‘En la política de la 4T hay un ataque directo a la ciencia’: Julia Tagüeña

La ciencia no debería manejarse por sexenios. No debería haber una estrategia de ciencia de Felipe Calderón, otra de Enrique Peña Nieto y otra de Andrés Manuel López Obrador. En una democracia, el apoyo a la investigación científica y tecnológica debería ser transexenal, extendido en el tiempo. Pero en México, esto no ocurre. El inicio de una administración se traduce en cambios bruscos al modelo vigente. Julia Tagüeña lo sabe. 

“No hemos logrado eso (el apoyo transexenal), pero es a lo que deberíamos de aspirar. Lo que se había conseguido, proyectos transanuales a partir de fideicomisos, se ha venido abajo”, dice en entrevista para La-Lista. Tagüeña es un ícono de la ciencia en México. Estudió Física en la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) y es doctora en Ciencias por la Universidad de Oxford, en Gran Bretaña. Es una apasionada de la investigación y una activista de la comunicación y la formación científica. Cinco sociedades la tienen entre sus miembros y ha desempeñado roles estratégicos en instituciones claves, el último: coordinadora general del Foro Consultivo Científico y Tecnológico AC (FCCyT), el órgano asesor del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt). 

Renunció en junio de 2020, un años y seis meses después de que iniciara la presidencia de López Obrador. Lo hizo porque el foro pasó a ser un organismo pasivo, sin presupuesto para funcionar. El artículo 38 de la Ley de Ciencia y Tecnología indica que el Conacyt está obligado a darle fondos para su operación y así ocurrió durante 17 años, hasta 2019.

presupuesto asignado al Foro Consultivo Científico y Tecnológico

2003
2004
2005
2006
2007
2008
2009
2010
2011
2012
2013
2014
2015
2016
2017
2018
1er semestre 2019

10,982,313
10,252,600
17,570,000
24,941,199
24,950,000
29,014,774
34,396,257
32,700,000
20,000,000
32,000,000
40,000,000
35,000,000
38,000,000
40,000,000
32,000,000
33,577,035
16,422,965

El foro ganó la suspensión definitiva de esta decisión y obtuvo un amparo en primera instancia, pero siguió sin recibir recursos. “No tenía ningún sentido que yo pretendiera coordinar algo que había tenido que pasar a un estado pasivo”, explica la científica. Dejar sin presupuesto al foro fue el primer “golpe” de la nueva administración contra la estrategia de ciencia que estaba vigente, luego siguió la extinción de los fideicomisos de ciencia y tecnología y los señalamientos hacia Tagüeña por irregularidades en el manejo de recursos públicos. “Es un ataque directo a la ciencia.  Hay que aclarar que el foro cuenta con todos informes técnicos y administrativos aprobados por el Conacyt”. 

Con los cambios en la estructura gubernamental, ¿cómo funcionará la ciencia?

-Esto está relacionado con la Ley General de Ciencia, Tecnología e Innovación, que todavía no ha llegado al Congreso. Se va a tener que discutir la ley en algún momento, todavía no estamos en esa fase. Cuando en 2019 se hizo un cambio en el artículo 3 de la Constitución, surge la obligación de hacer una nueva ley general de ciencia, tecnología e innovación. Con esta nueva ley, el foro consultivo creado en 2002 desaparece, porque estaba en una ley que va a dejar de ser vigente muy pronto. Lo ideal sería que en esta nueva ley existiera otro órgano autónomo, no necesariamente el mismo, sino un nuevo órgano autónomo que sirviera seguramente para épocas diferentes.

Una nueva ley en el horizonte

El 15 de mayo de 2019 se modificó la fracción V del artículo 3 de la Constitución, para que toda persona tenga derecho a gozar de los beneficios del desarrollo de la ciencia y la innovación tecnológica. Este cambio derivó en la necesidad de crear una nueva Ley General de Ciencia, Tecnología e Innovación. 

El plazo máximo para que la nueva legislación fuera aprobada era el 15 de diciembre. No ocurrió. Siete días antes de que se venciera la fecha, María Elena Álvarez-Buylla, directora general del Conacyt, dijo que la iniciativa sería entregada al presidente. Y el 14 de diciembre el consejo aprobó un anteproyecto en lo general. 

Para Tagüeña, la propuesta es “una ley centralista, totalmente concentradora, pero además que limita la libertad de investigación porque supedita los temas en las convocatorias a temas de interés para el Estado. Dirigir la investigación hacia lo que considera el Estado prioritario nunca ha funcionado y tenemos muchos ejemplos de que eso es un desastre para los sistemas de ciencia y tecnología”. 

Diversos colectivos de científicos, entre ellos ProCienciaMX, manifiestan la misma preocupación. Consideran que es preocupante que el Conacyt tenga un papel central en la toma de decisiones y se tenga la intención de establecer una agenda de investigación, lejos de la libre creación.

–¿Cuáles son los puntos que más le preocupan de esta propuesta de ley?

Como soy investigadora de una universidad pública, sobre todo me fijo en el control de los temas de investigación. Pero parece ser que los muy afectados son los centros públicos de investigación Conacyt, ahí también hay una serie de reglas que realmente los perjudican: en lugar de darles más autonomía hay mucho más control. Lo que más me preocupa es este tema de la libertad del derecho de controlar lo que se investiga y la falta de asesoría autónoma. El control llega por muy diversos lugares porque es una ley completamente ideológica y yo creo que la ciencia no puede estar sujeta a una ideología, tiene que tener libertad y, de hecho, unirnos en diferentes ideologías. Obviamente todos los seres humanos tenemos una cierta posición, no hay ningún problema en que tengamos posiciones diferentes, pero esa posición no puede ser la que defina qué y cómo se tiene que investigar. 

La ciencia en la pandemia

Una pandemia de este tipo sólo puede ser resuelta por la ciencia, afirma la investigadora. “Y eso es lo que está haciendo. Realmente la ciencia es clave en todo esto, es gracias a ella que se entiende que está pasando, se explica que es un virus y da la posibilidad de resolverlo a través de la vacunación. El tema es que se escuche a la ciencia, a los científicos y que se tomen medidas basadas en hechos”.

–¿Se les está escuchando?

Parcialmente. Creo que hay algunas instituciones que sí, que están funcionando fantásticamente bien, por ejemplo, creo que el trabajo que está haciendo la UNAM es excelente, los institutos nacionales de salud son una maravilla por el trabajo que están realizando y muchas otras instituciones. Sí hay un trabajo científico muy notable, pero definitivamente la ciencia no es la que está definiendo las decisiones que se toman en este país. La política en México no está escuchando a la ciencia”.

Tagüeña es una de las científicas, intelectuales y representantes de la sociedad civil que, el pasado 8 de febrero, firmaron una carta en la que solicitan al presidente López Obrador cancelar de manera temporal los megaproyectos –Tren Maya, la refinería de Dos Bocas, el aeropuerto de Santa Lucía y el proyecto Chapultepec– para invertir parte de esos recursos en la compra de vacunas. Además, piden que se apoye la producción de una vacuna en México, que el Consejo de Salubridad General garantice y transparente la aplicación de las vacunas, que el uso del cubrebocas se vuelva obligatorio y se impongan medidas de contingencia para las personas que llegan al país. 

El mismo día, en su conferencia matutina, el mandatario rechazó la propuesta. “No hace falta. ¿Cómo vamos a cancelar el Tren Maya y la refinería? No, generan empleos, van a impulsar el turismo, el sector energético, no hace falta nada más”, dijo. 

“Es un buen momento para replantearse: ¿será que lo estamos haciendo tan bien? ¿Será que no podemos hacer algo diferente? En realidad yo no tengo ninguna duda de que todos, todos, absolutamente todos –gobierno, científicos, todos los mexicanos– nos duele la muerte de más mexicanos y todos queremos que esto se resuelva”, afirma la científica. “Y es una propuesta para tratar de ayudar, es un deseo de que no se siga muriendo la gente”. 

Porque esta no será la última pandemia. “Lo puedo asegurar”. Por eso considera importante invertir en ciencia en un país donde, desde su perspectiva, no ha recibido el apoyo que debiera. Aunque reconoce que sí ha habido un avance importante con el programa de becas y el Sistema Nacional de Investigadores. En los últimos tres años, el número de becas y estímulos del sistema ha superado los 358,000: 116,453 en 2018, 118,505 en 2019 y 123,655 en 2020, según cifras del Conacyt. 

“La pandemia es un parteaguas para la humanidad. Solamente con ciencia y con las mujeres participando vamos a sobrevivir, yo creo que la gente no se ha dado cuenta del peligro en el que está nuestra especie”, dice. “(En la pandemia), las publicaciones de las mujeres han bajado porque además de seguir haciendo su investigación cuidan la casa, la escuela de los niños, sus padres enfermos, porque el servicio tradicionalmente está en manos de las mujeres. Uno de los cambios que tiene que haber es que los hombres tienen que entrarle al servicio de una manera diferente”.

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