‘¿Qué sabía el papa?’ Los polacos están divididos ante las acusaciones de encubrimiento de abusos contra Juan Pablo II
Una imagen del papa Juan Pablo II proyectada en el palacio presidencial de Varsovia, Polonia, en marzo. Foto: Kuba Stężycki/Reuters

A menos de seis meses de que se lleven a cabo unas elecciones parlamentarias que se prevé serán muy reñidas, una figura sorpresa entró en el ámbito político polaco, a pesar del hecho de que falleció en 2005: el papa Juan Pablo II.

El legado de Juan Pablo II, que nació con el nombre de Karol Wojtyła y fue arzobispo de Cracovia antes de convertirse en papa en 1978, está bajo escrutinio después de que un reciente libro y un documental de televisión lo acusaran de encubrir a curas pedófilos antes de convertirse en pontífice.

Polonia, históricamente un país incondicionalmente católico, ha asumido poco a poco la magnitud de los abusos sexuales cometidos en la Iglesia, sin embargo, hasta hace poco, la figura de Juan Pablo II, a quien muchos polacos veneran por su papel en la desaparición del régimen comunista en el país, ha permanecido intocable.

Esta creencia se ha visto alterada por las acusaciones contenidas en un documental emitido por la cadena de televisión polaca TVN a principios de este año, y por un libro simultáneo del periodista neerlandés Ekke Overbeek, que ha vivido en Polonia desde hace más de dos décadas y ha escrito extensamente sobre los abusos sexuales infantiles cometidos en la Iglesia polaca.

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Activistas sostienen una pancarta en la que se lee ‘La Iglesia católica es culpable’ durante una protesta en la ciudad de Cracovia en marzo organizada en contra de miembros de la jerarquía católica, entre ellos el papa Juan Pablo II, acusándolos de encubrir los abusos sexuales. Foto: Beata Zawrzel/NurPhoto/REX/Shutterstock

Overbeek señaló que encontró documentos en los archivos de los servicios de seguridad de la época comunista que demuestran sin lugar a dudas que los abusos sexuales infantiles cometidos por sacerdotes fueron un problema durante la época en que Wojtyła fue arzobispo de la ciudad de Cracovia, y que el futuro papa ayudó a encubrirlos.

“De los documentos resulta obvio que él sabía sobre los abusos. Su reacción al respecto fue permitir que los sacerdotes siguieran ejerciendo su ministerio. Fue muy indulgente con los sacerdotes, mientras que ninguna prueba demuestra que alguna vez prestó atención a las víctimas“, señaló Overbeek, en una entrevista en un café de Varsovia.

La respuesta a las acusaciones ha sido de negación y furia. Las editoriales cancelaron dos actos públicos organizados para promocionar el libro, alegando motivos de seguridad tras la constante campaña contra Overbeek en los medios de comunicación gubernamentales.

En el parlamento polaco, conocido como Sejm, los diputados del partido gobernante Ley y Justicia (PiS) llegaron a una sesión en marzo sosteniendo fotografías del difunto papa, y aprobaron una resolución destinada a defender su nombre.

“El Sejm … condena enérgicamente la vergonzosa campaña mediática, basada en gran parte en los materiales del aparato de violencia comunista, cuyo objetivo es el Gran Papa, San Juan Pablo II, el polaco más grande de la historia”, se leía en la resolución.

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El papa Juan Pablo II saluda a una multitud al final de una santa misa en la ciudad polaca de Bydgoszcz (Bidgostia) en junio de 1999. Foto: Jerry Lampen/Reuters

Wojtyła nació en la ciudad de Wadowice en 1920; fue ordenado sacerdote en 1946 y nombrado arzobispo de Cracovia a principios de la década de 1960. Se convertiría en el primer papa no italiano en más de cuatro siglos, y realizó varias visitas a Polonia como pontífice. Se le atribuyó ampliamente el mérito de impulsar la oposición al régimen comunista y fue papa hasta su muerte en 2005.

“Me sentí muy molesto cuando vi el documental”, comentó Sławomir Abramowski, el sacerdote de 58 años encargado de una parroquia que lleva el nombre de Juan Pablo II en Bemowo, un vecindario de Varsovia. La iglesia fue construida poco tiempo después de que la Iglesia canonizara a Juan Pablo II en 2014, y en ella hay un retrato del difunto papa cerca del altar de un tamaño no inferior al de las imágenes de Jesús.

El documental utilizó una “burda manipulación de los hechos” para difamar a Juan Pablo II, comentó Abramowski, quien atribuyó al difunto papa el mérito de haberlo inspirado a unirse a la Iglesia a principios de la década de 1990, después de titularse como médico.

Entre su congregación un domingo reciente, cuando la iglesia estaba llena para la misa y los fieles escuchaban a través de los altavoces en una zona exterior abarrotada, se respiraba un ambiente de desafío.

Kamila, una mujer de 38 años que llevaba un bebé, afirmó que Juan Pablo II fue un “gran opositor de la pedofilia” y señaló que las acusaciones eran políticas. “El objetivo de este juego es disuadir a las personas de ir a la iglesia, destruir la identidad polaca y alejar a la gente de los valores familiares”.

Bárbara, una fiel de 70 años, comentó que era injusto hacer acusaciones contra una persona que estaba muerta y que, por tanto, no podía defenderse. “Aquellos que lo acusaron deberían reflexionar sobre su conciencia. Creo que quizás tuvieron problemas en su infancia y han hecho esto para reforzar su deficiente autoestima”, indicó.

La intensidad de este sentimiento ayuda a explicar la razón por la que el PiS se ha apoderado del tema, antes de las elecciones parlamentarias que se llevarán a cabo en octubre y que están delicadamente equilibradas. Una coalición liderada por el PiS gobierna a Polonia desde 2015, y obtiene gran parte de su apoyo de un electorado rural, incondicionalmente católico.

Mateusz Klinowski, exalcalde de Wadowice, ciudad natal de Wojtyła, y franco crítico de la Iglesia, señaló que no tenía ninguna duda de que las acusaciones contra Juan Pablo II fueran ciertas.

“Entre la gente culta es obvio desde hace mucho tiempo que lo encubría, pero, por supuesto, para los políticos es pan comido para preparar sus campañas”, comentó.

Jacek Karnowski, redactor en jefe de la revista progubernamental Sieci, comentó que esperaba que el legado del papa fuera uno de los tres temas clave en los que se centraría el gobierno en la próxima campaña electoral, junto con el costo de la vida y la guerra en Ucrania.

“Saben que en la cuestión del aborto la mayoría está en su contra, por eso permanecen callados. Sin embargo, el 74% de los polacos consideran que Juan Pablo II es una autoridad, por lo que constituye un terreno muy fértil para el gobierno”, explicó.

A principios de abril, miles de personas se unieron a las marchas convocadas en Varsovia y otras ciudades para defender el nombre del papa, entre ellas el ministro de Defensa y el presidente del Tribunal Constitucional.

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Miles de personas marchan en Varsovia para conmemorar al papa Juan Pablo II en abril. Foto: Piotr Łapiński/NurPhoto/Rex/Shutterstock

Karnowski aseguró que todo el escándalo formaba parte de un “ataque político” contra Juan Pablo II coordinado por la oposición liberal al PiS, no obstante, otros opinan que las acusaciones tomaron por sorpresa a la oposición y que esta intenta mantenerse neutral, consciente de cuán delicado es el tema. Una encuesta reveló que casi la mitad de los polacos dijeron que no querrían conocer las acusaciones contra Juan Pablo II aunque fueran ciertas.

Incluso el redactor en jefe de Wyborcza, el principal periódico liberal de Polonia, señaló que sería un error desacreditar el papel histórico del papa. “Wojtyła fue un hijo de su tiempo. Y lo que es obvio para nosotros hoy no lo era hace 40 años”, comentó Adam Michnik, en una entrevista publicada en su propio periódico.

El papado de Juan Pablo II, que duró más de un cuarto de siglo, coincidió con los primeros escándalos públicos sobre abusos sexuales en la Iglesia católica, que desde entonces han surgido en numerosos países. Con frecuencia, los culpables simplemente eran trasladados a otras parroquias en lugar de que se les prohibiera ejercer sus funciones o fueran denunciados a la policía.

“Desde que surgieron estos escándalos, la pregunta siempre ha sido: ‘¿Cuánto sabía el papa?'”, señaló Overbeek. “La respuesta estaba en Polonia, y ahora tenemos la respuesta. Él tenía conocimiento de este asunto desde el principio”.

Se trata de una conclusión que mucha gente en Polonia no quiere escuchar, temiendo que las acusaciones pudieran socavar el papel de Juan Pablo II como parte de la historia polaca y su reputación como una de las figuras clave en la derrota del comunismo.

“Polonia no tiene muchas figuras recientes que pueda utilizar como modelos. Por esa razón la gente está tan dispuesta a defenderlo”, señaló Klinowski.

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