‘Me dieron 12 años y 74 latigazos de condena’: Confess, la banda encarcelada por tocar metal en Irán
Después de que sus canciones fueron consideradas propaganda blasfema, el dúo se vio obligado a huir a Noruega y pedir asilo. Ahora, como banda, escriben con ira sobre lo que tuvieron que afrontar.
Después de que sus canciones fueron consideradas propaganda blasfema, el dúo se vio obligado a huir a Noruega y pedir asilo. Ahora, como banda, escriben con ira sobre lo que tuvieron que afrontar.
Durante casi todo el tiempo que ha existido, se ha utilizado el heavy metal como música de protesta. En Paranoid, de Black Sabbath, lo primero con que nos bombardean es War Pigs: un ataque de siete minutos contra los políticos que instigaron la guerra de Vietnam. Iron Maiden hizo que su mascota, Eddie, asesinara a Margaret Thatcher en la portada de un sencillo; Metallica y Megadeth dedicaron los años 80 a arremeter contra las superpotencias de la guerra fría que no sabían si darse la mano o destruirse con armas nucleares mutuamente.
Nikan Khosravi, cantante y guitarrista de los thrashers iraníes/noruegos Confess, considera que su banda es otro acto de protesta en el linaje del metal. “Soy el niño que le dijo al emperador: ‘¡Estás desnudo!'”, exclama con orgullo y emoción en una llamada desde Noruega. Sin embargo, el quinteto no escribe sus salvajes temas sobre algún conflicto lejano, ni satiriza a un gobierno que seguramente los ignora.
A finales de 2015, Khosravi y su compañero de banda en Confess, Arash Ilkhani, fueron arrestados en su Irán natal. Su delito fue componer música metálica antisistema, motivo por el cual fueron acusados de blasfemia y propaganda contra el Estado y llevados a la infame prisión de Evin, en Teherán. Soportaron 18 meses de encarcelamiento mientras esperaban su juicio antes de salir bajo fianza y, tras un veredicto de culpabilidad que los condenó a seis años de prisión, solicitaron asilo en Noruega.
Revenge at All Costs, el primer disco de Confess desde aquel calvario infernal, documenta los últimos siete años, con Khosravi e Ilkhani ahora flanqueados por un trío de miembros noruegos. “Es un disco que cuenta historias”, afirma Khosravi, antes de compararlo con All Eyez on Me, de 2Pac, y Recovery, de Eminem, con una risita. “Es una visión personal de las cosas que pasaron. Queríamos hacer la declaración de que no se puede apartar a una persona de sus sueños. Nuestro segundo álbum se titulaba In Pursuit of Dreams, y nos arrestaron dos semanas después de lanzarlo. Estábamos persiguiendo nuestros sueños y, por nuestros sueños, fuimos a la cárcel“.
Al igual que el propio Khosravi, Revenge… es contundente, seguro y franco. La canción Evin retumba con inmensos acordes (producida por el colaborador de Lamb of God y Clutch, Gene “Machine” Freeman) y Phoenix Rises le sigue con una ráfaga de atléticas guitarras, mientras Khosravi gruñe una letra que se burla de sus antiguos carceleros: “Pensaban que seguramente estaba muerto / pero no me verán quieto hasta que mi maldito cuerpo se ponga rojo”.
“Cuando me mudé a Noruega, lancé esa canción y supongo que [el gobierno iraní] se enojó demasiado”, dice el líder. “Decían: ‘Está bien, tus seis años se están convirtiendo en 12 años y medio y 74 latigazos‘. ¿Qué demonios? Estamos en el siglo XXI, ¡¿74 latigazos?!“
Khosravi nació en una familia de clase media en 1993 en Teherán, su madre era profesora y su padre contador. La describe como un hogar liberal, enamorado de las artes, en un vecindario conservador. Después de escuchar los viejos discos de Pink Floyd que ponía su padre, a los 13 años descubrió bandas más pesadas como Slayer y Slipknot.
A los 15 años, cofundó Confess. La banda debutó en 2012 con el álbum Beginning of Dominion. Se centró en la religión, criticándola en un país cuyo censo oficial afirma que el 99.5% de la población es musulmana. Cuando Confess publicó su continuación, In Pursuit of Dreams, en octubre de 2015, el líder de la banda era objeto de una fuerte vigilancia por parte del gobierno iraní. Llegó a estar convencido de que habían interceptado su celular, ya que escuchaba inexplicables zumbidos y ecos cada vez que realizaba una llamada. Posteriormente, cuando salía con su novia de aquel entonces en Teherán, se dio cuenta de que un hombre los había seguido durante “cuatro o cinco horas”, tomándoles fotos. “Como soy tonto, fui y me enfrenté a ese tipo”, cuenta. “Estaba convencido de que era un agente del gobierno, pero simplemente me lancé: ‘¡¿Por qué demonios nos estás siguiendo?!’ Él dijo: ‘Como sea’, pero yo sabía qué estaba ocurriendo”.
“Ese mismo día, alguien robó el celular de mi novia”, agrega. “Así que mi teoría es que alguien utilizó el GPS o leyó nuestros mensajes sobre vernos y, a partir de ahí, nos siguieron”.
El lanzamiento de In Pursuit of Dreams le proporcionó al gobierno iraní toda la munición que necesitaba para atacar finalmente. La canción Thorn Within, que cuestionaba la existencia de Dios, se convirtió en el eje de la acusación de blasfemia del músico. Mientras tanto, la letra de Teh-Hell-Ran -que incluye “Este pueblo no es un lugar para vivir / Aquí hay que matar para no morir”, constituyó un pilar de las acusaciones de propaganda contra el Estado. “Están planeando crear un imperio en Medio Oriente, así que tienen que salir e invertir en propaganda”, comenta Khosravi. “No me sorprende que me arrestaran porque, sin saberlo, me encontraba frente a su multimillonario sistema de propaganda. Cantábamos una narrativa diferente, y los jóvenes se sienten más atraídos por otro joven que les dice eso”.
Khosravi fue detenido en su casa familiar en noviembre de 2015. Vio durante dos horas -“las dos horas más largas de mi vida”- cómo la Guardia Revolucionaria destrozaba su cuarto para confiscar evidencia antes de que se lo llevaran a rastras. “Mi mamá preguntó: ‘¿A dónde se llevan a mi hijo?’ Le respondieron: ‘Puedes preguntar por él en la prisión de Evin'”.
Ilkhani fue puesto bajo custodia simultáneamente. “Fue como Rápido y Furioso”, asegura Khosravi. “Había carros y sirenas porque pensaban que estaba huyendo, pero él solo estaba manejando hacia su casa”.
Khosravi fue puesto en aislamiento durante tres meses. “Te meten en una celda, cierran la puerta y entonces esperas a que empiecen los interrogatorios. Se convierten en algo divertido, porque lo único que quieres es salir de esa maldita celda, pero los interrogatorios solo duraron dos semanas, así que durante dos meses y dos semanas estuve en una celda 23 horas al día sin ver a nadie”.
“Solo hay una pared frente a ti con una gran puerta, y el silencio, un silencio indescriptible. La luz de tu celda está encendida las 24 horas del día, porque esa es otra forma de presionarte. Además, solo imagínate, en tu último interrogatorio, el tipo, cuando está saliendo de la celda, dice: ‘No creo que vaya a escribir un buen informe sobre ti’, y entonces se va. Comienzas a pensar; no te puedes dormir. No hay reloj en tu cuarto, no hay espejo. Básicamente te sacan de la sociedad”.
Liberado del aislamiento, permaneció en prisión otros 15 meses, y él e Ilkhani solo pudieron salir tras abonar una fianza de 80 mil dólares. El trauma y el estrés causados por el encarcelamiento terminaron con la relación de Khosravi con su novia. Además, por miedo a ser considerado culpable por asociación, ninguno de sus amigos se reunió con él una vez que fue liberado. “No me reuní con ninguna persona que conociera desde hace ocho años”, dice.
“Cuando me dieron los seis años [de prisión], mi mamá me dijo: ‘Te tienes que ir'”, continúa Khosravi. “Me convenció, junto con mi padre: ‘Preferimos ver que te vayas que verte ir a la cárcel'”.
Así que huyó. Khosravi cruzó la frontera entre Irán y Turquía sin pasaporte (es la única parte de su historia en la que no quiere profundizar), antes de que le ofrecieran asilo en Noruega. Ahí, por fin, se reunió con Ilkhani y reavivó Confess. “Ahora, nadie tocará la puerta”, dice Khosravi, el alivio en su voz es audible. “Ahora, tengo mucho potencial para causar daño desde lejos”.
Cuando le pregunto si la venganza a toda costa representa una victoria para él, Khosravi responde que sí, pero posteriormente parece estar dividido. Por un lado, cada paso que da y cada palabra que pronuncia como hombre libre desafía a sus antiguos captores; por otro, todavía está lleno de odio.
“Estamos declarando que no se le puede hacer esto a un ser humano”, declara. “Miles de personas renunciarían o darían la otra mejilla, pero ahora tienes a alguien que te persigue con las únicas armas que tiene: una pluma y una guitarra”.
Revenge at All Costs ya está a la venta a través de Rexius Records.