Bruce Willis es una estrella de acción capaz de conmover el corazón
Bruce Willis en Duro de matar (1988). Foto: 20th Century Fox/Allstar

La noticia de la retirada de Bruce Willis por motivos de salud conlleva su propio tipo de tristeza. Ciertamente, en los últimos años ha realizado algunas películas de dudosa calidad, hace poco me senté a ver un thriller de acción bastante lamentable llamado Fuera de la justicia, con Bruce en su zona de confort como el policía retirado que tiene que enfrentarse a una situación aterradora.

Pero incluso en ese caso, la presencia de Willis, fríamente amable, ligeramente despectiva y siempre preparada para la batalla, aportó un poco de vinagre, muy necesario, a la insipidez. Y con frecuencia, en muchos tipos de películas diferentes, Bruce Willis ha sido el comodín, o, en realidad, el as bajo la manga-.

Ha sido el arquetípico hombre con calvicie de patrón masculino y supertestosterona, el tipo que hizo que vestir un chaleco -no una playera, un chaleco- se convirtiera en algo icónico. A pesar de ser el rebelde con el detector de tonterías en alerta máxima, Bruce con frecuencia ha sido considerado una figura de autoridad. (Cuando leí por primera vez el texto libertario de PJ O’Rourke, Republican Party Reptile, pensé en Willis).

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Willis en Duro de Matar. Foto: Archive Photos/Getty Images

Para todos nosotros, él siempre será el legendario policía guerrero inconformista John McClane en Duro de Matar, que salva a su esposa separada de él en un alto edificio de oficinas en Navidad (tal vez salvando la misma Navidad) con ese extraño grito de guerra: “¡Yippee-kai-ay, hijo de la chingada!”, y dándole una paliza completamente americana a los repugnantes terroristas eurobritánicos como Alan Rickman y Jeremy Irons.

Pero qué actuación tan magníficamente sutil y amable como el Dr. Malcolm Crowe, psicólogo infantil, en El sexto sentido, de M Night Shyamalan, profundamente perturbado por el estado de su matrimonio y lidiando con el caso más preocupante de su carrera, el niño interpretado por Haley Joel Osment que afirma inquietantemente tener ciertas visiones. De alguna manera, el giro final de la película no merma a Willis, que mantiene una franca dignidad humorística en todo momento.

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Willis y Olivia Williams en El sexto sentido (1999). Foto: Buena Vista/Allstar

En la comedia de Wes Anderson, Moonrise Kingdom – Un reino bajo la luna, interpreta a otro policía, el capitán Sharp, un oficial de un pueblo que habla en voz baja y que tiene que representar a los niños de la tropa local de scouts en el grupo de búsqueda cuando dos jóvenes amantes desaparecen. Es una interpretación tan encantadora y amable, quizás mi favorita de él.

Sin embargo, en lo que respecta al impacto, no puede igualar a su Butch Coolidge en Pulp Fiction de Quentin Tarantino: el contundente boxeador con recuerdos problemáticos de su infancia que se las ingenia para matar al sicario enviado a matarlo por ganar una pelea en la que lo habían sobornado, y después rescata al tipo que quiere matarlo de sufrir un destino horrible.

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Willis y Maria De Medeiros en Pulp Fiction (1994). Foto: Miramax/Allstar

Willis, el tipo duro de cabello gris con sentido del humor, es el único actor que podría haber desempeñado este papel sumamente extraño e incluso dotarlo de simpatía e incluso del encanto de los desfavorecidos.

Es una pena para todos nosotros que Willis no vaya a aceptar más papeles cinematográficos. Es como ver que una gran estrella del deporte de repente se lesiona o que una tienda de sándwiches decide retirar uno de sus sabores más deliciosos. Lo único que podemos hacer es desearle todo lo mejor a Bruce y a su familia para que tengan una feliz jubilación.

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