Mito del vientre plano: la inflamación puede ser buena, pero ¿cuándo hay que preocuparse?
Ilustración: Erin Aniker/The Guardian

En mi cuenta de Instagram ha aparecido otro anuncio de un suplemento antiinflamatorio. Como muchos otros, muestra a una joven delgada que frunce el ceño mientras se acaricia el vientre. La intención parece ser que una suscripción a este producto empaquetado con buen gusto le devolvería a uno la capacidad de llevar una blusa corta y leggings sin fruncir el ceño.

Aunque cualquiera que padezca el síndrome del intestino irritable (SII) o cualquier otra afección intestinal inflamatoria sabe que la inflamación y su frecuente compañera, la distensión, pueden resultar mucho más desagradables de lo que parece en ese anuncio. La variedad de polvos y pastillas contra la inflamación que compiten por llamar la atención en las redes sociales se ha disparado. A medida que ha crecido el conocimiento público de la enorme influencia de la salud intestinal, también lo ha hecho el mercado mundial de suplementos digestivos, que se prevé que alcance un valor de 24 mil 300 millones de libras (521 mil millones 563 millones de pesos aproximadamente) en una década. Pero ¿cómo pueden saber los consumidores si alguno de estos brebajes de hierbas medicinales, enzimas digestivas y microbios vivos tendrá un efecto positivo, negativo o nulo en sus estómagos?

El mito del vientre plano

Empecemos con los más preocupados: los que no padecen ninguna enfermedad debilitante y quieren seguir así. Existe la posibilidad de que estos anuncios hagan sentir a las personas sanas sin vientre plano que tienen un problema, cuando en realidad no es así. Las empresas de jabones inventaron el olor corporal y las duchas vaginales.

“No creo que los seres humanos deban tener el vientre plano”, afirma Duane Mellor, dietista y profesor de la Universidad de Aston, en Birmingham. “Eso son mensajes en las redes sociales de gente que tiene tiempo libre para esculpir su cuerpo. Hay humanos de todas las formas y tamaños, y todo tipo de curvaturas de estómago”.

Un poco de inflamación después de comer ciertos alimentos es normal e incluso puede ser una demostración de un intestino feliz haciendo sus cosas. Las cebollas crudas, los plátanos poco maduros y la pasta fría, por ejemplo, ofrecen a nuestro sistema digestivo almidón resistente, que es una forma de fibra dietética. Los microbios amistosos que colonizan nuestros intestinos fermentan esta fibra, lo que provoca gases. “Unos pocos gases son probablemente una buena señal de que las bacterias están fermentando en el colon, produciendo sustancias químicas que son buenas para los intestinos y los mantienen sanos”, dice Mellor. “Y es señal de que la fibra está llegando a los intestinos, lo que reduce el riesgo de cáncer intestinal”.

La inflamación es frecuente y puede tener múltiples causas, lo que confunde a la hora de buscar remedios. No te diagnostican inflamación, dice Mellor: “Es un síntoma vago, más que un problema de salud, pero puede representar uno”.

El culpable habitual

Lo más frecuente, sin embargo, es que la inflamación esté causada por los gases. “El aparato digestivo no está diseñado para contener muchos gases”, explica Julie Thompson, dietista especializada en gastroenterología y responsable de información de Guts UK, una organización benéfica dedicada a la salud digestiva. A menudo, sin darnos cuenta, nos llenamos de gases: cada vez que tragamos; más aún si comemos deprisa, mascamos chicle, fumamos o consumimos bebidas con gas.

El estreñimiento, complicación habitual de una dieta occidental carente de fibra y un estilo de vida sedentario, puede agravar el problema al bloquear una de las salidas del organismo. Además de consumir suficiente líquido y fibra, dice Mellor, “la actividad física ayuda a mantener los intestinos trabajando de manera regular”.

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Mantenerse activo ayuda a que el aparato digestivo funcione eficazmente. Foto: MoMo Productions/Getty Images

Las intolerancias alimentarias y la excesiva fermentación bacteriana de los alimentos en el tubo digestivo también pueden generar más gases. Si esto se convierte en un problema a largo plazo, un médico puede ayudar a identificar intolerancias alimentarias o afecciones intestinales. A algunos pacientes con SII se les remite a un dietista para que supervise la reducción de los desencadenantes mediante una dieta que elimine los FODMAPS, ciertos hidratos de carbono de cadena corta que el intestino delgado absorbe mal y son propensos a absorber agua y fermentar. Se trata de una medida extrema a corto plazo; muchos de estos alimentos son buenas fuentes de fibra y nutrientes, por lo que la idea es reintroducirlos metódicamente, uno a uno, una vez que los síntomas se hayan estabilizado.

Cuándo acudir al médico

Guts UK aconseja acudir al médico de cabecera si la inflamación o la distensión persisten durante más de tres semanas, sobre todo si se combinan con otros “síntomas de alarma”, dice Thomson: “Pérdida de peso involuntaria, anemia, cambio en el hábito intestinal, heces con sangre, pérdida de apetito o aumento de las ganas de orinar; este último es un síntoma de cáncer de ovario; hay que comprobarlo siempre”.

La inflamación y la distensión afectan al 90% de las personas con SII, así como a las que padecen dispepsia funcional (“similar a la enfermedad por reflujo ácido”, dice Thompson). Hay muchas afecciones menos frecuentes que también pueden causar distensión abdominal, y el estrés puede desencadenar brotes en muchas de ellas y provocar reflejos abdominales irregulares. Cuando comemos, dice Thompson, “el diafragma normalmente se relaja y los músculos de la pared abdominal se contraen para ayudar a acomodar el aumento del contenido intestinal”. Pero a veces el reflejo se invierte y hace lo contrario, provocando distensión y requiriendo ayuda especializada para reeducarlo.

Cómo reducir los gases que inflaman el vientre

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Aunque la kombucha puede mejorar la salud intestinal, también puede exacerbar el SII. Foto: LightFieldStudios/Getty Images/iStockphoto

Según Guts UK, es normal eliminar gases hasta 15 veces al día. Los eructos se producen entre 15 y 20 veces al día. Si te sientes excesivamente flatulento, puedes probar a hacer cambios en la dieta por tu cuenta, dice Thompson, entre ellos “limitar la ingesta de alimentos comúnmente conocidos como productores de gases, como los frijoles, las coles de Bruselas, la coliflor y los caramelos de menta o chicles sin azúcar”. Estos dos últimos suelen contener edulcorantes de poliol, como sorbitol, xilitol y maltitol, que pueden provocar fermentación en el tubo digestivo, e incluso diarrea, si se consumen en exceso.

Thompson afirma que incluir avena en la dieta puede ser útil. También hay pruebas de que una cucharada diaria de semillas de lino puede ayudar a aliviar la inflamación; no importa si están molidas o enteras, pero deben tomarse con líquido. “Puede tardar hasta tres meses en ser eficaz”, dice.

El consumo de alimentos fermentados, como la kombucha y el chucrut, puede mejorar la salud intestinal, pero estos dos en particular pueden ser contraproducentes si se padece SII, porque tienen un alto contenido en FODMAPS. El kimchi y la pasta de miso son buenas opciones bajas en FODMAPS.

¿Servirán de algo los complementos alimenticios?

En cuanto a todas las píldoras y polvos que aparecen en los anuncios de Internet, es imposible decir hasta qué punto son útiles, incluso en el improbable caso de que hayas identificado la causa de tu inflamación. Esto no quiere decir que estos productos no se hayan desarrollado con la mejor voluntad del mundo, o que no funcionen para algunas personas; hay muchas críticas favorables y el efecto placebo es real.

Las pruebas de que los probióticos mejoran síntomas intestinales como la inflamación están incompletas. Los numerosos productos varían mucho, al igual que la flora intestinal de cada persona, por lo que es difícil sacar conclusiones. Por lo general, los dietistas aconsejan probar un probiótico durante un mes y dejarlo si no mejoran los síntomas.

Clarissa Lenherr, terapeuta nutricional, ha observado la proliferación de productos que se anuncian para combatir la inflamación, y no le impresiona. Para empezar, dice, “se supone que las mujeres tenemos una zona ligeramente ensanchada en el bajo vientre, porque tenemos órganos sexuales femeninos”. Hay otras razones por las que un vientre puede empezar a sobresalir y que es igualmente improbable que se solucionen tomando una píldora: “Puede ser la grasa corporal, o que alguien esté cerca de su periodo, o puede ser endometriosis”. Para la mayoría de la gente, dice, “estas píldoras no van a funcionar”.

Una empresa llamada Arrae fabrica un frasco rosa de tintura llamado Le Depuff, que contiene “ingredientes antiinflamatorios y desintoxicantes, hoja de frambuesa roja, raíz de diente de león, melisa, muelle amarillo y semilla de hinojo”, y está pensado para “deshinchar y desinflamar”. Es poco probable que estos ingredientes vegetales te hagan daño, pero ten cuidado con los que suenan más innovadores de lo que son. Un polvo llamado Gut Feel, de Rheal Superfoods, una empresa que consiguió una inversión en la serie de la BBC Dragon’s Den, contiene extracto de kiwi Actazin, que dice favorecer la digestión. Un estudio demostró que este extracto puede aumentar la frecuencia de las deposiciones en adultos sanos, pero otro estudio descubrió que comer dos kiwis verdes al día tenía un efecto similar.

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El aceite de menta es un remedio médicamente aprobado para los síntomas de inflamación y distensión abdominal. Foto: Yana Tatevosian/Getty Images

Un remedio a base de plantas para el que hay pruebas suficientes para justificar la aprobación médica es el aceite de menta. “Puede ayudar con los síntomas de inflamación y distensión”, dice Thompson. (No hay pruebas de que el té de menta o el jengibre sean eficaces, dice). El aceite de menta se vende sin receta en farmacias, al igual que la simeticona, un medicamento contra la flatulencia que combina pequeñas burbujas de gas en otras más grandes, facilitando su expulsión.

Las enzimas digestivas son otro elemento habitual de los remedios contra la inflamación, en los que se combinan con probióticos y extractos de plantas. Pero Thompson dice que las enzimas digestivas mixtas de venta sin receta suelen tener una dosis mucho más baja que la que recetarían los médicos. La única enzima de venta libre para la que existe alguna evidencia dice Thompson, es la alfa-galactosidasa. “Ayuda a digerir los galactooligosacáridos (GOS) que se encuentran en los frijoles y legumbres; los humanos no poseemos las enzimas para digerir los GOS”.

¿Y si es hormonal la inflamación de vientre?

Las hormonas no pueden ser ignoradas como culpables de la inflamación, especialmente en cualquiera que utilice terapia hormonal femenina. “La gente olvida que los receptores hormonales están por todo el cuerpo, pero sobre todo en el intestino”, dice Louise Newson, médico familiar y especialista en menopausia. La fluctuación de los niveles hormonales a cualquier edad puede afectar al aparato digestivo, ya sea premenstrualmente o durante la perimenopausia y la menopausia. El descenso de los niveles de estrógenos, por ejemplo, puede desacelerar la digestión.

“Vemos a muchas mujeres con inflamación, ardor de estómago y estreñimiento, o incluso deposiciones blandas”, dice Newson. “Sabemos que está relacionado porque cuando les administramos THS para otros síntomas, vuelven y dicen: Vaya, se ha ido la acidez o se ha ido la inflamación; mi inflamación ha desaparecido. Y también sabemos que nuestras hormonas afectan a nuestro microbioma intestinal. Si tenemos una buena microbiota intestinal, nuestra función intestinal es más feliz”.

Los hombres también experimentan inflamación, y aunque el diagnóstico de SII es ligeramente más frecuente en mujeres que en hombres, los estudios han demostrado que el número de mujeres que declaran sufrir de inflamación es más del doble que el de hombres. Esto tiende a atribuirse a los cambios hormonales regulares, junto con los úteros y los ovarios que se disputan el espacio abdominal.

La retención de líquidos es otra categoría de inflamación. Puede producirse como resultado de la deshidratación, el consumo excesivo de sal y una serie de afecciones más graves. También se asocia a los cambios hormonales, sobre todo a los cambios en los niveles de progesterona, dice Newson: “Nuestras hormonas son muy importantes para todas las funciones de nuestro cuerpo. Cuando hay una alteración, puede afectar al funcionamiento de nuestros riñones y los vasos sanguíneos pueden volverse más permeables”. Esto significa que el agua pasa a los tejidos cercanos.

Los desequilibrios entre las cantidades de las distintas hormonas también pueden provocar inflamación, y no existe una solución única. “Dedicamos mucho tiempo a determinar la dosis adecuada de estrógenos, testosterona y progesterona, porque cada persona puede responder de forma muy diferente”, explica Newson. Cualquier cambio en la dosis de la terapia hormonal necesita tres meses para asentarse antes de evaluar sus efectos sobre los síntomas.

A medida que ha aumentado la concienciación sobre la menopausia en los últimos años, el mercado de suplementos se ha inundado de productos que prometen acabar con la “inflamación de la menopausia”, pero Newson prefiere tratar primero la causa de raíz. “Equilibra tus hormonas, revisa tu dieta, tu estilo de vida, tu sueño y tu actividad”, dice. “Y luego veamos cómo está tu inflamación y cualquier otra cosa. En esa fase, la gran mayoría se siente mucho mejor”.

Traducción: Ligia M. Oliver

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