‘Cuidarme del Covid nunca se trató de mí’

Yo pensé que formaba parte de un grupo privilegiado. Soy joven, sana, hago ejercicio, no fumo. Es más, antes de diciembre 2020 nunca me habían inyectado, y el procedimiento médico más invasivo que he tenido fue cuando me sacaron una muela del juicio en septiembre y ni siquiera me hinché. Pero también vivo en la misma casa que cuatro de las personas más importantes de mi vida. Por eso, cuidarme del Covid nunca se trató de mí

El 10 de diciembre, exactamente una semana después de un brote misterioso de urticaria, me tuve que hacer una prueba Covid y salí positiva. ¿Cómo era posible si yo hacía todo bien? Ese día llegué a encerrarme a mi cuarto por más tiempo del que pensé que debía encerrarme. Ahora formaba parte del grupo de los infectados. 

Cuando eres esa persona “súper sana y fuerte” como yo, lo que más escuchas es “tranquila, vas a estar bien”, y sí, cumplo con todos los requisitos para que no me pase nada. Pero en realidad nunca sabemos cómo se va a portar este bicho, y aunque estaba con las estadísticas a mi favor, es bien fácil hablar de estadísticas hasta que te toca ser un numerito en las cifras

Mi salud nunca fue mi preocupación, pero la salud de mi familia sí. Todos se hicieron la prueba unos días después que yo y en esa ocasión salieron todos negativos. De alguna forma pude relajarme y, ahora sí, preocuparme por mi salud ya que por fin empezaba con los síntomas característicos. 

Me di cuenta que nadie te dice realmente que te puede pasar cuando te da Covid, pero es entendible porque esto nunca había pasado, y todos los miembros del grupo de los infectados lo viven de forma diferente. Para mí fue un golpe durísimo físico y emocional, con una sensación de vacío interminable que personas cercanas a mí también sentían. 

En realidad, mis peores días de enfermedad fueron soportables, porque me estaba pasando a mí y de cierta forma estaba bajo control. El golpe más duro fue unos días después de Navidad cuando mi papá se sentía un poco mal, luego se quedó sin olfato, luego se hizo la prueba y resultó positivo. A diferencia de mí, mi papá no tenía todas las estadísticas a su favor, y mi peor pesadilla siempre fue contagiarlo a él más que a nadie.

Ahora mi papá también era parte del grupo de los infectados, y como miembros del mismo grupo sabíamos lo que sentía el otro. Que cuando respondes que estás bien en realidad significa que no estás peor, pero tampoco estás mejor y no sabes cuándo va a acabar esto. Pienso que ambos sentimos que era horrible que esto nos hubiera pasado, porque es algo que no le deseas a nadie, y menos a las personas que más amas. Yo sabía a lo que se iba a enfrentar mi papá, y mi papá experimentó todo por lo que tuve que pasar y duele saber que alguien que amas tenga que sufrir todo esto.  

La semana pasada, por primera vez en mi vida, bueno, por primera vez que yo recuerde, mi papá me llevó al hospital. Nos sacaron las placas de tórax y nuestros pulmones no tienen daño visible. Ahora sé que sigo siendo súper sana, así que probablemente la sensación aplastante en mi pecho era ansiedad. Aún así, tengo que enfrentarme a la posibilidad de secuelas, visibles e invisibles, y tengo que rehacer mi vida con la confianza de que estoy bien, pero estoy aterrada de tener que pasar por todo esto otra vez. 

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