La Bienal de Venecia abre sus puertas
Bienal de Venecia recibe certificación de neutralidad de carbono. Foto: EFE / Laura Serrano-Conde

La 59ª Bienal de Arte de Venecia ha abierto desde hoy y hasta el 27 de noviembre sus puertas al público, en una edición cuya protagonista es Ucrania, que ha conseguido exponer su obra a pesar de la invasión de Rusia, que no participa. 

Una Bienal que se celebra en un momento particular de la historia, en la que el mundo está asediado por guerras y desigualdades sociales, y por eso esta edición reivindica la importancia de los orígenes, el respeto por la diversidad, la defensa de la convivencia y el cuidado del medioambiente. 

La de este año es una edición particular, pues se produce tras dos de parón por la pandemia, es la que más mujeres acoge de todas las anteriores -ellas representan el 90 % de los más de 200 artistas participantes-, y además tiene una ausencia oficial sonada: Rusia.

Los organizadores de la Bienal vetaron a las delegaciones oficiales, instituciones o personalidades vinculadas al Kremlin, aunque sí dijeron que permitían la asistencia de artistas que se opusieran al régimen del presidente ruso, Vladímir Putin.

El pabellón de Rusia se mantiene cerrado, en medio de los Jardines venecianos, un espacio de una belleza singular en el que se encuentran edificios históricos como el de España, que este 2022 celebra su centenario, pero también los de Brasil, Uruguay, Bélgica, Francia, Estados Unidos, Japón, Egipto e Israel.

En el medio de estos jardines, Ucrania ha instalado una plaza, con sacos de arena simulando los que se utilizan en los conflictos para protegerse de las bombas, y la rodean unas columnas, de las que cuelgan escritos de denuncia sobre los horrores de la guerra. 

Los organizadores de la Bienal, uno de los eventos artísticos de mayor renombre a nivel internacional, se han volcado con Ucrania y han ayudado en todo lo posible al artista Pavlo Makov para que presente en el Arsenal, los antiguos astilleros venecianos, su instalación The Fountain of Exhaustion. Acqua alta, con la que el pabellón ucraniano, que está sostenido por el Gobierno nacional, clama contra el declive mundial actual.

La 59ª Bienal de Arte de Venecia lleva por título The Milk of Dreams y propone un viaje entre lo humano y lo onírico en un homenaje al libro del mismo nombre de la artista británica Leonora Carrington, en el que plasmó sus visiones más íntimas, los cuentos imaginados para sus hijos en el México donde pasó buena parte de su vida tras emigrar allí en los años cincuenta.

Los artistas se han inspirado en esta obra para presentar propuestas variadas y uno de los temas más recurrentes ha sido el del respeto a la diversidad. 

Así, Guatemala presenta una gran pintura, llamada Inclusión, del joven artista Christian Escobar “Chrispapita”, que refleja la riqueza social y multicultural del país; mientras que Nueva Zelanda recrea a personas de género no binario en cuadros inspirados en el maestro francés Paul Gauguin; Polonia muestra su respeto por la cultura romaní con grandes textiles y cuadros que inundan de color sus paredes; y Estados Unidos alaba la riqueza de la cultura afroamericana.

México reflexiona sobre las consecuencias del capitalismo y del colonialismo, y propone un mundo alternativo, que prioriza los orígenes; mientras que el pabellón de los países nórdicos permite por primera vez desde su construcción en 1962 que esté representado íntegramente por pueblos originarios, en este caso, el pueblo sami, que ha dejado temporalmente las gélidas tierras de Laponia para trasladar su forma de vida a Venecia.

Brasil, Perú y Canadá optan por denunciar el hartazgo social y las desigualdades en el mundo: Brasil realiza un juego de palabras y de imágenes con partes del cuerpo para defender las comunidades y hablar de las utopías en Latinoamérica; Perú aborda el racismo, la violencia, los derechos y la dignidad humana; y Canadá recuerda la ola de indignación global de 2011, desde la Primavera Árabe, hasta los altercados en Londres y la marcha en el Puente de Brooklyn de Nueva York.

Entre las apuestas más interesantes se encuentran también la del pabellón de España, donde el arquitecto Ignasi Aballí “gira” el interior, con paredes temporales que conviven con las reales, para que el espacio esté alineado correctamente con los edificios vecinos de Bélgica y Países Bajos; y la de Chile, que lleva hasta Venecia un “pedacito” de las turberas de la Patagonia para pedir que se conserven porque son un gran ecosistema contra la crisis climática. 

Con información de EFE

Síguenos en

Google News
Flipboard