“Un día contaré esta historia”: Amanda Escalante enfrenta su pasado y el legado de Rodrigo González

Lunes 16 de junio de 2025

“Un día contaré esta historia”: Amanda Escalante enfrenta su pasado y el legado de Rodrigo González

Tras perder a su padre Rodrigo González en el terremoto del 85, Amanda Escalante reconstruye su vida en el libro Un día contaré esta historia.

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Amanda Escalante escribió la historia y los lazos con su padre

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Foto: Especial

Amanda Escalante escribió la historia y los lazos con su padre
Foto: Especial

Amanda Escalante ha sido muchas personas: la niña huérfana que creció entre los escombros del terremoto de 1985, la hija del legendario rockero Rodrigo González, la adolescente rebelde, la artista conocida como Amandititita. En su más reciente libro, Un día contaré esta historia, se permite ser todas a la vez. La historia arranca con una imagen brutal y poética: Amanda, de seis años, dormida sobre los restos del edificio que mató a su padre. A partir de ahí, emprende un viaje narrativo que atraviesa el dolor, la memoria, la pobreza y la reconciliación, con la escritura como salvavidas.

En esta conversación con La-Lista, Amanda reflexiona sobre el origen emocional del libro, el proceso de perdonar a su madre, la herencia de su padre y por qué, al fin, está lista para hablar desde su vulnerabilidad.

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¿Por qué ahora era el momento de contar esta historia?

“La vulnerabilidad es urgente”, dice Amanda sin titubear. “Estamos en un tiempo donde necesitamos hablar de salud mental, de lo que callamos porque nos dijeron que no debíamos contarlo. El silencio es un enemigo que hay que vencer”.

Escribir el libro fue también una forma de tomar posesión de su propia historia. “Siento que contarla desde la niña que fui fue fundamental”, explica. “Si lo hubiera contado desde la adulta, la hubiera juzgado, no me habría dejado contarla”. Esa niña, sostiene, tenía una mirada más honesta, libre del peso del “qué dirán”.

Sin embargo, no fue sencillo. “Los primeros capítulos, donde hablo de mi infancia, fueron los más difíciles. Esos recuerdos duelen, pero había que pasar por ahí para contar el mapa completo”, confiesa. Aun así, afirma que el origen emocional del libro no está en la tragedia del sismo, sino en el descubrimiento del perdón. “Perdonar fue lo más importante en mi vida, y para hablar de perdón hay que hablar de lo que duele”.

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Amanda cree que fue un buen momento para poder hablar de este capitulo de su vida / Foto: Wikimedia Commons

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¿Cómo encontraste equilibrio al hablar de tu madre?

Uno de los aspectos más conmovedores del libro es la relación con su madre, compleja, dolorosa, marcada por la enfermedad mental y la pérdida. Amanda evita idealizarla, pero también rehúye condenarla. “Fue lo más difícil de todo el libro. Ahí me ayudó mucho la espiritualidad. Ponerse en los zapatos del otro es clave, y a veces con los padres no queremos hacerlo”.

Reflexiona sobre cómo, como sociedad, damos por sentado que los padres deben tener todo resuelto: estabilidad emocional, económica, responsabilidad afectiva. “Pero no siempre es así. A veces, ellos mismos están rotos y hacen lo que pueden. Mi mamá murió con mi papá, aunque su cuerpo siguiera vivo. Lo entendí muchos años después”.

Fue en la adolescencia, dice, cuando realmente enfrentó ese duelo doble. “De niña sobrevives sin entender. En la adolescencia ves que otras familias tienen una mesa con comida, horarios, mamás que recogen a sus hijos… y tú no. Ahí llegó el enojo”. Sin embargo, concluye que incluso dentro del caos, su vida tuvo cierta perfección. “Eso es bien difícil de aceptar, pero lo aprendí”.

¿Qué significa hoy para ti Rodrigo González?

Durante muchos años, Amanda sintió que no tenía derecho a hablar de su padre. “Me hicieron sentir que me lo estaba apropiando, que no era ‘suficientemente su hija’. Pero ahora sé que sí lo soy. Tengo cinco discos, tres libros, una carrera que refleja quién soy… y eso es prueba suficiente”.

Cuenta que la figura de Rodrigo ha sido vista como un héroe de la contracultura, un ícono, pero para ella siempre fue simplemente su papá. “Un hombre brillante, que amó a una ciudad que lo mató. El amor que yo le tengo no lo puede entender un fan”.

Le pregunto si se considera heredera de su legado musical. “No, para nada. Pero sí tengo su espíritu rebelde y anárquico. Creo que hasta le hubiera gustado saber que decepcioné a quienes esperaban otra cosa de mí”.

También habla del contraste brutal que vivió al mudarse de Tampico a la indigencia en la Ciudad de México. “Las calles de noche son terribles, nadie merece eso. Pero construir desde el vacío me dio una solidez que mucha gente no tiene”.

Hoy, Amanda quiere dejar atrás la autobiografía. “Ya me harté. Lo que no he contado, ya no lo voy a contar. Lo que sigue es ficción, relatos, novelas… pero igual me voy a seguir disfrazando dentro de lo que escribo”.

Cuando se le pregunto qué le diría a la niña que fue, se queda en silencio unos segundos. “Que tenía razón. Que amar era el camino. Que lo hizo bien, porque si no, yo no estaría aquí”.

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Hasta el día de hoy Amanda sabe abrazar su pasado / Foto: Deyanira C. Luna

Amanda Escalante no solo ha contado su historia. La ha vivido, la ha llorado y la ha perdonado. Hoy, por fin, está lista para compartirla con los demás. Y en ese acto íntimo y valiente, encuentra la verdadera redención.

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