‘Tenía ganas de vacunarme, pero para tener una protección adicional’: Héctor Franco, 73 años
©Foto: Angélica Escobar/La-Lista.

Vivió una Guerra Civil, un exilio y este jueves se vacunó para sobrevivir a una pandemia. Florentino Sáez es de los pocos sobrevivientes de los llamados Niños de Morelia, un grupo de 456 menores que escaparon de las bombas en España y llegaron a México en 1937, a bordo del buque Mexique.

Tenía 8 años. Ahora, 92”, explica su hija a La-Lista, mientras con un brazo acompaña a su papá y, con el otro, sostiene una sombrilla que los cubre a los dos. Sáez no responde porque no oye las preguntas. 

Pasan de las 12 del mediodía y ambos salen de una de las sedes de vacunación de la alcaldía de Coyoacán, en la Ciudad de México: el Centro de Estudios Navales en Ciencias de la Salud (CENCS) de la Secretaría de Marina-Armada.

El miércoles 24 comenzaron las inoculaciones a los vecinos mayores de 60 años en esta alcaldía y en la de Tlalpan. Es la quinta fase del proceso de vacunación en la capital del país, después de que en otras 11 ya se han aplicado las dos dosis a este grupo de población.

Un cartel en la entrada del CENCS recuerda que este día toca vacunar a los apellidos iniciados por las letras C, D y E. En el caso de los matrimonios, solo se tiene en cuenta la de uno de ellos. 

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©Foto: Angélica Escobar/La-Lista.

La Marina al frente

Pasan escasos minutos de las 9 de la mañana y en la banqueta de la calzada de la Virgen, a la altura del número 1800, se dibuja una escena más propia de los eventos multitudinarios de la antigua normalidad. Adultos mayores protegidos con cubrebocas, caretas y sombrero, y con la hoja de su cita impresa en mano, se arremolinan en la entrada del CENCS

Personal del gobierno de la Ciudad de México, que se identifican por su chaleco verde, les indican el inicio de la fila, que ya tiene forma de ‘u’, mientras otros, ayudan a descargar las sillas de ruedas de los vehículos que se estacionan temporalmente delante de la puerta principal, como si de un aeropuerto se tratara.

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Área de espera. ©Foto: Angélica Escobar/La-Lista.

Los Servidores de la Nación integran las brigadas de vacunación junto con los profesionales de la salud, que aplican las dosis, y miembros de las Fuerzas Armadas, que las distribuyen y las custodian.

Son las únicas facultadas para mover el biológico”, explica a La-Lista el capitán Miguel Ángel Rosales. “La trasladamos desde el aeropuerto a los almacenes, y lo distribuimos a las sedes”.

El CENCS es una de las siete que tiene encargada la Marina. Justo en la entrada, hay la primera carpa que sirve de sala de espera, con sillas ordenadas a unos dos metros de distancia entre una y otra.

Una vez les llega el turno, los candidatos a inyectarse entran al espacio principal, donde se registran, se vacunan y permanecen unos 30 minutos en observación. Todo es al aire libre, cubierto con lonas blancas y las mesas de registro y vacunación forman los pasillos que ordenan el tráfico de personas. 

En cada mesa hay dos hieleras — “termos”, aclaran las enfermeras — de color azul, parecidas a las de playa, donde se guardan los viales. A cada rato, miembros vestidos de camuflaje y con un chaleco que reza “MARINA” llegan con un termo en mano para rellenarlas

“El agente de Marina tiene que supervisar el biológico y, al terminar, tiene que recoger los frascos correspondientes a los suministrados, para garantizar que no se desvía ningún vial. Esa es la misión de la Marina”, explica el capitán Rosales.

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Capitán Miguel Ángel Rosales. ©Foto: Angélica Escobar/La-Lista.

El coordinador es esbelto. Supera el metro 70 de altura y usa lentes sin micas. Lleva un cubrebocas quirúrgico debajo de uno de neopreno negro y apenas se le ven canas debajo de la gorra. No suelta el celular porque tiene que estar atendiendo la corriente de llamadas

“¿Cuánto cabe en una hielera? 132. Si son 2,000 de la segunda dosis, son 500 viales. Y, ¿de la primera dosis? 1,023. Ok. 1,423 en total. ¿Cuántos termos de hielo en total? Déjame hacer unas llamadas porque sí está medio complicada la logística. No eches los viales hasta que te diga, para no estar manipulando”.

La agilidad mental que da la trigonomería y la álgebra lineal que enseñan en el CENCS, los marinos la tienen que usar para diseñar la logística que permita la máxima eficiencia vacunando personas

En Coyoacán se administra la vacuna de Pfizer. En Tlalpan, la Sinovac, y en Iztacalco, Xochimilco y Tláhuac, justo terminaron las segundas dosis de la Sputnik V. “Cada vacuna tiene una logística diferente”, explica el capitán. “De las más fáciles de gestionar son las de Sinovac y Pfizer. La ventaja de Pfizer es que una vez que la descongelas, te da 120 horas para aplicarla. La Sputnik, 120 minutos”.

Las que este jueves se inyectaron en esta sede se descongelaron el martes, por lo que hasta el domingo se pueden administrar. Cada vial da para seis dosis, por lo que en cada mesa de vacunación ese es el número de personas que se inoculan en cada tanda. No se abre un frasco si no hay seis personas con los brazos descubiertos. Si al final del día no llegan a esa cifra, se les reprograma la cita, asegura el capitán.

Preferíamos de la Pfizer, porque tiene mayor reconocimiento y un porcentaje más alto de efectividad”, reconoce Socorro Romo. “Estaba indecisa, ¿sabe por qué? Porque soy muy sana”, explica otra señora, de 92 años y que no quiere identificarse, mientras espera a que la enfermera la inyecte la primera dosis.

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©Foto: Angélica Escobar/La-Lista.

Poca euforia

El presidente Andrés Manuel López Obrador dijo este miércoles que personal de la secretaría de Defensa y de Marina empezaría a administrar dosis, aunque profesionales de la Salud de la Marina en el CENCS aseguran que ellas llevan haciéndolo desde el 24 de diciembre. El capitán Rosales desconoce cuándo se aplicará esa medida.

El ejecutivo tomó esa decisión porque las nuevas cepas del virus amenazan con una tercera ola de contagios y porque a pesar de que hasta el 25 de marzo México recibió 9,588,22 vacunas, solo se han aplicado 6,243,886.

En el CENCS, la capacidad instalada es para vacunar a unas 8,000 personas diarias. En el primer día, llegaron a 5,567 y el jueves, a 6,999. El capitán dice que va en función del censo correspondiente a las iniciales que vacunan en cada jornada. Por persona, en total, se tarda aproximadamente una hora.

Adultos mayores en el CENCS califican el último año como “tranquilo” o “encerrados”. Hay poca euforia a la hora de recibir la vacuna, como si supieran que van a firmar un contrato donde lo que pesa más es la letra pequeña.

“Supongo que da un poco de certeza, aunque todavía falta la segunda dosis”, explica Fabián Ledesma, que lleva un cartel colgado del cuello que le identifica como “Acompañante” de su madre en esta jornada. “No creo que haya mucha diferencia a partir de ahora, a lo mejor psicológicamente. Todavía no es del 100% la vacuna. Además, cada quién reacciona distinto”.

Ninguno de los consultados cree que la vacuna cambie nada a partir de ahora o que les permita hacer algo distinto. “No veremos más que a la familia, vamos a seguir cuidándonos”, explica Héctor Franco, al salir del CENCS. Tiene 73 años y se lleva una silla plegable por si la espera se alargaba. No le hizo falta. “Tenía ganas de vacunarme (pero) para tener una protección adicional”. 

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