Reseña de la segunda temporada de ‘Bridgerton’: regresa con menos diversión y mucho menos sexo

¡Una nueva temporada! Una oportunidad para volver a empezar el juego, con algunos jugadores desconocidos, pero con las mismas reglas. De la misma forma que para la alta sociedad del Londres del siglo XIX, que chismorrea sobre qué jóvenes ricos van a cortejar a qué atractivas damas en los eventos sociales de este año, también lo es para una serie de televisión de gran éxito en su regreso, encargada de ofrecer lo mismo, pero diferente. Los guionistas de Bridgerton, el drama de época de Netflix, destrozan y se divierten con algunos deliberados juegos de palabras mientras sus personajes pasan el primer episodio de la segunda temporada preguntándose qué les deparará esta “nueva temporada”.

¿Qué nos depara? Para empezar, un nuevo protagonista, como en los libros en los que se basa de Julia Quinn, que tratan sobre cada uno de los ocho hermanos Bridgerton. La hija mayor, Daphne, ahora está casada y casi completamente ausente, por lo que la presión recae sobre el hijo mayor, Anthony, vizconde Bridgerton (Jonathan Bailey), para que se encargue de elegir a la mejor mujer de la ciudad y la convierta en vizcondesa. Antes de lanzarse de nuevo al carrusel de bailes, fiestas y recitales, conoce a Kate (Simone Ashley), una intrigante desconocida con la que comparte una provocativa discusión verbal, el tipo de encuentro que realmente lo excita. Dejando debidamente de lado eso, acude al primer baile de la temporada y le presentan a Edwina (Charithra Chandran), una joven impresionantemente capaz que pronto es señalada como la prometida ideal para un hombre de la talla de Anthony. Intenta adivinar quién es la hermana mayor de Edwina.

No hace falta haber consumido un exceso de novelas costumbristas para saber cómo se desarrollará el triángulo amoroso entre Anthony, Kate y Edwina, algo que no ayuda a afrontar el reto que supone la segunda temporada. Bridgerton sigue siendo más dulce y efervescente que los dramas de época rivales, con sus pícaros anacronismos y su reparto racialmente diverso que hace que otros chalecos estilo buster no solo estén ambientados en el pasado, sino que estén atrapados en él. Sin embargo, ahora se esperan esas cosas, en lugar de ser una agradable sorpresa como lo fueron cuando se estrenó la serie en 2020. Sabemos a grandes rasgos lo que nos espera, así que es una pena que, en el caso de esta narración principal, sepamos exactamente lo que nos espera. Lo que se conocerá como la escena del “ataque de pánico a causa de las abejas” es uno de los intentos menos exitosos de amenizar algunos puntos obvios de la historia.

También nos quedamos sin los equivalentes de las célebres escenas de sexo de la primera temporada, que, además de ser inusualmente explícitas para el género y de estar notablemente centradas en la experiencia femenina, se sentían como una parte integral de la trama, no como simples higos glaseados sobre una gran confitería. Eran producto del romance original, entre Phoebe Dynevor como Daphne y la estrella, tristemente retirada de la serie, Regé-Jean Page como el intenso duque de Hastings, que era algo embriagador, sensual e impetuoso, es decir, el amor juvenil. Pero ahora nos encontramos con una historia de emociones que chocan con las responsabilidades que es más adulta y simplemente no es tan divertida.

Esto no quiere decir que los placeres de Bridgerton se hayan disipado. Sigue siendo divertido comprobar que la sección de cuerdas en el fondo está tocando versiones de You Oughta Know, Material Girl o, cuando la reina otorga a la debutante más codiciada el título de “diamante”, Diamonds de Rihanna. Los jardines son exuberantes, las casas son colosales y hay algunos paseos a caballo increíbles por el parque. Adjoa Andoh sigue sobresaliendo como Lady Danbury, la dama que todo lo ve en la escena y que es más regia que la propia reina, y que es el tipo de experta amistosa y dura en torno a la cual suelen desarrollarse los buenos dramas de época.

La subtrama continua sobre un escandaloso folleto de chismes escrito por la inexistente Lady Whistledown también tiene nueva fuerza, a raíz de que el final de la primera temporada confesara a la audiencia quién es esta pimpinela periodística. Ahora podemos observar cómo intentan evadir ser detectados, mientras se enfrentan al poder que ejercen. No todos los arcos argumentales más pequeños contribuyen de forma tan eficaz, pero uno de ellos que sí lo hace es el de Eloise, una rechazada de la sociedad cuya curiosidad intelectual la lleva a vivir un romance más allá de las fronteras de clase, materializado por una encantadora visión del tema de dos personas que dicen amarse sin decir que se aman. En el papel de Eloise, Claudia Jessie sigue siendo la presencia más divertida en una serie a la que le vendría bien un poco más de comedia pura y un poco menos de descaro.

En la escena final, mientras los jugadores se reúnen para los fuegos artificiales en el césped para celebrar otra serie de cabos sueltos bien atados, Bridgerton se encuentra en buena forma y está listo para lo que sin duda serán muchas más temporadas. La próxima vez, sin embargo, tendrá que esforzarse más para parecer novedosa.