Sale a la luz el mítico archivo del primer historiador de Los Beatles
John Lennon, Mal Evans y Paul McCartney entre bastidores en el Circus-Krone-Bau de Múnich. Foto: Robert Whitaker

Detrás de cada genio creativo suele haber un elenco de actores secundarios. “No me importa si eres Charlotte Brontë, James Joyce o Steve Jobs”, dice el escritor Kenneth Womack. “Nadie lo logra solo”. Él lo sabe, ya que ha dedicado los últimos tres años a profundizar en la historia de Mal Evans, asistente de Los Beatles, cuya proteica descripción del trabajo abarcaba las funciones de técnico de producción, guardaespaldas, hacedor de té y proveedor de marihuana.

Cuando Evans vio por primera vez a Los Beatles en el Cavern Club de Liverpool, algo cambió en su interior. “Se intoxicó”, dice Womack. Al cabo de un año se desempeñaba en varios cargos como portero del club. Al año siguiente dejó su respetable trabajo para llevar al grupo de gira por todo el país. Y cuando la Beatlemanía los llevó por todo el mundo, Evans les siguió llevando las guitarras y los amplificadores.

Cuando Los Beatles abandonaron las giras, Evans encontró su camino en la música. Tocó la pandereta en Strawberry Fields Forever, hizo sonar el despertador en A Day in the Life e incluyó una letra en Here, There and Everywhere. Pero cuando la banda se separó, y las ambiciones de Evans como compositor y productor flaquearon, se hundió en la desesperación. Todo acabó con su misteriosa muerte, a los 40 años, por disparos de la policía de Los Ángeles, en su casa, tras enfrentarse a ellos con una escopeta de aire comprimido.

Pero casi 50 años después, y mientras Los Beatles regresan con su “última” canción, la historia de Evans sigue teniendo un estatus mítico entre los fans, en gran parte debido a los rumores de un archivo perdido de acontecimientos de la banda que Evans amasó durante sus años con los Fab Four. Su leyenda está tan extendida que un rumor de 2004 que lo situaba en un mercadillo australiano fue noticia en todo el mundo. Pero ahora resulta que el mítico archivo es real. Y Womack ha podido acceder a él.

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Dibujo de Mal Evans de la portada de Abbey Road, extraído de su diario. Foto: Archivos Malcolm Frederick Evans

“Cuando el material llegó a mi casa de Nueva Jersey (de manos de la familia de Evans), me quedé alucinado”, dice Womack. “Mal guardaba materiales magníficos. Recogía letras de canciones, recibos… todo lo que quedaba. Fue una especie de primer historiador de Los Beatles”.

Con estos materiales, Womack ha escrito la primera biografía completa de Evans, publicada este mes. El año que viene publicará un segundo volumen, que ofrecerá una visión sin expurgar del archivo para “permitir a los fans de Los Beatles estudiar el material por sí mismos y establecer conexiones que quizá se nos hayan escapado a todos”.

La pieza central es el diario de Evans, que mantuvo durante toda su permanencia con la banda, complementado por unas memorias inéditas en las que estaba trabajando en el momento de su muerte. Para historiadores como Womack, estos materiales tienen un valor incalculable. “El diario de Mal nos ayuda a precisar muchos aspectos de la cronología”, afirma. “Así que va a cambiar la forma de pensar de los estudiosos de Los Beatles sobre su historia”.

A pesar de su valor para los historiadores, el diario en sí es a menudo bastante mundano. En su primer día oficial al servicio de Los Beatles, Evans escribe simplemente: “Empecé a trabajar con Los Beatles en Blackpool. Recogí a los chicos en el aeropuerto a la 1:30 de la madrugada. Se fueron a casa en coche de alquiler. Neil (Aspinall) y yo en camioneta. Me metí a la cama a las 3:30”. No es gran literatura, pero hay poder en su mundanidad. Elimina la nube de mitología que a menudo envuelve la historia de Los Beatles y nos recuerda que su superestrellato no estaba en absoluto predestinado.

En sus memorias, Evans se muestra más abierto sobre sus relaciones con los miembros de la banda. Era muy amigo de Paul McCartney, se mudaba a su casa y pasaba el rato en su sala de música mientras componían las canciones. “Pasábamos muchas tardes agradables en aquella pequeña habitación en lo alto de su casa”, escribe. Su relación con John Lennon era muy distinta. “John siempre fue el más difícil con quien hablar”, escribe. “Siempre pensé que cuando John dejó de insultarme, empezamos a ser amigos”.

Sin embargo, lo que más revelan estos materiales es el carácter del propio Evans. A menudo, los fans de Los Beatles lo han reducido a una adorable figura de bufón, que vigilaba lealmente en segundo plano con una uña de guitarra o una tetera en mano. Pero era más complejo y conflictivo que eso.

“Mal, en sus pensamientos privados, anhelaba claramente ser una estrella”, señala Womack. De hecho, su archivo está lleno de recuerdos del estilo de vida de celebridad que disfrutó al lado de Los Beatles. En sus memorias, describe cómo se quedó “boquiabierto” cuando McCartney le puso al teléfono con Elvis Presley. En una carta a su mujer, Lily, habla con entusiasmo de una visita a la mansión de Burt Lancaster: “George, Ringo y yo fuimos a nadar y Burt me prestó uno de sus trajes de baño. Puedes imaginarte lo emocionado que me siento”.

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George Harrison montado de caballito en Mal Evans. Foto: Beatles Book Photo Library

Estas cartas a casa eran poco frecuentes: para vivir su vida de fantasía de celebridad, Evans descuidaba sus responsabilidades con Lily y sus dos hijos. No asistió al nacimiento de su hija, le fue infiel constantemente y acabó abandonando a su familia por completo. En el diario, se reprende a sí mismo. “Lil, ¿por qué no te hablo por teléfono?”, escribe. “Sigo inventando excusas para no hacerlo. Creo que tengo miedo de que me grites”. Pero su sentimiento de culpa nunca cambió su comportamiento.

Esta parece una de las principales razones por las que el mítico archivo ha permanecido oculto durante tanto tiempo. Aunque el material estuvo extraviado durante algunos años (languideciendo en el sótano de una editorial), ahora lleva décadas en poder de la familia Evans. Este lado más oscuro de la historia puede haber impedido a la familia hacerlos públicos. “Había habido mucho dolor en sus vidas los dos últimos años con Mal”, dice Womack. “Tiene mucho sentido que la familia necesitara guardárselo durante un tiempo”.

Es el hijo de Evans, Gary, quien ha encabezado este proyecto para dar a conocer finalmente los materiales. “Personalmente siempre quise que se publicara el libro de mi padre o un libro sobre mi padre”, dice. Ahora parece un momento especialmente oportuno, tras la docuserie Get Back de 2021, en la que Evans ocupó un lugar tan destacado. “Como homenaje a mi padre, Peter Jackson llamó MAL al software que se utilizó en el documental Get Back”, señala Gary con orgullo.

Desde luego, parece que ahora se aprecia mejor el papel de Evans en la historia de Los Beatles, no solo como alguien que estuvo allí, sino como alguien que permitió directamente que floreciera la creatividad de la banda. Womack no se equivoca en este aspecto al explicar que la creatividad es siempre “una producción social”. A veces eso puede significar una colaboración o influencia directa entre artistas. Pero también puede incluir el trabajo poco glamuroso, como atravesar Londres para ir a buscar una guitarra, que da a un artista el tiempo y el espacio necesarios para centrarse plenamente en sus esfuerzos creativos.

En este sentido, el libro de Womack es una celebración no solo de Evans, sino de todos los personajes secundarios que hacen posible la vida creativa. Sin embargo, también sirve de advertencia sobre las tentaciones de la fama. “Lo que revelan los diarios es una especie de cuento con moraleja sobre lo que ocurre cuando tienes pleno acceso al objeto de tus sueños”, afirma Womack. Como se preguntaba el propio Evans en un poema del archivo: “¿He destruido mi felicidad talando mi árbol genealógico?”

Sin duda, la mujer y los hijos de Evans pagaron un precio por su búsqueda de la fama. Pero Gary sigue estando orgulloso del trabajo de su padre. “Desde mis primeros recuerdos, Los Beatles siempre estuvieron ahí”, reflexiona. “Para mí, solo eran él y sus compañeros”. Por eso, cuando se le pregunta cuál le gustaría que fuera el legado de su padre, la respuesta de Gary es sencilla. Solo espera que los fans de Los Beatles y el mundo puedan ver por fin “que era su mejor amigo”.

Traducción: Ligia M. Oliver

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