'Naturaleza muerta', obra de Rufino Tamayo, era una de las apuestas en la subasta de arte latinoamericano de Morton.
El color rojo domina sobre la mesa. La carne de las sandías, la piel de las manzanas y una silueta que se extiende alrededor de la tabla. Así es la pintura de Rufino Tamayo que subastaba Morton, pero que al momento de pasar no despertó el interés del público.
Naturaleza muerta, obra firmada y fechada en 1935, tenía un precio estimado de entre 30 y 50 millones de pesos (1.5 y 2.5 millones de dólares) convirtiéndose en la más esperada en la venta.
El lote 73, que era la portada del catálogo de esta venta, inició con 28 millones de pesos. A pesar del ánimo del subastador, no hubo paletas que se levantaran en la sala ni llamadas telefónicas.
“Si no tengo a nadie al momento, no hay interés, lo sacamos al final de la subasta”, agregó antes de dar el golpe del martillo.
“Tenemos 180 lotes, todas las obras son importantes, pero entre ellas tenemos Naturaleza muerta, de Rufino Tamayo. Perteneció a la colección del ingeniero Lorenzo Zambrano y en ella podemos ver las sandías, uno de los elementos más representativos del artista”, dijo Sofía Duarte Thompson, gerente del departamento de arte moderno y contemporáneo de la casa de subastas.
“Su pintura no trata de suplantar a la realidad con la abstracción, sino concebir a la realidad de otra forma”, puntualizó la experta de Morton.
“Es natural que a Tamayo, siendo un colorista nato, le interesara esta fruta ya que da pretexto perfecto para utilizar colores brillantes, como el rojo, para así llevarlo a todas sus posibilidades y matices en lugar de utilizar variedades ilimitadas de pigmentos”. añadió.
El óleo sobre tela de 76 x 151 cm fue expuesto en Rufino Tamayo Retrospective, una muestra itinerante que llegó al Nagoya City Art Museum, el Museo de Arte Moderno de Kamakura y el Museo Nacional de Arte Moderno de Kioto.
En México también estuvo expuesto en el antiguo Centro Cultural de Arte Contemporáneo, del 19 de octubre de 1995 al 25 de febrero de 1996.
Con el lote 71 se vendió otra pintura del artista: La vendedora de fruta, de 1938, que se subastó por 9.24 millones de pesos. Se trató de una pieza con técnica de óleo y gouache sobre tela.
Aparte de las pinturas de Rufino Tamayo, otra de las obras más importantes de la Subasta de Arte Latinoamericano de Morton fue un autorretrato de Ángel Zárraga. La pintura que también formaba parte de la colección del ingeniero Lorenzo Zambrano tenía el lote 57.
Las pujas comenzaron en 3.4 mdp y de inmediato crecieron de 100 en 100 superando incluso el estimado que daban los expertos de la casa de subastas. Ellos pensaron que el cuadro podría venderse hasta por 6 mdp, pero las ofertas crecieron hasta los 7 mdp a precio de martillo. La obra finalmente se vendió por 8 millones 624 mil pesos.
Redacción
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