Biden tiene que empezar a perseguir a las grandes corporaciones si quiere volver a ganar

A medida que Estados Unidos se arrastra hacia las elecciones de mitad de mandato, usted necesita un mensaje económico que celebre sus logros hasta la fecha –la creación de empleos y el aumento de los salarios–, pero que también señale los principales abusos de poder económico que aún persisten en el sistema, que fomentan la inflación y amplían la desigualdad.

Debe poner estos 10 hechos indiscutibles en el foco de atención:

• Los beneficios de las empresas se encuentran en el nivel más alto de los últimos 70 años. Sin embargo, las empresas están aumentando sus precios.
• No están aumentando los precios debido a los crecientes costos de suministros y componentes y de la mano de obra, los cuales son reales pero previsibles cuando una economía pasa repentinamente de un congelamiento inducido por una pandemia a satisfacer las crecientes demandas de los consumidores que están saliendo de la pandemia. Las empresas que disfrutan de beneficios récord en una economía competitiva y sana absorberían estos costos.
• En cambio, están transfiriendo estos costos a los consumidores en forma de precios más altos. En muchos casos están aumentando los precios superiores a esos incrementos de costos, utilizando la cobertura de la inflación para aumentar aún más sus márgenes de ganancias.
• Lo hacen porque tienen poca o ninguna competencia. Si los mercados fueran competitivos, las empresas mantendrían sus precios bajos para evitar que los competidores les arrebaten clientes. Como indicó el Consejo Económico Nacional de la Casa Blanca en un informe de diciembre: “Las empresas que se enfrentan a una competencia significativa no pueden (mantener altos márgenes de ganancias y transferir los costos más altos a los consumidores), porque perderían negocios frente a un competidor que no hubiera aumentado sus márgenes”.
• Desde la década de 1980, dos tercios de todas las industrias estadounidenses se han vuelto más concentradas. Esta concentración les da a las empresas el poder de aumentar los precios porque les facilita coordinar informalmente el aumento de precios con el grupo de otras empresas de su misma industria, sin arriesgarse a la posibilidad de perder clientes, que no tienen otra opción.
• Las empresas están utilizando estas ganancias casi récord para impulsar los precios de las acciones adquiriendo nuevamente una cantidad récord de sus propias acciones. (Las recompras reducen las acciones pendientes de una empresa, lo cual eleva su cifra de ganancias por acción). Las recompras de acciones alcanzaron un nuevo récord el año pasado. En lo que va de este año, están en vías de superar ese récord. En los dos primeros meses de 2022, las empresas del S&P 500 revelaron autorizaciones para readquirir 238 mil millones de dólares en acciones, un ritmo récord, según Goldman Sachs, que prevé recompras de un billón de dólares este año, un máximo histórico. Chevron realizó recompras de acciones valoradas en 1.4 millones de dólares y gastó 500 millones de dólares más en dividendos para los accionistas en comparación con el año 2020. Este año, los gigantes del petróleo tienen previsto readquirir al menos 22 mil millones de dólares más.
• La mayoría de los trabajadores estadounidenses prácticamente no han tenido un aumento salarial en 40 años (ajustado a la inflación). Aunque las empresas recientemente concedieron aumentos salariales en respuesta al aumento de la demanda posterior a la pandemia, estos aumentos se han visto casi completamente erosionados por el incremento de los precios. Por una parte, las empresas conceden aumentos salariales para atraer o mantener a los trabajadores y, por otra, eliminan esos aumentos mediante el incremento de los precios. En un momento en el que las empresas obtienen ganancias casi récord, cabría esperar que las empresas pagaran los salarios más altos con sus ganancias en lugar de transferirlos a los consumidores en forma de precios más elevados. Pero no es así. El mercado laboral no se encuentra “insalubremente” apretado, como afirma Jerome Powell; las empresas están insalubremente gordas. Los trabajadores no tienen demasiado poder; las empresas sí.
• Como resultado de todo esto, los ingresos y la riqueza están siendo redistribuidos de forma ascendente partiendo de los trabajadores promedio (de los cuales muchos viven al día) hacia los CEOs y accionistas, incluyendo las personas más ricas de Estados Unidos. Los multimillonarios se hicieron 1.7 millones de dólares más ricos durante la pandemia. La remuneración de los directores ejecutivos (basada en gran medida en el valor de las acciones) ahora se encuentra en una proporción récord de 350 a 1 en relación con el salario promedio.
• Las personas ricas de Estados Unidos actualmente pagan una tasa impositiva más baja que la de la clase trabajadora. Algunos no pagan ningún impuesto.
• Las grandes corporaciones han acumulado una cantidad sustancial de poder político, con el que han frenado la reducción de los precios de los medicamentos, han impedido el aumento de los impuestos corporativos y han acumulado un bienestar corporativo sin precedentes.

En resumen, aunque la economía estadounidense se está recuperando satisfactoriamente de la recesión, el creciente desequilibrio del poder económico es malo para la mayoría de los estadounidenses y para la economía en general. Es necesario afrontarlo mediante (a) una aplicación más estricta de la legislación antimonopolio, (b) un impuesto temporal sobre las ganancias inesperadas, (c) mayores impuestos para los ricos y las empresas, (d) la prohibición de las recompras por parte de las empresas, (e) el fortalecimiento de los sindicatos, y (f) la reforma del financiamiento de las campañas para eliminar el gran dinero de la política.

Usted tiene una oportunidad crítica para redefinir la conversación nacional como debe ser presentada – en torno a estos abusos cada vez más graves del poder económico por parte de las grandes corporaciones y los súper ricos. Los republicanos se han vuelto vulnerables porque no tienen ninguna respuesta para esto. Creen que sus “guerras culturales” distraerán a la población de lo que está ocurriendo.

Esto no es y no debería ser una cuestión partidista. Los trabajadores estadounidenses promedio –de los cuales muchos votaron por Trump en 2016 y 2020– se están viendo perjudicados.

Robert Reich, exsecretario de Trabajo de Estados Unidos, es profesor de políticas públicas en la Universidad de California en Berkeley y autor de Saving Capitalism: For the Many, Not the Few y The Common Good. Su nuevo libro, The System: Who Rigged It, How We Fix It, ya está a la venta. Es columnista de The Guardian US. Su boletín informativo se encuentra en robertreich.substack.com.