas en la cara”, además de jalarle el cabello. Valer negó las acusaciones y dijo que las denuncias eran falsas.

De acuerdo con la Constitución peruana, cuando renuncia el primer ministro, todo el gabinete debe hacer lo propio hasta que se nombre un sustituto y se elija un nuevo equipo ministerial.

Los grupos de defensa de los derechos de la mujer protestaron contra el nombramiento de Valer, y tres colegas ministros también pidieron su renuncia. El ultraconservador Valer -que se opone a la educación sexual y tiene antecedentes de comentarios sexistas- entró como legislador a un partido de extrema derecha antes de cambiarse a un partido que apoyaba a Castillo.

Castillo, miembro del partido marxista-leninista Perú Libre, se ha inclinado cada vez más hacia la derecha desde que asumió el cargo en julio pasado.

Aunque supuestamente es de la izquierda, antes de tomar posesión de su cargo expresó opiniones socialmente conservadoras que se oponían a los derechos LGBTQ, al aborto legal y a la educación sexual, que no diferían mucho de las de sus oponentes de extrema derecha.

Las sospechas sobre sus credenciales izquierdistas se avivaron aún más cuando fue fotografiado riendo y sonriendo con el presidente brasileño de extrema derecha Jair Bolsonaro, que en cierto momento usó el característico sombrero de ala ancha de Castillo, en una reunión bilateral el jueves.

En un discurso nacional pronunciado el viernes, Castillo acusó al Congreso y a sus exministros de “alimentar la inestabilidad y la incertidumbre política”, pero no mencionó las acusaciones contra Valer.

Sin embargo, los analistas señalan una crisis de liderazgo para el presidente que nunca antes ha ocupado un cargo público.

“La presencia de Pedro Castillo en el gobierno es el principal problema”, dijo Fernando Tuesta, profesor de ciencias políticas de la Pontificia Universidad Católica de Lima.

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