Un punto de inflexión y un caballero: Roger Federer se despide finalmente
'Una decisión agridulce': Roger Federer anuncia su retiro del tenis.

Poco después de que Pete Sampras saliera de la final del Wimbledon 2000 como campeón de 13 Grand Slams, le hicieron una sencilla pregunta en su conferencia de prensa: “¿Cree que hay alguien que pueda romper el récord?”. En aquel momento muchos se preguntaron lo mismo, ya que Sampras se había forjado una reputación aparentemente intocable en el deporte. Ahora parece irrisorio. Exactamente un año después, esa persona lo derrocó en la Cancha Central.

Con frecuencia, en el deporte, el concepto de un joven advenedizo que toma el relevo de un veterano es más un mito o una historia que una realidad, sin embargo, en el caso de Roger Federer fue un momento decisivo en la historia del tenis. Marcó su llegada a la cima del deporte cuando derrotó a Sampras, su ídolo, a los 19 años en la cuarta ronda de Wimbledon en 2001.

Dos años después, Federer ganó su primer título en Wimbledon, iniciando una nueva era en el tenis masculino. La manera en que arrasó sin piedad en la cancha, jugando a un nivel más alto que nadie antes, sigue siendo diferente a todo lo que se ha visto. A pesar de los esfuerzos del pobre Andy Roddick, Lleyton Hewitt y muchos otros, no tuvo rival. De alguna manera, es incluso más impresionante, en cierto momento no hubo ningún otro jugador que lo presionara de verdad, como ha sucedido con la mayoría de los grandes. Simplemente era así de bueno. Solo entre 2004 y 2007 ganó 11 slams, acumulando victorias y títulos a un ritmo asombroso.

El espectáculo por sí mismo ha hecho que su grandeza parezca más especial. Federer asfixió a sus rivales con su fluida ofensiva total, sacando constantemente su derecha, una de las mejores que ha existido, desde el principio. Seguía avanzando hacia la red incluso cuando sus rivales permanecían arraigados a la línea de fondo. El arsenal de golpes de Federer era interminable, y en la cancha se movía como el viento, y sin embargo era muy eficiente. A lo largo de su carrera, particularmente a medida que su capacidad atlética disminuía gradualmente, desarrolló uno de los mejores servicios de todos los tiempos. Mientras exista este deporte, habrá pocas imágenes tan impresionantes como la de Federer ejecutando su servicio en 55 segundos, golpeando todos los puntos con facilidad.

Aunque la pura estética del juego de Federer es, para muchas personas, más significativa que los simples números, en ocasiones opacaba sus otras cualidades. Hacía que su tenis pareciera fácil, pero no lo era. Tenía la inteligencia y la disciplina necesarias para aprovechar su talento de forma correcta en la cancha. Combinó sus habilidades con la suficiente fuerza para sobrevivir a las muchas veces que no jugó bien. Cuando prolongó su carrera de forma extraordinaria, el trabajo que le costó mantener su excelencia durante tanto tiempo se convirtió en una parte esencial de su historia.

El periodo que pasó intentando mantener a raya a sus rivales más jóvenes duró más que su tiempo como rey. Sin embargo, incluso cuando el equilibrio de poder cambió poco a poco a favor de Rafael Nadal y Novak Djokovic, Federer siempre se mantuvo ahí hasta el final.

Las dudas sobre el futuro de Federer comenzaron a surgir antes de que cumpliera los 30 años, pero durante la siguiente década, junto con las hermanas Williams, su longevidad redefinió la manera en que las personas consideran la duración y el arco de la carrera de un tenista.

Y proporcionó sus propios momentos individuales, como su título en el Abierto de Australia de 2017 en su primer torneo oficial tras una pausa de medio año, y su vigésima victoria en un Grand Slam cuando defendió el campeonato un año después.

Con su éxito, Federer se convirtió en uno de los tenistas más famosos de todos los tiempos –las gorras con la sigla ‘RF’ siguen siendo ubicuas en todos los eventos–, pero siempre tuvo tiempo para mostrarse simpático. En las conferencias de prensa, sus funciones parecían durar una eternidad mientras respondía amablemente las mismas preguntas en inglés, francés, alemán y suizo-alemán. Era alguien que era mucho más grande que todo el deporte y lo sabía, no obstante, trataba a las personas que lo rodeaban con paciencia y amabilidad.

Federer era humano, por supuesto. Tuvo sus momentos de irritación en la cancha, muchas veces cuando Juan Martín del Potro estaba al otro lado de la misma. No era inmune a los comentarios maliciosos, sobre todo después de algunas peleas llenas de tensión con Djokovic. Sin embargo, su carrera también se caracteriza por su capacidad deportiva, su profesionalismo y por lo bien que supo mantenerse durante los altibajos.

Durante gran parte de la carrera de Federer, su longevidad fue una ventaja y su eficiente estilo de juego le permitió evitar las graves lesiones que perjudicaron a su rival. No obstante, sus graves problemas llegaron de golpe en este último tramo y lo dejaron con un final difícil. Ahora parece poco probable que vaya a tener algo parecido a la efusiva despedida que diseñó Serena Williams, un mes más joven, quien jugó a un nivel extremadamente alto en el Abierto de Estados Unidos en Nueva York.

Estaba programado que Federer compitiera en su querido torneo de casa, en Basilea, algo que siempre pareció un final apropiado, pero después de un año de rehabilitación optó por no participar. Queda por ver en qué estado se encontrará la próxima semana.

No obstante, tal vez este final represente algo igualmente significativo. Su amor por el deporte le permitió llevar su carrera hasta el final, explotando todo lo que pudo hasta su cumpleaños número 41. Su éxito al final de su carrera le ofreció innumerables oportunidades de marcharse en la cima, como lo hizo Sampras hace 20 años. Pero la vida era demasiado buena, se estaba divirtiendo demasiado, y aguantó una de las mejores carreras de la historia hasta que ya no pudo seguir haciéndolo.

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