Que no te piquen las chinches…
Prácticamente erradicadas en los años 80, estas diminutas plagas han vuelto con ganas de venganza, y nadie está a salvo de las chinches, como ha descubierto Michael Hann.
Prácticamente erradicadas en los años 80, estas diminutas plagas han vuelto con ganas de venganza, y nadie está a salvo de las chinches, como ha descubierto Michael Hann.
No puedo decidir en qué momento de nuestra batalla contra las chinches llegamos al punto más bajo. ¿Fue cuando la profesora de primer grado de mi hijo llamó a mi esposa para expresarle su preocupación por la cantidad de picaduras que tenía en los brazos, el cuerpo y la cara? “Dice que son… picaduras de chinches”, dijo ella, incrédula. “Así es”, respondió mi mujer. “Tenemos una infestación y estamos en tratamiento”. “Oh, entiendo. He encontrado chinches cuando estuve viajando por África”. Las palabras “pero no enseñando en el norte de Londres” no se pronunciaron.
¿Fue cuando, durante cuatro noches seguidas, nuestra hija de ocho años nos mantuvo despiertos con su postura para dormir en forma de estrella, porque tenía demasiado miedo de dormir en su propia cama después de haberse despertado y ver un par de chinches holgazaneando en su almohada?
¿O fue cuando, quince días después de haber tratado químicamente la casa, desmonté laboriosamente la estructura de madera de su litera? Extendí sábanas blancas por el suelo para poder ver lo que caía por los recovecos de la estructura y, al final del proceso, las sábanas estaban manchadas de sangre de los cerca de 40 bichos vivos y bien alimentados que había aplastado. Mi hija se maravillaba de la cantidad de sangre que salía de cada bicho. No me atreví a decirle de dónde había salido tal sangre.
Llegados a este punto, es probable que estés pensando que nuestra casa debe de ser un vil cuchitril. Probablemente tengas razón. Todo ha estado muy parecido al siglo XIV este último mes con las chinches, los ratones y las polillas de la ropa. Pero ten cuidado: no somos los únicos. Las chinches están de vuelta, a pesar de haber sido prácticamente erradicadas en el mundo desarrollado en la década de 1980.
En Estados Unidos, durante la posguerra, se utilizó DDT para acabar con ellas. En este país, qué solución tan inglesa, las autoridades avergonzaron a la población para que buscara su propio tratamiento, estableciendo un vínculo entre la infestación y la negligencia, con lo que se estableció un estigma que perdura hasta hoy. De hecho, la limpieza o la falta de ella no influye en el hecho de que las chinches se instalen en tu casa. Lo único que les interesa es tu sangre. Si te las encuentras, hay bastantes posibilidades de que vengan a casa contigo. Y tú tienes muchas posibilidades de encontrártelas.
Stuart Hine, entomólogo del Museo de Historia Natural de Londres, calcula que la población de chinches de Londres se ha triplicado en esta década. Esta cifra está respaldada por las investigaciones de Bedbugs Limited, una empresa de exterminio fundada por el microbiólogo David Cain tras obsesionarse con estas criaturas.
Sin embargo, nadie sabe con exactitud cuál es la magnitud de la plaga de las chinches. No es obligatorio informar de las infestaciones, y aunque mucha gente llama al departamento de control de plagas de su ayuntamiento cuando las encuentra, los distintos ayuntamientos registran los informes de maneras diferentes. Cain recurrió a la Ley de Libertad de Información para solicitar los registros de los ayuntamientos londinenses sobre chinches. A grandes rasgos, barrio por barrio, los datos ofrecen poca ayuda. Solo cuando se desglosan casi calle por calle surgen patrones: un corredor de infestación de chinches que va desde Elephant and Castle hasta Lewisham, en el sur de Londres, o corredores que van desde Gatwick y Heathrow hasta el centro de Londres.
¿Por qué pican las chinches? ¿Qué las ha traído de vuelta a Gran Bretaña? La explicación más sencilla es la globalización. Las chinches son unos polizones muy eficaces: si duermes en una habitación infestada pueden meterse en tu equipaje o en tu ropa. Cuando llegas a casa, desembarcan y se instalan en los rincones más oscuros de tu dormitorio, saliendo en las horas previas al amanecer para chupar la sangre de tu cuerpo dormido. Como cada vez somos más los que viajamos al extranjero, a regiones donde las chinches nunca se erradicaron, es probable que cada vez seamos más los que las traigamos de vuelta. Prosperan en casas habitadas por un gran número de personas, donde pueden alimentarse y reproducirse libremente.
Nos dimos cuenta de que teníamos un problema de chinches justo después de Navidad. Mi mujer bajó las escaleras con un pequeño insecto, de color óxido, cuerpo plano y ovalado, de unos pocos milímetros de longitud, en un cuenco. “Este bicho se arrastraba por las literas”, me dijo. “¿Qué crees que es?” En menos de 20 segundos, Google Images había dado con la respuesta.
De hecho, las señales de advertencia eran evidentes desde hacía tiempo, solo que no las habíamos visto. Antes de Navidad, nuestro hijo tenía un sarpullido en la pierna que no desaparecía y el médico había sugerido que era una alergia. Resultó que en su habitación había relativamente pocos bichos, mientras que en la de nuestra hija había una infestación mucho más grave, y sin embargo nunca vimos una marca en su piel. Resulta que muchas personas no reaccionan a las picaduras y no se dan cuenta de que tienen un problema hasta que encuentran un insecto vivo. Sin embargo, lo que más nos llamó la atención fue lo que señaló el exterminador cuando vino. Prácticamente en todas las juntas de la estructura de madera de las literas había puntitos negros, como si hubieran golpeado la madera con puntas de bolígrafos. Esas marcas negras resultaron ser heces de chinches.
¿De dónde habíamos sacado las chinches? El exterminador calculó que nuestra casa había estado invadida durante cinco meses, lo que, en mi opinión, sugería que las habíamos traído de una casa de vacaciones en Francia en verano. Desde luego, recordaba que me picaron una noche allí, cuando estaba seguro de que no había mosquitos en la habitación. Pero el exterminador creía que los habíamos recogido en el transporte público. Nos dijo que era allí donde la mayoría de la gente se contagiaba de chinches. Es una lógica simple: un gran número de personas, entre ellas muchas que han regresado del extranjero (pensemos en los corredores de infestación desde los aeropuertos de Londres hasta la ciudad), ofrecen a las chinches un abanico de huéspedes. Pero las empresas de transporte no tienen la culpa. ¿Esperamos que registren a todos los viajeros en busca de chinches? ¿Podrían revisar cada autobús y cada tren todas las noches en busca de chinches? Eso es lo que haría falta para limpiar el sistema de transportes. Mientras tanto, David Cain da un consejo a los viajeros: “No te sientes en el transporte público”.
Cuando el exterminador trató las habitaciones de nuestros hijos, nos dejó un largo manual de instrucciones. Los niños debían permanecer en sus habitaciones porque, si se eliminaba la fuente de alimento de los bichos, acabarían infestando nuevas habitaciones. Debíamos examinar las camas todos los días en busca de bichos vivos y muertos, y al cabo de dos semanas debíamos “limpiar a fondo” sus habitaciones con la esperanza de erradicar a los últimos rezagados. Aquellos quince días parecían eternos. Fue durante ese tiempo cuando la profesora de nuestro hijo hizo la llamada que nos avergonzó. El último día de la quincena desmonté las literas y las encontré llenas de bichos vivos. Incluso después de la limpieza a fondo, realizada por una mujer que nos aconsejó que, además de no sentarnos nunca en el transporte público, debíamos quitarnos siempre la ropa antes de entrar en un dormitorio, seguíamos necesitando otro tratamiento químico. Eso tuvo lugar la semana pasada. Rezamos para que la semana que viene estemos limpios y podamos volver a matar ratones.
¿Así que nadie tiene una buena palabra para las chinches? Incluso Stuart Hine, que al ser entomólogo dice que puede apreciar la belleza de cada insecto, no encuentra nada que admirar. David Cain expresa un respeto a regañadientes por su capacidad para prosperar junto a los humanos durante miles de años, a pesar de nuestros esfuerzos. Pero yo defenderé a estas plagas. Entre las cosas que he descubierto está que la chinche de cama tiene un estilo único de apareamiento, conocido como inseminación traumática, en el que el macho simplemente clava su esperma en la cavidad corporal de la hembra, sin pasar por sus genitales. El profesor Mike Siva-Jothy, de la Universidad de Sheffield, ha descubierto que el resultado es una “reducción del 25% en la esperanza de vida de las hembras”, una cifra sorprendentemente baja. Siva-Jothy cree que un órgano único, el espermalegio, que protege a las hembras, podría ayudar en el futuro a los científicos a producir un medicamento que reduzca la transmisión de enfermedades. Hay más: ¿qué contiene una chinche bien alimentada? Sangre humana. Algunos criminólogos creen que buscar chinches vivas en las escenas de los crímenes podría proporcionar a los investigadores una fuente de ADN. No digo que no me alegre cuando las nuestras desaparezcan. Pero les tengo un poco más de simpatía que hace un mes.
Cómo detectar una infestación
- Busca erupciones inexplicables, aunque una de cada 10 personas no responde a las picaduras. Si reaccionas mal, toma antihistamínicos.
- Comprueba si en el bastidor o en las juntas de los muebles hay puntos negros de entre 0.5 mm y 1 mm: heces de chinches. Contrariamente al mito, las chinches no viven en el colchón, aunque pueden encontrarse en las costuras.
- Comprueba si hay manchas de sangre en las sábanas: es posible que te hayas dado la vuelta y hayas aplastado a una chinche después de que se haya alimentado de ti.
- Si tienes una infestación grave, es posible que notes un olor dulce y rancio alrededor del bastidor.
Qué hacer si estás infestado
- Llama a una empresa de exterminio profesional y comprueba sus credenciales. Muchas empresas de control de plagas se han diversificado hacia el control de chinches sin ninguna experiencia. Siguiendo el consejo de la página web de una empresa, pusimos latas forradas de grasa alrededor de las patas de la cama (para evitar que los chinches treparan por ellas). El exterminador se rio de nuestra estupidez. No intentes matar los bichos tú mismo: el año pasado, una mujer estadounidense hizo explotar su casa al encender varios “nebulizadores” insecticidas simultáneamente: el propelente provocó la ignición de su suministro de gas. Tampoco utilices un insecticida en aerosol: matarás a algunos, pero los más aptos simplemente huirán a otra habitación.
- No tires tus muebles. Lo más probable es que esparzas los insectos por toda la casa.
- No huyas de la habitación infestada. Las chinches quieren comida y calor: si te vas, te seguirán.
- Habla con tus vecinos. Es posible que tus chinches provengan de ellos, o que tú les hayas pasado las tuyas. Uno de los clientes de David Cain denunció una infestación recurrente. Un vecino volvía a infestarlo y se calcula que en su casa había unas 150 mil chinches (la infestación promedio es de unas 100).
- Que no cunda el pánico. Las chinches no transmiten enfermedades y su presencia no te convierte en un ser inmundo.
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