La nueva fase de la guerra en Ucrania no trae consigo una ruta obvia para el fin de los combates
Maquinaria militar rusa destruida en la carretera entre Kiev y Zhytomyr. Rusia se vio obligada a abandonar su intento de capturar Kiev. Foto: Maxym Marusenko/NurPhoto/REX/Shutterstock

¿Cómo terminará la guerra en Ucrania? Por el momento es algo muy poco obvio, y por ello ambos bandos se están preparando para una prueba de fuerza en el Donbás después de que Rusia se vio obligada a abandonar su intento de capturar Kiev.

La actual actividad militar de Rusia parece respaldar lo que en realidad son objetivos de guerra reducidos: atacar la totalidad de las provincias de Donetsk y Luhansk reclamadas por las denominadas repúblicas separatistas, ambas reconocidas por Vladimir Putin justo antes de que estallara la guerra.

Un convoy de 12 km, detectado el viernes por imágenes de satélite, a 80 km al este de Kharkiv, probablemente se dirija a Izyum, evocando una vez más una de las primeras imágenes de la guerra. Las fuerzas rusas han estado intentando, ya desde hace varios días, avanzar desde Izyum hacia el sur, en dirección a Slavyansk, pero hasta ahora no han logrado grandes progresos.

Tracey German, profesora del departamento de estudios de defensa del King’s College de Londres, señaló que es posible que Rusia ya haya aumentado el número de batallones en el este de Ucrania “de 30 a 40 en los últimos días”, y que un solo frente “puede ser más alcanzable y le podría proporcionar a Putin algo que pueda ser descrito como una victoria”.

En Occidente se cree que Rusia puede “duplicar o incluso triplicar” sus fuerzas en el Donbás, lo cual podría suponer un cambio decisivo a favor de Moscú. Rusia ya ha intensificado las operaciones preliminares, bombardeando las líneas de suministro más rápidas de las fuerzas atrincheradas en la zona.

El aeropuerto de Dnipro, la ciudad más grande detrás de las líneas defensivas, quedó destruido por un ataque ruso durante el fin de semana, según reconoció el gobernador local, mientras que el cruel bombardeo con misiles del viernes contra la estación de tren en Kramatorsk, un ataque en el que murieron más de 50 personas, también pretendía interrumpir la maniobrabilidad ucraniana.

El problema de Moscú consiste en saber si sus ya mermadas fuerzas pueden llevar a cabo la tarea: entre 37 y 38 de sus batallones son “inefectivos en combate” después de haber sido hostigados en los alrededores de Kiev, Chernihiv y Sumy, según un cálculo de los servicios de inteligencia occidentales realizado el lunes. Esto deja a Moscú con una fuerza de combate total de alrededor de 90 batallones. En su máximo potencial, cada batallón debería contar con aproximadamente 800 soldados.

En otro lugar del este, las fuerzas rusas cada vez están más cerca de tomar el control de Mariúpol, dividiendo la ciudad en dos el domingo, según el Instituto para el Estudio de la Guerra, con un alto costo para los atacantes y un costo mucho más temible para sus ciudadanos.

Hay decenas de miles de muertos“, calculó el presidente de Ucrania, Volodímir Zelenski, el lunes, en un discurso ante el Parlamento de Corea del Sur, aunque la sombría lucha por el control de la ciudad portuaria le ha demostrado en mayor medida a Moscú que no puede capturar más centros de población de Ucrania sin que sus propias fuerzas sufran grandes bajas.

Para Ucrania, el problema de la fase actual es grave, aunque no ya existencial. Kiev ha demostrado que puede organizar contraataques eficaces contra las sobreextendidas fuerzas mecanizadas rusas con armas antitanque occidentales, pero sus fuerzas también están agotadas y no han sido capaces de hacer retroceder demasiado a los rusos, si es que lo han hecho, en el sur y el este.

Su objetivo, en primer lugar, será intentar frenar el avance ruso, para evitar que sus fuerzas se vean rodeadas en el Donbás, y en su lugar reducir a Rusia a algo parecido a un estancamiento, ya que ambas partes se agotan cada vez más después de lo que serían más de dos meses de lucha.

Pero esto dejaría a Ucrania en gran medida aislada del mar, y a Rusia con un puente terrestre desde Donetsk hasta Crimea. Es posible que Ucrania no esté desmilitarizada como exigía Putin, sin embargo, su economía está devastada, con una caída calculada en un 45% este año, según el Banco Mundial.

No obstante, el presidente Zelenski ha exigido en repetidas ocasiones más y mejores armas a Occidente con la esperanza de transformar el estancamiento en victoria. Hasta ahora, lo que se ha ofrecido -–al menos en público– no es suficiente para cambiar la balanza militar, como una docena de tanques T-72 procedentes de la República Checa, 10 drones Switchblade 600 de Estados Unidos o 120 vehículos blindados del Reino Unido.

La cuestión para Occidente, para quien Ucrania está luchando efectivamente en una guerra de poder, consiste en aumentar los suministros para que Kiev pueda cambiar el rumbo de la situación en tierra, obligar a las fuerzas rusas a salir de Kherson, cerca de la desembocadura del río Dniéper, en el sur, y expulsar a los invasores en otras partes del Donbás.

La negativa a suministrar aviones de combate de diseño ruso por parte de los miembros del bloque oriental de la OTAN sugiere que Estados Unidos, en particular, se siente nervioso no solo de provocar a un Kremlin imprevisible, sino también de alterar demasiado el equilibrio. Un punto crítico podría ser la posibilidad de que Polonia pueda suministrar los 100 tanques T-72 rusos que tiene en su arsenal.

Puede tratarse de un equilibrio difícil de alcanzar. ¿Quieren los aliados occidentales de Ucrania frustrar los esfuerzos de Putin, o simplemente intentar suministrar suficientes armas con la esperanza de forzar el retorno a las posiciones anteriores al estallido de la guerra el 24 de febrero? Si Ucrania se encontrara en una posición militar más fuerte, Kiev podría intentar recuperar los territorios del Donbás ocupados desde 2014, donde la defensa de Moscú podría ser más férrea.

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