No es una película sobre pandillas, estructuras criminales o sólo homosexualidad, sino sobre “una sociedad con una brújula moral pervertida”, donde enamorarse es equivalente a matar, dicen en entrevista la cineasta Marlén Viñayo y el periodista Carlos Martínez, sobre la que se ha convertido en la primera película salvadoreña calificada para competir por una nominación a los premios Oscar