Suiza pide a la ONU que explore la posibilidad de la geoingeniería solar
La luna cruza por delante del sol sobre el monumento a Juscelino Kubitschek durante un eclipse anular en Brasilia, Brasil, en octubre de 2023. Foto: Ueslei Marcelino/Reuters

Suiza ha iniciado un debate mundial sobre si los “riesgos, beneficios e incertidumbres” de oscurecer al sol deben ser estudiados con geoingeniería solar por un grupo de expertos de las Naciones Unidas.

Propone que el organismo internacional reúna información sobre las investigaciones en curso sobre geoingeniería solar y establezca un grupo consultivo que pueda sugerir opciones futuras para este enfoque no probado y controvertido para reducir el calentamiento global, que tendría implicaciones para el suministro de alimentos, biodiversidad, desigualdad global y seguridad.

La propuesta suiza, presentada ante la asamblea de las Naciones Unidas sobre medio ambiente que comienza la próxima semana en Nairobi, se centra en la modificación de la radiación solar (SRM). Se trata de una técnica que pretende imitar el efecto de una gran erupción volcánica llenando la atmósfera de partículas de dióxido de azufre que reflejan parte del calor y la luz del sol de vuelta al espacio.

Los partidarios de la propuesta argumentan que la investigación con geoingeniería solar es necesaria para garantizar la supervisión multilateral de las tecnologías emergentes que alteran el planeta que, de otro modo, podrían ser desarrolladas y probadas de forma aislada por gobiernos poderosos o individuos multimillonarios.

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Los críticos, sin embargo, sostienen que un debate de este tipo amenazaría la actual prohibición de facto de la geoingeniería y conduciría por una “pendiente resbaladiza” hacia la legitimación, la generalización y su eventual despliegue.

Felix Wertli, embajador suizo para el medio ambiente, declaró que el objetivo de su país al presentar la propuesta era garantizar que todos los gobiernos y las partes interesadas “estén informados sobre las tecnologías SRM, en particular sobre los posibles riesgos y efectos transfronterizos”. Dijo que la intención no era promover o permitir la geoingeniería solar, sino informar a los gobiernos, especialmente a los de los países en desarrollo, sobre lo que está ocurriendo.

La directora ejecutiva del PNUMA, Inger Andersen, subrayó la importancia de “una conversación global sobre SRM” en su discurso de apertura a los delegados en una reunión preliminar en Nairobi. Ella y sus colegas hicieron hincapié en que se trataba de una medida de precaución y no de un respaldo a la tecnología.

Pero por muy bienintencionada que sea la propuesta, algunos grupos ecologistas están alarmados por la dirección que está tomando. “Existe un riesgo real de que encargar al PNUMA la redacción de un informe y la creación de un grupo de expertos sobre los SRM pueda socavar la actual moratoria de facto sobre la geoingeniería y, sin quererlo, legitimar el retraso de las acciones para la eliminación progresiva de los combustibles fósiles”, afirmó Mary Church, del Centro de Derecho Ambiental Internacional (CIEL). “Hay algunas áreas que la comunidad internacional ha decidido, con razón, que están simplemente fuera de los límites, como la eugenesia, la clonación humana y las armas químicas. La geoingeniería solar pertenece a esa lista y necesita unirse a ella rápidamente, antes de que conversaciones aparentemente inofensivas sobre gestionarla nos lleven por una pendiente muy resbaladiza hacia su despliegue.”

Suiza propuso por última vez que se examinara la geoingeniería en la asamblea de medio ambiente de la ONU de 2019, pero el tema fue bloqueado por Estados Unidos y Arabia Saudita. Fuentes dijeron que esto se debía a que querían llevar a cabo investigaciones sobre estas tecnologías sin las trabas de la supervisión o las regulaciones internacionales.

Desde entonces, el debate sobre la investigación del oscurecimiento solar se ha intensificado y ampliado. En el pasado, se trataba de un ámbito financiado en parte por la industria de los combustibles fósiles, pero en los últimos años se han implicado más actores, incluidos filántropos, financieros y empresarios de alta tecnología, motivados por las lucrativas posibles recompensas y la creciente alarma sobre los peligros climáticos.

Está entrando más dinero en el sector, sobre todo en Estados Unidos, donde Bill Gates se encuentra entre los partidarios del programa de investigación sobre geoingeniería solar de Harvard, y grupos como las Academias Nacionales de Ciencias, Ingeniería y Medicina, el Fondo de Defensa Medioambiental, la Unión de Científicos Preocupados y el Consejo de Defensa de los Recursos Naturales han expresado su apoyo a la realización de nuevos estudios sobre las tecnologías de reflexión de la luz solar. En ocasiones, el sector muestra un espíritu especulador, de “salvaje oeste”, al maquillar las reglas sobre la marcha, más evidente en la start-up estadounidense Make Sunsets, que ya vende “créditos de refrigeración” y afirma haber realizado pruebas al aire libre en México.

El gobierno mexicano prohibió posteriormente tales experimentos con geoingeniería solar en su territorio. El Parlamento Europeo subrayó la necesidad de una gestión restrictiva y la aplicación del principio de precaución en una declaración del año pasado sobre la geoingeniería solar.

En 2022, unos 500 científicos firmaron un llamamiento a favor de un acuerdo de no utilización de la geoingeniería solar que estipulaba la no financiación pública, la no implantación, la no concesión de patentes, la no realización de experimentos y el no apoyo en foros internacionales.

En los foros científicos, la SRM es un foco de preocupación cada vez mayor. El Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático señaló en su Sexto Informe de Evaluación las lagunas críticas de conocimiento y los riesgos relacionados con la SRM. El pasado mes de enero, el Protocolo de Montreal informó por primera vez sobre el daño que podría causar a la capa de ozono la técnica de SRM conocida como inyección de aerosoles estratosféricos.

El año pasado, el programa de medio ambiente de la ONU fue criticado por publicar un documento sobre geoingeniería solar, One Atmosphere, que incluía aportaciones de defensores de los SRM y recomendaciones para realizar más investigaciones, incluidos experimentos al aire libre. CIEL dijo que esto ayudó al despliegue de la tecnología.

La jefa científica del PNUMA, la Dra. Andrea Hinwood, dijo que tales acusaciones eran injustas porque su organización no abogaba por estas tecnologías y subrayó que la prioridad era reducir las emisiones.

“Al mismo tiempo, no queremos encontrarnos en una posición en la que algunos meses o incluso años después nos pille desprevenidos y jugando a ponernos al día”, afirmó. “Sé que la gente piensa que esto puede crear un espacio en el que se apoyen estas tecnologías, pero también creo que no discutirlas es más problemático”.

En Nairobi, el destino de la propuesta suiza de utilizar geoingeniería solar pende de un hilo. Senegal, que inicialmente era copatrocinador, se ha echado atrás. Muchas otras naciones, entre ellas una vez más Estados Unidos y Arabia Saudita, han expresado sus dudas. Los delegados africanos han insistido en que no se utilice. Pero Wertli dijo que creía que el ambiente era más positivo que en 2019. “Esta vez, se puede ver que la gente está dispuesta a discutir porque el debate ha progresado”, dijo. “Hubo un reconocimiento general en el debate de apertura de que se necesita más investigación e información. Eso es nuevo y demuestra que la resolución responde a una necesidad”.

Traducción: Ligia M. Oliver

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