Talento y suplicio
Foto: fcbarcelona.es

Frenkie De Jong está sufriendo un calvario en el FC Barcelona justo antes de iniciar su cuarta temporada. El joven mediocampista llegó del Ajax en la temporada 2019-20, luego de volverse el hombre orquesta de aquel equipo que dirigió Ten Hag. Desde entonces no ha podido afianzarse en Cataluña, aunque es uno de los jugadores que más minutos acumula. Se sabe que es difícil ser holandés y estar vinculado al Barcelona, pero lo es aún más si juegas en el medio campo y no cubres las expectativas.

A finales de mayo, Xavi señaló que por su calidad y ascendencia en el vestuario, él era uno de los jugadores que debían dar un paso al frente para que el equipo mejorara. Una consigna certera para que el jugador espabilara. El entrenador, exmediocampista de abolengo, sabe detectar el talento y explotarlo, por eso exige tanto del holandés.

Frenkie es uno de esos jugadores de alta calidad técnica y comprometidos, que analizan los videos del partido nada más acabar y piden la retroalimentación del entrendador. Es, también, uno de los activos más valiosos del club, por eso los directivos contemplan su venta, que supondría un gran respiro para las arcas azulgranas. Pero su representante, Ali Dursun, no ayuda mucho, porque ya desestimó la oferta del Manchester United y hay visos de que hará lo mismo con la del Chelsea (ambas superan los 80 millones de euros). El Barcelona sigue abierto a la negociación, pero jugador y representante insisten en cumplir su contrato (con un sueldo anual de 11 millones de euros netos por cuatro años) y en que Frenkie quiere triunfar como blaugrana.

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Lo que se juzga del holandés no es su valía en el equipo, sino su reticencia a rebajarse el sueldo para ayudar al club desde lo económico. Fue uno de esos fichajes presidenciales que el propio Bartomeu convirtió en uno de los emblemas de su administración. Y tuvo tiempo aún Bartomeu de firmarle su primera ampliación de contrato antes de dejar la presidencia en octubre de 2020; aquello fue el acabose, porque a pesar de que el club estaba al borde de la quiebra, el presidente le dio sueldos desorbitados a los jugadores (incluidos Lenglet, Piqué y Ter Stegen –quienes ya accedieron a rebajar sus emolumentos–) y heredó una nómina en números rojos.

Su fichaje sirvió para recuperar un poco de ilusión entre los culés luego de caer en semifinales de Champions contra el Liverpool. Ahora, que la ilusión y los jugadores son otros, Frenkie parece no tener cupo. Si algo ha caracterizado a la administración de Laporta es su intento por borrar todos esos errores y lastres económicos que Bartomeu dejó como herencia. Xavi está de acuerdo, Laporta está de acuerdo e incluso Jordi Cruyff está de acuerdo en negociar su salida, pero el holandés se obstina y cree que puede ser pieza clave en este nuevo proyecto culé. También se debe contemplar que a Xavi le gustaría que se invirtiera el dinero de la venta de De Jong en el fichaje de André Silva, del Manchester City.

Si De Jong logra quedarse en el equipo esta temporada, la presión será extrema. Quizá así logre, por fin, explotar todas sus capacidades.

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