Fabián Cháirez y el arte que incomoda: “La polémica, ya es mi deporte favorito"| ENTREVISTA
El pintor Fabián Cháirez presenta "Corazón de Quinceañera", una obra que mezcla crítica y cultura pop. “El arte no es decoración, es trinchera”.

El artista chiapaneco Fabián Chairez convierte la fiesta rosa en trinchera: “me habría gustado vivir mis quince”.
/Foto: La-Lista
Fabián Cháirez no busca la aprobación, tampoco se incomoda con la crítica. A lo largo de su carrera ha convertido la controversia en motor creativo, y en cada trazo parece reafirmar que el arte no está hecho para decorar salas, sino para sacudir conciencias. Su nueva pieza, Corazón de Quinceañera, no es la excepción. Con su distintiva estética y ese gusto por lo incómodo, el artista chiapaneco vuelve a poner el cuerpo, la identidad y la cultura popular sobre la mesa, ahora con una dosis de rosa y valses clásicos.
La-Lista conversó con el artista para conocer más sobre esta obra y la manera en la que concibe el arte: no como algo complaciente, sino como una herramienta para cuestionar, reflexionar y, de paso, incomodar.
“Si tuviéramos control sobre a quién y cuándo vamos a escandalizar, abriríamos un escándalo cada minuto”, dice entre risas.
Pero detrás de esa provocación hay una intención clara: pensar el arte como un espacio de libertad radical.
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Corazón de Quinceañera, Fabián Cháirez y el arte que incomoda
La inspiración de Corazón de Quinceañera surgió de la colaboración con el músico Sprinter y su obra Sketches de México. Los arreglos clásicos lo transportaron de inmediato a los salones de XV años. “Recordé esa música de vals, de fiesta rosa y pomposa, que siempre me pareció fascinante”, cuenta. “Es tan cursi que me encanta”. Pero no se quedó ahí: decidió usar esa referencia para desmenuzar un rito profundamente enraizado en la cultura mexicana.
“Siempre me pareció interesante ver los 15 de mis amigas. Era un momento donde se celebraba su existencia, más allá del significado de ‘presentarla en sociedad’. Claro, también tiene su lado oscuro, pero también uno muy auténtico. Me habría encantado vivirlo… y bueno, ese día ya llegó”.
En esta pieza, Cháirez juega con la idea de la quinceañera no desde lo tradicional, sino como un símbolo de deseo, identidad y transformación. “Quise sacarla de contexto, jugar con la imagen, con los contrastes. Para mí, la música es detonante de ideas. Sin ella no podría crear”.
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La polémica, el deporte favorito de Fabián Cháirez
Fabián Cháirez sabe que incomoda. Y lo asume con una mezcla de orgullo y humor. “La polémica ya es mi deporte favorito”, confiesa. Su obra La Venida del Señor desató una oleada de reacciones adversas que lo marcaron.
“A mí solo me usaron como pretexto para culpar a otros. Pero me hizo entender cómo operan los discursos conservadores”.
“La religión, el futbol, la quinceañera, la lucha libre… todos esos símbolos son parte de nuestra cultura. No le pertenecen a un solo grupo. Y sin embargo, cuando los tocas desde otra mirada, aparece la censura”, aseveró sobre los símbolos de la mexicaneidad.
Cháirez ha aprendido a leer estas reacciones como parte de un contexto más amplio. “La derecha y el conservadurismo no son otra cosa que gente rica que quiere seguir siendo rica, y que los pobres se queden más pobres. Son estrategias peligrosas para los derechos humanos”.
Y no teme decirlo. “La censura me inspira. Me da perspectiva. Me enriquece. Es un gran aprendizaje ver cómo reacciona la gente, cómo se incomodan. Eso también te forma como artista y como individuo”.
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El arte no es decoración, sino trinchera. ¿Qué tan peligroso es hacerlo hoy en día?
Fabián lo tiene claro: el arte no es complacencia.
“Hay arte para el mercado, para las instituciones. Pero también hay arte que se arriesga a tocar fibras sensibles de la sociedad. Y ahí es donde me interesa estar”.
Aunque reconoce que su oficio no es tan peligroso como el periodismo o el activismo, advierte sobre los riesgos compartidos. “Si intentan censurar a periodistas, eso tarde o temprano nos puede afectar también a nosotros como artistas. Y viceversa. La libertad de expresión nos compete a todos”.
Cháirez no trabaja con expectativas. Prefiere dejar que su obra viva por sí sola. “Cuando creo algo, intento que sea orgánico, sin pensar en la recepción. Así puedo disfrutar más, incluso cuando la reacción es negativa”.
La libertad creativa es un valor no negociable para él.
“Cada vez que colaboro con alguien, pongo una condición: que me den rienda suelta. Soy quien va a pasar horas frente al lienzo. No puedo crear algo que no me emocione”.
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Vivir sin etiquetas, un ejercicio constante
“Vivir sin etiquetas es un trabajo diario”, dice Fabián. Aunque a veces cree que ha superado algunas, reconoce que puede caer en otras. “Es un ejercicio de conciencia. De preguntarte: ¿qué etiquetas sigo cargando? ¿Cuáles estoy replicando sin darme cuenta?”.
El contraste también es parte de su proceso. Mientras pinta algo delicado, escucha música dura. Si trabaja una imagen ruda, se acompaña de Vivaldi. “Me gustan los choques. Me detonan ideas. Ya sea con la música, la literatura o el cine”.
Al final, lo que más disfruta no es solo el resultado, sino el eco que genera su obra.
“Ver que una imagen hace resonancia en alguien más, sobre todo en nuevas generaciones de artistas, es muy poderoso. Eso me habría encantado vivirlo de joven. Hoy me toca compartirlo”.