Cuerpos decapitados y bombas mortales: la violencia de los cárteles se intensifica en Ecuador
Un agente de policía junto a un automóvil que fue bombardeado en Guayaquil el martes. Durante los primeros ocho meses de este año, se registraron 2 mil 785 muertes violentas en Ecuador. Foto: Agencia Press South/Getty Images

La semana comenzó con el descubrimiento de dos cuerpos decapitados, dejados colgando de un puente peatonal. Después, los reclusos tomaron como rehenes a los guardias de una prisión, nueve carros bomba estallaron en dos ciudades costeras y cinco policías fueron asesinados con arma de fuego.

La serie de horribles ataques perpetrados esta semana en Ecuador habría sido inimaginable en el pasado, sin embargo, este tipo de derramamiento de sangre ahora se está convirtiendo en algo casi rutinario en el país andino, a medida que la violencia de las pandillas se intensifica a niveles nunca antes vistos.

A última hora del martes, el presidente Guillermo Lasso anunció un toque de queda a las 21:00 horas en el marco de un nuevo estado de emergencia aplicado en las regiones afectadas de Guayas y Esmeraldas. El mandatario calificó los incidentes violentos como “una declaración de guerra abierta” y dijo estar “preparado para actuar con firmeza”.

Añadió que los soldados y la policía habían realizado redadas en las cárceles e incautado armas, municiones, explosivos y teléfonos.

El miércoles, la policía detuvo a 28 personas y decomisó miles de explosivos, así como cartuchos de dinamita, sin embargo, se registraron nuevos enfrentamientos en la cárcel en Guayaquil.

Los analistas señalan que las pandillas criminales, alentadas por sus lucrativos vínculos con los cárteles de droga mexicanos, están utilizando tácticas de terrorismo para intimidar a las autoridades y a los civiles, mientras este país de casi 18 millones de habitantes se tambalea al borde de convertirse en un narcoestado.

El ministro del Interior de Ecuador, Juan Zapata, indicó que los dos agentes asesinados con arma de fuego el martes “perdieron sus vidas a manos del crimen organizado”. Otros dos agentes resultaron heridos en un ataque distinto contra una estación de policía.

“Este año ha sido muy triste y trágico para la policía nacional, dijo Zapata. “Con estos dos casos ya tenemos 61 héroes policías caídos en el cumplimiento del deber”.

Se cree que la última serie de ataques se produjo como respuesta al traslado de detenidos de la penitenciaría del Litoral de Guayaquil, escenario el año pasado de la peor masacre penitenciaria de la historia del país, que dejó al menos 119 muertos.

El último derramamiento de sangre se produce pocos meses después de que un mortífero ataque con bomba matara al menos a cinco personas e hiriera a otras 17 en Guayaquil, marcando así una escalada de las tácticas terroristas contra la población civil, y provocando un cuarto estado de emergencia en la ciudad, devastada por la violencia.

“En ciertas zonas, el Estado ha sido desplazado”, señaló el coronel Mario Pazmiño, exdirector del servicio de inteligencia militar de Ecuador, en referencia a zonas de Guayaquil y de la costa del Pacífico ecuatoriano. “Estamos hablando de un gobierno criminal con esta nueva escalada en el nivel de violencia”.

Más de 400 reclusos han sido asesinados –muchos de ellos quemados vivos o decapitados– desde febrero de 2021, en lo que supone un aumento explosivo de los asesinatos mientras las pandillas rivales luchan por el control de las lucrativas rutas de tráfico de cocaína hacia Estados Unidos y Europa.

Ecuador –que se encuentra entre Colombia y Perú, los dos principales países productores de cocaína del mundo– es una ruta estratégica para el narcotráfico debido a su largo litoral en el Pacífico y a sus grandes flotas marítimas y pesqueras.

Los analistas señalan que el repunte de la violencia comenzó cuando las pandillas criminales locales empezaron a competir para trabajar con los cárteles mexicanos rivales de Sinaloa y el de Jalisco Nueva Generación.

Durante los primeros ocho meses de este año, se produjeron 2 mil 785 muertes violentas en Ecuador, una cifra récord en 10 años que ya ha superado el total de asesinatos registrados en 2021, según las cifras de la policía. Alrededor de dos tercios de esas muertes se produjeron en las regiones costeras.

La tasa casi se duplicó en 2021 a 14 asesinatos por cada 100 mil habitantes y llegó a 18 por cada 100 mil entre enero y octubre de este año.

Luis, de 42 años, comerciante de refacciones hidráulicas en Guayaquil, la ciudad costera que ha sido el foco de la violencia, comentó que tenía miedo de salir de su casa porque los delincuentes frecuentan la esquina de su calle.

“No se puede salir de casa en la noche. Es muy difícil”, dijo. “Cada día hay más delincuentes, ni siquiera quieres tomar un taxi”, añadió.

También desconfiaba de la policía, pues creía, al igual que muchos ecuatorianos, que la institución estaba invadida por el narcotráfico.

En lo que respecta a la respuesta del gobierno, respondió: “Es realmente poco convincente. Si se intenta imponer un toque de queda, (los delincuentes) simplemente se reirán en su cara”.

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