Enigmática, transgresora, alegremente queer: la película de culto de los 70 que nunca has visto
Un laberinto de extravagantes atracciones... Pandora en Luminous Procuress de Steven Arnold. Foto: Ingeborg Gerdes

Los últimos años de la década de 1960 y los primeros de la de 1970 fueron una época fecunda para el cine estadounidense, aunque no todas las películas revolucionarias de ese periodo han alcanzado el estatus consagrado de Calles peligrosas o Malas tierras. Una, al menos, ha estado perdida durante casi medio siglo. Surgida de la escena contracultural de Haight-Ashbury en San Francisco, Luminous Procuress es un viaje enigmático, transgresor y alegremente queer hacia el estado divino de la iluminación que acecha más allá de lo carnal. Y eso no se puede decir de El Padrino.

El primer y único largometraje de Steven Arnold atrajo la atención de Andy Warhol y Salvador Dalí, y parecía asegurarle el camino hacia la grandeza cinematográfica. Comienza con dos jóvenes y apuestos ingenuos, uno de ellos con un estupendo traje de cuerpo completo de color champiñón, que son recibidos en la lujosa casa modernista de la Procuress (alcahueta). Interpretada por Pandora, la amiga de Arnold, con densas pestañas y una peluca rosa horizontal con forma de yugo de ordeñadora, es su guía en un laberinto de extravagantes atracciones. En un cuarto, encuentran las secuelas agotadas de una orgía; en otro, la hirsuta compañía de drags de San Francisco, las Cockettes, se pasean por el escenario con los rostros pintados, posando con bolsas y pechos con forma de piña mientras un payaso hace girar la palanca de una caja de música. Estos mismos artistas se visten después de monjas y obispos para juguetear traviesamente antes de una buena pelea de comida a la antigua. A la vieja escuela, es decir, si no hubieran tomado LSD poco antes de que comenzaran a grabar las cámaras.

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Una Cockette en Luminous Procuress. Foto: Ingeborg Gerdes


Sería poco sincero afirmar que el público moderno no habrá visto nada parecido a Luminous Procuress, que se estrenó de forma breve en 1971 y que acaba de salir en Blu-ray. Cualquiera que esté mínimamente familiarizado con las películas de Kenneth Anger, John Waters, Curt McDowell y George Kuchar reconocerá inmediatamente que Arnold predica a los pervertidos. Era plenamente consciente de la tradición en la que se movía. Cuando se le preguntó si consideraba a Cocteau una influencia, respondió: “¡Yo soy Cocteau!”

Sin embargo, en el momento en que se realizó la película, existía relativamente poco contenido en el cine contemporáneo con el que pudiera compararse. “En cierto modo, es una especie de reliquia”, comenta Steve Seid, excurador de medios del Museo de Arte de Berkeley y del Pacific Film Archive. “Pero aparte de algunas cosas como Flaming Creatures de Jack Smith y alguna que otra película de Genet, no había casi nada que hablara de forma tan abierta de un mundo polisexual. Hombres con hombres, mujeres con mujeres, mujeres con hombres, ¡es un popurrí sexual!”. La intención de Arnold, tal como lo expresó en su propuesta original para la película, era “crear una fantasía sexual que estimule a todos los espectadores, independientemente de sus preferencias sexuales”

La reputación de la película la precedió durante muchos años, aunque solo fuera porque no había forma de ver una copia: había sido retirada de los distribuidores, y su paradero era un misterio. “En el área de la Bahía, era legendaria”, comenta Seid. “Existía más como un fantasma que como cualquier otra cosa. Se decía que era innovadora, pero ¿quién sabía en qué sentido? Los vestigios que vi a lo largo de los años solían ser archivos piratas deteriorados que circulaban por internet”.

El trabajo de investigación de Seid lo condujo en 2014 a Harry Tsvi Strauch, propietario de una tienda situada en el distrito de Haight-Ashbury, quien junto con su esposa Hyla financiaron Luminous Procuress, y que todavía eran propietarios de todo el material. La película surgió de una discusión nocturna en 1970 entre los Strauch y Arnold, que había estado diseñando escaparates para la galería folclórica y la boutique hippie de la pareja después de graduarse en el San Francisco Art Institute.

“Steven dijo: ‘Hagamos una película artística erótica porque no hay nada en el mercado'”, me cuenta Strauch. “Estaba I Am Curious Yellow, pero eso era de género erótico. Nosotros queríamos mostrar todo. Mi esposa y yo decidimos que reuniríamos los fondos para hacer la película”. Entre los inversionistas de la película, explica Strauch, había alguien de alto rango perteneciente a la empresa de moda de corbatas Ernst, así como “un dentista nuestro, que trabajó en muchas de las dentaduras de los famosos hippies aquí en el barrio”. ¿El propio Strauch se aventuró alguna vez en el set? “No. Steven vivía en un enorme almacén en el distrito de Mission, que es el lugar donde se filmó la mayor parte de la película. Nosotros aportamos el dinero y los materiales psicodélicos para la mente, pero le dejamos el resto a él”.

Pronto se evidenció que las virtudes estéticas del reparto no coincidían con su talento interpretativo. “Estas personas eran esculturales, hermosas y elegantes”, comenta Seid. “Pero no sabían interpretar un diálogo”. Tampoco había aislamiento acústico en el almacén: “Cada vez que pasaba un autobús por la calle, lo podías escuchar en la película”. Era necesario aplicar un enfoque sonoro radical. El músico experimental Warner Jepson compuso no solo la efervescente partitura del sintetizador, en la que los pitidos y chirridos robóticos emergen entre el ruido electrónico como burbujas de champaña, sino también el ininteligible lenguaje que se escucha en la banda sonora cada vez que los intérpretes abren la boca para hablar. Puede que se trate de cine de vanguardia, no obstante, los fans de Pingu o los Clangers se sentirán como en casa.

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‘Es una especie de reliquia’… Luminous Procuress. Foto: Ingeborg Gerdes

Un elemento que parece desentonar vagamente con el resto de la película es la escena de sexo duro heterosexual. Los organizadores del festival de cine de San Francisco de 1971 solicitaron que se oscureciera esta escena antes de poder proyectar la película. Los niveles de color fueron restaurados para la edición en Blu-ray, aunque todo parece ser simple en comparación con los platillos más exóticos del menú.

Los rumores dicen que Strauch fue el único que insistió en este interludio, insertándolo en la película sin el consentimiento de Arnold. “¡Eso es mentira!”, señala Strauch. “Steven era una persona pansexual, y fue su idea mostrar todo tipo de sexo. ¿De quién más habría salido? Los únicos que estuvieron ahí esa noche fueron la pareja que tuvo sexo, además de Steven y el camarógrafo”. Más tarde, le pregunto a Seid si considera que la película sería más sólida si se eliminara la secuencia. “Creo que estaría bien sin ella”, responde con diplomacia.

Luminous Procuress no recibió muchas críticas fuera de San Francisco, aunque Molly Haskell, del medio Village Voice, escribió una evaluación meditada, calificándola como “no realmente erótica, ni siquiera sensual, sino distanciada, estilizada y teatral”. También señaló que se vendía en ediciones limitadas a coleccionistas, como si fueran copias de una obra de arte. Seid parece sorprendido al saber esto. “Eh, no estoy seguro del éxito que tuvieron. Si vendieron una o dos, me impresionaría”.

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Pandora y Being en Luminous Procuress. Foto: Ingeborg Gerdes

Sin embargo, los artistas reaccionaron a la película de Arnold con interés y entusiasmo. Warhol fue visto en una proyección, mientras que Dalí quedó tan encantado después de verla en 1974 que organizó una proyección especial para su círculo. Después invitó a Arnold a Barcelona para que colaborara en el diseño y la conservación del museo Dalí. Se les vio tomados de la mano en público. “Era casi como una aventura amorosa”, comentó Arnold. “Lo quería mucho”.

Resulta extraño, por tanto, que la carrera cinematográfica de Arnold desapareciera casi tan pronto como empezó. Después de no haber conseguido fondos para varios proyectos posteriores, explica Seid, Arnold “pareció retirarse del cine. Nunca se vio a sí mismo como un cineasta propiamente dicho, así que pudo olvidar ese periodo de tiempo y no mirar atrás. Tenía intereses sexuales, espirituales y divinos que eran su motor, y el cine simplemente era el medio a través del cual los expresó en ese momento”.

Arnold se mudó a Los Ángeles, donde prosperó en los ámbitos del arte, la moda y la fotografía. Entre sus amigos figuraban la discípula de Warhol, Holly Woodlawn, y la estrella del Exorcista, Ellen Burstyn, quien compró su obra y hoy le atribuye el mérito de haberla alentado a extender su creatividad en la pantalla a todos los aspectos de su vida. Arnold murió de sida en 1994.

Strauch aún lo recuerda con mucho cariño. “Él era una persona hermosa. Alto, delgado, sus movimientos eran casi como la danza. Se vestía de forma artística y nunca era conflictivo. Siempre tenía algo interesante que decir”. ¿Por qué ha perdurado su película? “Es la obra maestra de un artista muy talentoso, pero también representa mucho de lo que ocurrió durante el verano del amor. Hay espiritualidad, sexo, arte, color. Es una experiencia trascendental”.

Para Seid, la película encaja armoniosamente en la cultura del siglo XXI, que acepta el concepto de la fluidez de género. “Lo que Steven intentaba mostrar era que no deberíamos obsesionarnos con el mundo material”, explica. “Deberíamos seguir un espíritu divino para alcanzar otro plano. ¿Por qué molestarse con todas las definiciones y redefiniciones de género cuando se puede simplemente trascender el propio género?”

Luminous Procuress está a la venta en Blu-ray por Second Run.

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