Espero que perdure: ejemplos de solidaridad judío-árabe ofrecen esperanza en Israel
Miembros de medios de comunicación visitan el kibutz Kfar Aza tras el mortífero atentado perpetrado por hombres armados de Hamás. Foto: Ilan Rosenberg/Reuters

En mayo de 2021, durante la última guerra entre Israel y Hamás, el grupo militante palestino que gobierna la Franja de Gaza, las calles de Israel se vieron sacudidas por un fenómeno aterrador que no se había visto en décadas: una intercomunitaria y generalizada violencia entre los ciudadanos judíos y árabes del país.

Hogares, negocios, escuelas, sinagogas, mezquitas y cementerios fueron atacados en disturbios que dejaron al menos tres muertos. Aquellos recuerdos aún están frescos; la desconfianza extendida entre vecinos en pueblos y ciudades con población mixta no ha remitido.

Pero desde el 7 de octubre que comenzó la nueva ola de violencia que asola la región, (cuando Hamás irrumpió a través de la valla de seguridad de Gaza y arrasó decenas de comunidades israelíes, matando a mil 400 personas, lo que llevó a Israel a declarar una guerra contra la franja que ha causado 2 mil 200 muertos), algunos han encontrado esperanza en la capacidad de los ciudadanos judíos y palestinos de Israel para unirse. Miles de voluntarios de distintas etnias trabajan para ayudar a las víctimas de la violencia y limpiar refugios antiaéreos abandonados, entre otros muchos esfuerzos por calmar las crecientes tensiones en todo el país.

“Lo que está ocurriendo ahora es fundamentalmente diferente a todo lo que hemos vivido hasta ahora, y creo que (los sucesos de la semana) probablemente nos harán retroceder muchos años en términos de igualdad y de acabar con el racismo”, declaró Sally Abed, líder de Standing Together, el mayor movimiento comunitario árabe-judío de Israel, desde la ciudad norteña de Haifa.

“Mi amiga perdió a su hermano. Nosotros también estamos de luto. Es muy duro ser ciudadano palestino de Israel en estos momentos, no hay espacio para nuestras voces, pero estamos haciendo todo lo que podemos para preservar un sentido de solidaridad Israel-Palestina e identificar los detonantes de las provocaciones y la violencia antes de que se disparen.”

Alrededor del 20% de los 10 millones de habitantes de Israel que se identifican como árabes, incluidas las comunidades musulmana, cristiana y beduina, se enfrentan a una discriminación sistémica.

El sábado pasado, cuando Hamás atacó, los militantes no tuvieron piedad con sus compatriotas musulmanes y árabes: entre las primeras víctimas mortales registradas, cuatro personas murieron por un cohete disparado desde la franja que alcanzó una aldea beduina del desierto del Néguev, no reconocida por el gobierno israelí y, por tanto, sin sistema antiaéreo ni refugios antibombas. Los ciudadanos palestinos de Israel que respondieron a la ofensiva terrestre, incluidos los paramédicos, también murieron en el ataque.

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Árabes y judíos limpiando refugios antiaéreos públicos en Haifa. Foto: Sally Abed

Las tribus beduinas del Néguev fueron algunas de las primeras en organizar equipos de voluntarios, formados por 600 personas, para buscar a israelíes desaparecidos. “Vimos que había un caos enorme y nos dimos cuenta de que teníamos que hacer algo”, dijo a Haaretz Sleman Shlebe, de la aldea de Bir Hadaj.

“Oímos hablar de personas desaparecidas tanto de la comunidad árabe como de la judía, y sabíamos que gracias a nuestra excepcional familiaridad con el sur podíamos ayudar… Nos dividimos en los coches para que hubiera responsables de distintas cosas: recopilar información, rescatar y administrar primeros auxilios.”

En Jaffa, ciudad mixta al sur de Tel Aviv, grupos activistas de WhatsApp se movilizaron al anochecer del 7 de octubre para organizar una guardia civil conjunta árabe-judía, desarmada, que sea capaz de proteger a la población local de todas las etnias y alertar a la policía si estalla la violencia. Ya son más de mil personas. Solicitantes de asilo eritreos en Tel Aviv, a menudo mal recibidos por el resto de la sociedad israelí, han estado cocinando comidas para los miles de desplazados.

Alon-Lee Green, otro de los fundadores de Standing Together, activo desde 2017, dijo que los 5 mil miembros del grupo seguían preparándose para posibles disturbios. El miércoles pasado, en un hospital de Tel HaShomer, decenas de miembros de La Familia, un grupo de ultras que apoya al club de fútbol Beitar Jerusalén, rodearon el edificio después de escuchar que miembros heridos de Hamás estaban siendo atendidos allí. Desbordaron al personal de seguridad y los cánticos de “muerte a los terroristas” se convirtieron rápidamente en “muerte a los árabes”, aterrorizando a los médicos del hospital, casi la mitad de los cuales son árabes, antes de que llegara la policía e hiciera tres detenciones.

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Alon-Lee Green, fundador del movimiento comunitario árabe-judío Standing Together. Foto: Alon-Lee Green

“En la sociedad árabe de Israel sigue habiendo mucho miedo. Mires donde mires, hay llamadas a la venganza, y esas llamadas vienen de arriba”, dijo Green, refiriéndose a los extremistas de derecha en el gabinete del primer ministro Benjamín Netanyahu.

Itamar Ben-Gvir, ministro de Seguridad Nacional de Israel, de línea dura, ordenó la semana pasada distribuir 10 mil fusiles de asalto entre los asentamientos ocupados de Cisjordania y entre los judíos que viven en ciudades con población mixta israelí y palestina, incluidos los 4 mil que se distribuyeron inmediatamente.

“Hay religiosos locos que quieren activamente abrir nuevos frentes en estos tiempos peligrosos. Intentan inflamar toda la región”, afirmó. “Pero lo que vemos en Standing Together son árabes abriendo sus casas a personas desplazadas, enviando paquetes de comida y juguetes, y trabajando duro para reprimir la incitación en Internet e intentar crear un ambiente más tranquilo”.

Los líderes de la sociedad civil esperan que se hayan aprendido lecciones durante los enfrentamientos intercomunales de 2021, y que los activistas comunitarios y los municipios locales estén más preparados esta vez.

“Estos no son tiempos normales”, afirmó Green.

Abed, su colega en Haifa, hizo eco de sus comentarios. Esperamos de verdad que no se recrudezca aquí… Estamos aplicando todo lo que aprendimos en 2021”. Limpiar cientos de refugios antiaéreos ha sido bueno para todos hasta ahora, asegurándonos de que la gente sabe dónde están y son adecuados para su propósito. Eso es verdadera comunidad”, afirmó.

“Espero que la solidaridad que hemos construido entre diferentes comunidades pueda perdurar en un momento tan polarizador”.

Traducción: Ligia M. Oliver

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