Un brote de tuberculosis en el Ártico canadiense deja al descubierto las condiciones de hacinamiento
Vista general de Iqaluit, Nunavut. El gobierno de Nunavut invierte alrededor de 10 millones de dólares canadienses al año solo en tratamiento, pero señala que los costos de prevención y erradicación son mucho mayores. Foto: Stéphane Mahé/Reuters

Un brote de tuberculosis registrado en el Ártico canadiense ha provocado la frustración de una remota comunidad inuit y ha evidenciado la persistencia de una enfermedad que ha sido ampliamente erradicada en el resto del país.

El brote también deja al descubierto las deplorables condiciones de vida y el hacinamiento existentes en muchas comunidades del Ártico, a pesar del estatus de Canadá como uno de los países más ricos del mundo.

Las autoridades del territorio de Nunavut indican que hay 31 casos de tuberculosis activa en la aldea de Pangnirtung, una comunidad de mil 500 habitantes en la isla de Baffin. También se han registrado otros 108 casos de tuberculosis latente, es decir, una manifestación de la enfermedad que pone a los pacientes en riesgo de desarrollar una forma activa de la enfermedad respiratoria en el futuro y que puede ser resistente a las vacunas.

La tuberculosis, una de las principales causas de muerte en Norteamérica en el siglo XX, es provocada por la bacteria contagiosa Mycobacterium tuberculosis, que ataca principalmente los pulmones. Puede causar fiebre y, en algunos casos, tos crónica con sangre. El brote en Nunavut es el peor registrado desde 2017, cuando una adolescente murió a causa de la enfermedad.

Las autoridades del territorio se habían resistido hasta entonces a compartir datos precisos con los residentes y los medios de comunicación. El jueves publicaron datos que mostraban la magnitud del brote.

“Nos deberían haber proporcionado la información con regularidad para empezar”, señaló el alcalde de Pangnirtung, Eric Lawlor, al Globe and Mail. “Esto es más preocupante que el Covid-19, en realidad”.

El gobierno de Nunavut invierte alrededor de 10 millones de dólares canadienses al año solo en tratamiento, no obstante, señala que los costos de prevención y erradicación son mucho mayores.

Debido al hacinamiento crónico en los hogares, la pobreza y la falta de acceso a la atención médica, el índice promedio anual de tuberculosis entre los inuit es 290 veces mayor que el de las personas nacidas en Canadá y no indígenas, según los datos de un informe de 2018 de la Public Health Agency of Canada (Agencia de Salud Pública de Canadá).

En 2020, se registraron 72.2 casos activos de tuberculosis por cada 100 mil habitantes entre la población inuit, según la agencia de salud pública. El índice nacional de casos es de 4.7 por cada 100 mil personas.

El brote, aunque ha preocupado a las autoridades de salud, también ha constituido un duro recordatorio de las preocupantes relaciones históricas de la región con la enfermedad.

Los pueblos indígenas, incluidos los inuit, fueron sujetos de prueba no voluntarios de vacunas experimentales contra la tuberculosis a principios de la década de 1930. Dicho tratamiento es objeto de una demanda colectiva.

A partir de los años 40, los inuit fueron separados de sus familias y llevados a sanatorios para tratar la tuberculosis en el sur de Canadá.

Muchos vivieron en las instalaciones durante años, y con frecuencia no se les informaba a sus familiares sobre su paradero o sus condiciones, incluso cuando morían. La práctica se prolongó hasta la década de 1960.

El trato dispensado a los inuit fue objeto de una disculpa por parte de Justin Trudeau en 2019.
“Durante demasiado tiempo, la relación del gobierno con los inuit se caracterizó por una doble moral y un trato injusto y desigual”, señaló el primer ministro.

El año anterior, Trudeau se comprometió a eliminar la tuberculosis en la región para el año 2030, una promesa que parece poco probable que vaya a cumplir, ya que los índices de la enfermedad han cambiado poco desde su promesa. Aunque el coronavirus ha retrasado los planes de erradicación, los críticos señalan que la insuficiencia del financiamiento político y gubernamental también es la responsable.

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