Advierten que AMLO traiciona la independencia de la propiedad intelectual
Andrés Manuel López Obrador. Foto: Presidencia de México vía EFE.

El presidente Andrés Manuel López Obrador señaló ayer miércoles 6 que habrá una integración de dos dependencias: el Instituto Nacional del Derecho de Autor (Indautor) y el Instituto Mexicano de la Propiedad Industrial (IMPI). Ante la pregunta de un reportero sobre la situación actual del Indautor, derivado de la muerte de su director, Hugo Contreras Lamadrid en octubre pasado, el mandatario dijo:

“Esta oficina de derechos de autor está en Cultura y hay también una oficina que tiene que ver, más que nada, con derechos de patentes, estamos buscando que se integren, que esté en economía. Entonces, la nueva secretaria de Economía, Tatiana Clouthier, me pidió –y lo traté con la secretaría de Cultura– si se puede integrar”.

La-Lista entrevistó a José Luis Cabellero Leal, especialista en derechos de autor para conocer las posibles implicaciones de esta decisión.

¿Qué significa la unificación del IMPI y del Indautor en términos operativos? ¿Es algo viable?

Desde el punto de vista administrativo esto supone la desaparición de un órgano desconcentrado dependiente de la Secretaría de Cultura, el Indautor, para incorporarse a un órgano descentralizado de la administración pública que es el IMPI, cuya cabeza de sector es, precisamente, la Secretaría de Economía. 

No sólo implica toda una tarea de orden administrativo para lograr la integración, adicionalmente impulsar una reforma legislativa que armonice las disposiciones de la Ley Federal del Derecho de Autor con las de la nueva Ley de la Propiedad Industrial para armonizar y conferirle al IMPI tareas que de ninguna manera, ni en su objeto, ni en su funcionamiento, ni en la razón de ser, le competen, y que tienen que ver con la tutela de los bienes culturales, pero también con la defensa de los derechos de los creadores, artistas, productores y adicionalmente la preservación de todo el acervo cultural de la nación.

Con esta inédita propuesta que sin duda con el Congreso que se cuenta será avalada sin la mínima discusión y el menor razonamiento, el presidente López Obrador –con el inédito aval de la Secretaría de Cultura–, traiciona no solamente una historia de independencia de la propiedad intelectual o de la clara separación entre el derecho de autor y los derechos de la propiedad industrial sino que convalida lo que desde el día uno de su gobierno se ha evidenciado que es el desprecio total por la cultura.

¿Cuáles serían las posibilidades de desastre? 

Lo que va a suceder es que el derecho de autor se va a convertir en un simple registro, obviando el espíritu y el principio tutelar que establece no sólo la Constitución sino particularmente los distintos instrumentos internacionales que México ha suscrito de una férrea defensa de los derechos de los creadores. Ahí el primero, se va a convertir en una simple oficina de registro.

Segundo, que no se pueden mezclar las obras y los intereses de los creadores que, por su naturaleza, tienen una vocación universal con los derechos de la propiedad industrial que tienen una naturaleza rigurosamente territorial.Advierten que AMLO traiciona la independencia de la propiedad intelectual - david-monje-gc6RDoCXLxI-unsplash-scaledPhoto David Monje / Unsplash

El derecho de autor es un privilegio que el estado concede a favor de los creadores, por el simple hecho de la creación, en donde el registro no se convierte en un elemento que sea necesario para la obtención de la protección legal. En cambio, todos los temas de la propiedad industrial están sujetos a registro, precisamente, por el propósito de que se otorgue la patente o el derecho exclusivo, a través, de la marca. Pasamos de un sistema que no reconoce fronteras a un sistema que está limitado para las fronteras territoriales de cada uno de los países.

Tercero: en la defensa y tutela de los derechos de autor desaparece el organismo especializado que junto con otros muchos en el mundo se dedicaba exclusivamente a atender los temas del derecho de autor. Con esta función vamos a tener un superorganismo de la propiedad intelectual que va a conjuntar ambos sectores, en donde por igual se hablará de marcas, patentes, denominaciones de origen, que lo mismo alguien invocará temas de derechos de autor.

La falta de especialización, a lo que nos vamos a enfrentar es a la improvisación, lo cual me parece que en un tema que tiene la trayectoria, el antecedente y la importancia en un país como México, esto lo que augura es justamente el desastre.José Luis Caballero, especialista en propiedad inteletual

En cuarto lugar, van a tener que integrar grupos de trabajadores que conforman ambas dependencias. El Indautor ha de ser una dependencia que deba tener alrededor de unos 150 empleados que tendrán que ser de una u otra forma absorbidos en una infraestructura administrativa que, pues claramente no tiene dentro de su organigrama ni cabida a ese número de personas ni tampoco asignación de funciones específicas.

Y en quinto lugar, es un tema que ciertamente va a causar no solamente rayos, chispas y centellas sino problemas verdaderamente graves y delicados en el tratamiento jurídico o en la coexistencia que el IMPI tenga que darle a la figura de las marcas con la indeseable figura de las reservas de derechos, temas que si ya con la separación de los organismos provocan choques frontales de titulares de derechos en los mismos elementos protegidos, pero con distintos titulares en la integración de estas mismas actividades como parte de la misma dependencia eso lo que augura es nuevamente caos.

‘Lo que menos le importa a este gobierno es la protección de la cultura’

En palabras de José Luis Caballero, lo que se avisa ahora “finalmente es un desorden administrativo”, pero sobre todo la falta de certeza jurídica para los titulares de los derechos de autor que con mucha desesperanza van a cerciorarse que la protección a la cultura, el impulsar la cultura que se haya manifestado con la desaparición de los fideicomisos, especialmente del sector audiovisual, y mucha otras acciones que lo que han evidenciado es que lo que menos le importa a este gobierno es la protección a los sectores culturales.

En este afán de López Obrador de buscar ahorros en temas que ignora y de los que pareciera ser que sus asesores igualmente son incapaces de alertarlo de consecuencias nefastas, este es uno más, y en el que después de 2 años, no había sido tan agredido y de forma tan directa. Tan lamentable y preocupante.

¿Cuál sería el mensaje internacional que se proyecta con este panorma?

Es una pésima noticia. México era, o es, debo decirlo, al día de hoy, uno de los países que goza de un gran prestigio y reconocimiento precisamente por esta división y separación tan clara que tiene de los dos campos de propiedad intelectual. Ha sido motivo no solamente de reiteradas expresiones de apoyo al caso de México, sino que esa institución ha sido modelo y ejemplo de fortaleza e independencia frente a otros sistemas que operan de manera distinta.

En muchos países latinoamericanos no existen las oficinas de derechos de autor como tal,  los registros públicos, como es el de la propiedad del comercio, dan cabida a los temas de derechos de autor como una actividad registral más, es decir, no hay realmente una oficina que se dedique a la defensa y al impulso de los derechos de los creadores y particularmente a la preservación del patrimonio cultural de la nación. Entonces el mensaje que manda México hacia el mundo con esta fusión de las oficinas, es la claudicación de la defensa de los derechos de autor y la supremacía del derecho de la propiedad industrial como un órgano receptor de hoy lo que le acomode.

En esta actividad en donde el gobierno lo que pretende es colocar organismos autónomos, independientes, desconcentrados, descentralizados, en donde quepan simplemente como una medida de austeridad republicana, lo único que se está haciendo es la destrucción sistemática de los entes especializados y la sustitución de los especialistas por personas que sin mayor experiencia, capacidad, antecedentes habrán en lo sucesivo ser los portavoces del mensaje  de las políticas públicas en propiedad intelectual. Eso claramente no es una buena noticia.

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