El bitcoin es perjudicial para el medio ambiente: ¿podrá ser ecológico algún día?
La cantidad de dióxido de carbono producida por la minería de bitcoin cada año puede ser comparable a la cantidad que emitió Grecia en 2019. Foto: Benoît Tessier/Reuters

En la esquina de Park Avenue y la calle 52 de Nueva York, los espectadores curiosos se detuvieron recientemente frente a una gigantesca calavera verde colocada en la caja de un camión estacionado frente a la oficina de Fidelity Investments, la empresa de gestión financiera mundial.

La “Skull of Satoshi” (Calavera de Satoshi), bautizada así por el seudónimo del desarrollador de bitcoin Satoshi Nakamoto, está compuesta casi en su totalidad por placas de circuitos eléctricos y dotada de altas chimeneas que suelen encontrarse en lo alto de las centrales eléctricas de carbón.

El artefacto es un proyecto del artista Benjamin Von Wong y es una referencia a las enormes cantidades de carbono que emite la minería de la criptomoneda bitcoin, una actividad que Fidelity está llevando a cabo en la actualidad.

El bitcoin es conocido principalmente como un instrumento de inversión desenfrenado que –junto con muchas otras criptomonedas– aparentemente puede hacer o desvanecer fortunas de la noche a la mañana en un mercado en el que los valores suben y bajan con rapidez y en grandes márgenes.

Sin embargo, lo que les preocupa a los ecologistas y a otras personas es la enorme cantidad de electricidad que se utiliza para generar el bitcoin y otras monedas similares, una energía que muchas veces procede de combustibles fósiles y que, por tanto, repercute en la crisis climática.

A medida que las grandes marcas financieras especulan en el mundo de las criptomonedas, los activistas medioambientales quieren asegurarse de que saben que no solo están haciendo una apuesta financiera, sino que también existe un riesgo medioambiental.

Algunos albergan la esperanza de poder persuadir a esas instituciones para que intenten reducir el impacto de la minería de criptomonedas. “Para una institución financiera como Fidelity es un gran paso lanzar su propia plataforma de criptomonedas. Por eso, ahora más que nunca, necesitamos su ayuda”, señaló Rolf Skar, director de campañas de Greenpeace USA, una organización de defensa del medio ambiente sin fines de lucro.

Se trata de una situación compleja. Sin embargo, he aquí una guía de las cuestiones clave.

¿Qué es bitcoin?

Bitcoin es un tipo de criptomoneda, es decir, un tipo de moneda descentralizada que es estrictamente digital y no física, a diferencia del dólar, la libra o el euro. Se gestiona y se negocia en un libro de contabilidad público y abierto conocido como “cadena de bloques ” (blockchain) que registra todas las transacciones de bitcoin. Aunque no es habitual, se puede utilizar el bitcoin para comprar bienes materiales.

¿Cómo perjudica el bitcoin al medio ambiente?

Dado que las criptomonedas como el bitcoin no están centralizadas, no existe ninguna autoridad u organismo único que verifique las transacciones. En su lugar, los participantes en la red bitcoin “minan”, o compiten para resolver acertijos criptográficos con el fin de generar más riqueza de esta moneda. La persona que resuelve el acertijo más rápido puede verificar las transacciones y añadir el lote más reciente a la cadena de bloques.

El ganador se ve recompensado económicamente con nuevas criptomonedas durante este proceso, denominado “prueba de trabajo” (PoW), que es el culpable de las emisiones de gases de efecto invernadero.

El algoritmo de consenso PoW que se utiliza para verificar las transacciones requiere grandes cantidades de electricidad que con frecuencia se produce por medio de la quema de combustibles fósiles, emitiendo dióxido de carbono y otros gases de efecto invernadero que están calentando el planeta.

Un informe de 2022, titulado Revisiting Bitcoin’s Carbon Footprint, redactado por investigadores climáticos y de economía de toda Europa, calcula que “la minería de Bitcoin puede ser la responsable de 65.4 megatoneladas de CO2 al año… cifra que se puede comparar con las emisiones a nivel nacional de Grecia (56.6 megatoneladas en 2019)”.

¿Qué pretenden los grupos ecologistas?

Recientemente, algunos ecologistas están presionando para reducir el impacto medioambiental del bitcoin cambiando la forma en que se produce.

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Las instalaciones de minería de bitcoin de Greenidge Generation, ubicadas en una antigua planta de carbón junto al Seneca Lake en Dresden, Nueva York. Foto: Ted Shaffrey/AP

Por ello, grupos como Greenpeace están denunciando a Fidelity y a otras empresas de gestión financiera y procesos de pago que han incursionado en la minería de bitcoin. De ahí el reciente ataque contra Fidelity. Skar señaló que, aunque Fidelity envió una respuesta a Greenpeace cuando el grupo la contactó, la respuesta fue insuficiente.

“Parece que (Fidelity) no quiere hablar sobre el tema. Hasta la fecha han rechazado (nuestra petición de conversación), pero se trata de una invitación para que ellos y otros den un paso al frente y destinen recursos para encontrar soluciones que permitan abordar el problema de la minería de bitcoin a escala mundial. “Creemos que es posible”, señaló Skar.

¿Cómo puede el ‘cambio de código’ mitigar los daños medioambientales?

La solución, argumenta Greenpeace, es sencilla: cambiar el código informático que produce el bitcoin con el fin de consumir menos electricidad y reducir su huella de carbono.

Este código es de código abierto, lo que significa que es accesible públicamente para todo aquel que quiera verlo o utilizarlo.
En lugar de un proceso de verificación PoW, que requiere grandes cantidades de energía, los activistas climáticos abogan por un proceso de verificación menos intensivo en términos de energía que no dependa de la velocidad, como la “prueba de participación” (PoS), utilizada por Ethereum, otra criptomoneda.

¿Cuál es el problema con Fidelity?

Dado que el bitcoin está descentralizado, no tiene propietario ni nadie a quien se le pueda exigir que rinda cuentas por los problemas que genera la criptomoneda, como los estragos que causa en el medio ambiente.

Los activistas que abogan por un cambio de código en bitcoin argumentan que las empresas de servicios financieros más populares, como Fidelity, disponen de la influencia necesaria para fomentar un cambio de este tipo, que sería transformador para el medio ambiente.

“(Fidelity) no asume un compromiso climático como lo hacen otros gestores de activos. Fidelity es el centro de atención porque ha sido uno de los principales actores financieros tradicionales involucrados en el espacio del bitcoin y se niega a reconocer que tienen la responsabilidad y la capacidad necesarias para ayudar a solucionar el problema que la minería de bitcoin está ocasionando en el clima. Por tanto, esto es en realidad una invitación para ellos”, indicó Skar.

Skar calificó el cambio de código como “una victoria para bitcoin, para el clima y para las comunidades”.

Pero, ¿sería eficaz?

Algunas personalidades destacadas de la comunidad bitcoin y algunos eruditos del tema no creen en esta solución.

La Dra. Hanna Halaburda es profesora adjunta de Tecnología, Operaciones y Estadística en la Escuela de Negocios Stern de la Universidad de Nueva York. Entre las asignaturas que imparte se encuentran Cadena de bloques y criptomonedas y Fundamentos de la tecnología financiera.

En alusión a un hipotético cambio del protocolo del bitcoin, Halaburda comentó: “No creo que vaya a funcionar. Todos reconocen que (el bitcoin) es perjudicial para el medio ambiente, sin embargo, todos los grandes cambios en el protocolo del bitcoin han resultado muy infructuosos porque es necesario lograr que todos los mineros se pongan de acuerdo al respecto”.

Cualquier minero que no esté de acuerdo con el cambio de protocolo puede simplemente rechazar el nuevo código y seguir ejecutando el código original que se basa en el PoW, que requiere mucha energía.

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¿Funcionarían otras tácticas?

Halaburda explicó que podría existir otra solución: la energía renovable. “Muchas empresas mineras (de bitcoin) concertaron sus contratos con empresas de energías renovables. El argumento consiste en que el hecho de que estas instalaciones mineras sean clientes significa que, cuando hay un exceso de oferta de energía, en realidad puede hacer que sea más rentable para las plantas de energía renovable”, señaló.

Esto significa que estas empresas de energía pueden minar bitcoin durante los periodos en los que haya un exceso de producción y de oferta. Entonces, en lugar de permitir que se desperdicie la energía, se puede ganar dinero y se puede compartir la riqueza entre las instalaciones de minería de criptomonedas y las empresas de energía renovable con las que tienen un contrato.

Fidelity no respondió la solicitud de comentarios de The Guardian.

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