Las imágenes de los copos de nieve de Bentley del siglo XIX son publicadas en Internet
Wilson Bentley desarrolló una profunda obsesión científica por la nieve. Foto: David Levene/The Guardian

Para la mayoría de las familias campesinas del Vermont rural del siglo XIX, las tormentas de nieve de invierno eran temidas y soportadas. Pero para Wilson Bentley, la nieve era una fuente de intensa fascinación que lo llevó, a la edad de 19 años, a producir las primeras fotomicrografías del mundo de copos de nieve, que describió como “pequeños milagros de belleza”.

En 1899, el Museo de Historia Natural de Londres adquirió un impresionante álbum compuesto por 355 de las impresiones originales del hombre que llegó a ser conocido como Snowflake Bentley, y ahora la colección ha sido digitalizada y se puede consultar en internet.

“Son increíblemente bellas”, comentó Andrea Hart, responsable de colecciones especiales de la biblioteca del museo. “Cuando las miras un poco más de cerca y ves estas formaciones naturales, puedes entender el porqué de su obsesión”.

Bentley nació en una familia de agricultores de una remota zona del estado de Vermont, en el noreste de Estados Unidos. Su interés científico por la nieve surgió a los 15 años, cuando su madre, que era profesora, le regaló un microscopio. Al principio intentó dibujar los patrones de los copos de nieve, pero eran demasiado complejos como para registrarlos antes de que se derritieran.

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A lo largo de 47 inviernos sucesivos, Bentley tomó 5 MIL 381 fotos de copos de nieve. Foto: David Levene/The Guardian

Posteriormente, su padre le regaló una cámara de fuelle que pudo acoplar al microscopio y, después de muchos experimentos, fotografió su primer copo de nieve el 15 de enero de 1885.
“Para la comunidad campesina, los meses de invierno habrían sido duros”, explicó Hart. “Pero Bentley se enojaba si se perdía una tormenta de nieve y la oportunidad de captar más copos de nieve para su colección”.

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Bentley tenía un don poético para las palabras. Foto: David Levene/The Guardian

Bentley instalaba su equipo en el almacén de leña de la granja y cada vez que llegaba una tormenta de nieve capturaba los copos en una tabla pintada de negro. “Él examinaba los copos de nieve con una lupa y apartaba los que no quería con una pluma de pavo”, explicó Hart.

Los copos seleccionados serían transferidos a un portaobjetos de cristal utilizando una astilla de madera procedente de una escoba, mientras Bentley procuraba no respirar sobre ellos.

Sus libretas revelan una profunda obsesión científica, empeñado en descubrir los secretos de la nieve mediante una perseverancia metódica. Anotaba meticulosamente la temperatura, la dirección del viento y otros detalles meteorológicos de las tormentas de nieve que pudieran revelar cualquier influencia ambiental en la naturaleza de los copos de nieve. “Registró todo”, comentó Hart.

A Bentley también le cautivaba la belleza de las imágenes, y sus artículos en las revistas revelan su poético don para las palabras. “Cada copo de nieve era una obra maestra de diseño y nunca se repetía ningún diseño. Cuando un copo de nieve se derretía, ese diseño se perdía para siempre”, escribió en un reportaje de 1925.

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‘Son increíblemente bellas’, dijo Andrea Hart, del museo, refiriéndose a las fotos. Foto: David Levene/The Guardian

Hart explicó: “La gente quedaba fascinada con ellas y quería las fotos para hacer patrones de costura”. Es posible que las imágenes también impulsaran la tradición de cortar copos de nieve de papel en Navidad.

Bentley siguió obsesionado con la nieve, el hielo y otras formaciones naturales de agua durante toda su vida. Durante 47 inviernos sucesivos, utilizando la misma cámara, tomó 5 mil 381 fotos de copos de nieve.

Fue el primer estadounidense en registrar el tamaño de las gotas de lluvia y uno de los primeros físicos de nubes. Murió de neumonía el 23 de diciembre de 1931, a los 66 años, después de haber regresado a casa caminando en medio de una tormenta de nieve.

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