‘En México, el uso político de la pandemia es absoluto’: Antonio Lazcano
Antonio Lazcano. Foto: Ciber-genetica.

Es científico mexicano y se especializa en Biología evolutiva, particularmente en el origen de la vida. Antonio Lazcano es hoy una de las voces científicas más buscadas para entender el comportamiento de la pandemia de Covid-19 en México. Su voz se escucha en la radio, se lee en los periódicos y se encuentra en los sitios de internet. No necesita ser epidemiólogo, dice, para saber que el barco no va por buen rumbo.

Los resultados son absolutamente catastróficos“, sentencia en entrevista para La-Lista. Los indicadores que sustentan su afirmación son las casi 150,000 muertes por Covid-19, los hospitales saturados, el llamado a que los pacientes sean atendidos en su casa, la saturación de crematorios y funerarias, y la falta de oxígeno.

¿Dónde inició la mala gestión? Lo tiene claro: en el rechazo inicial de las autoridades al significado de la investigación científica y en su empeño de negarse a ver la realidad.

¿Cómo evalúa las políticas públicas que se han implementado en el país para atender esta pandemia?

En primer lugar creo que no se ha implementado nada mínimamente coherente. En segundo lugar, los resultados son absolutamente catastróficos y creo que eso va desde la incapacidad del Estado mexicano, del gobierno en particular, para darse cuenta de la ineptitud del secretario de Salud, del doctor López Gatell, de la incapacidad del presidente para afrontar la realidad.

Y los indicadores son muy claros: los hospitales saturados, la Ciudad de México ya con el llamado a que los pacientes sean atendidos en su casa y que ahí se les administre oxígeno, la saturación de crematorios y las funerarias, la falta de oxígeno y las cifras trágicas que, según los números gubernamentales, son del orden de 150,000 fallecimientos pero que el mismo gobierno reconoce que pueden ser dos o más veces mayor.

Los problemas se acumulan. Empezamos con la problemática ‘natural’ de la pandemia, luego la saturación de hospitales, la crisis de oxígeno, las vacunas…

Se nos va acumulando la tragedia. Todo comenzó cuando el doctor López Gatell creyó, junto con su equipo de asesores y colegas más cercanos, que podía desbaratar los equipos de epidemiología que existían previamente y que eran de una solidez enorme. Luego, si uno revisa las declaraciones que hizo al principio, cuando afirmaba de manera muy categórica que el problema era más o menos equivalente al de una influenza y no iba a pasar a mayores. La lista podría ser enorme. 

Recuerdo que, en un momento dado, esa declaración ridícula por decirlo menos, y obsequiosa con el poder donde decía que el presidente no es una fuerza de contagio sino una fuerza moral. Y ya para entonces era evidente –con los datos que venían de Europa, con el registro de lo que estaba pasando en los países asiáticos– que se trataba de un problema severísimo. Cito unas fechas muy concretas, el 18 de marzo del año pasado fue cuando el presidente dijo aquella cosa ridícula de que el escudo protector es la honestidad, el no permitir la corrupción, el ‘detente enemigo que el corazón de Jesús está conmigo’ y una serie de casos equivalentes. Al día siguiente, el mundo entero se quedó horrorizado de ver los camiones del Ejército italiano que iban llevando cadáveres hacia los crematorios, es decir, evidentemente ya había una conciencia o debería haber habido para entonces una conciencia de lo que estaba pasando a nivel mundial y había una negación de la gravedad del problema. 

El 2 de diciembre, por ejemplo, del año pasado, el presidente afirmó que López Gatell y Alcocer le habían dicho que el cubrebocas no era indispensable y, ya para entonces, era perfectamente evidente que el cubrebocas era uno de los instrumentos más poderosos que tenemos para detener el contagio. Y a eso hay que agregar ahora la falta de transparencia para aclarar cuál es la estrategia de vacunación y la politización del proceso mismo. 

¿A qué atribuye este manejo que señala de la pandemia?

Es una mezcla de todo, pero yo diría que hay una obcecación que comienza con un rechazo inicial al significado de la investigación científica y, en particular, de la investigación biomédica. Y luego ya es el empeño de negarse a ver la realidad. 

Yo no conozco la psicología del presidente, pero creo que se ha dejado llevar más bien por la idea de un mundo que él se construyó, en la cual él vive y está completamente alejado de la realidad trágica que está viviendo el país y el mundo entero

Si usted hubiera tenido la oportunidad de participar en el manejo de esta pandemia, ¿qué hubiera hecho distinto?

Yo no tengo ninguna capacidad, ni siquiera imaginaria, para poder controlar o trabajar en la pandemia. Lo que sé hacer y lo sé hacer muy bien es analizar genomas de RNA como mucha gente mi campo, el campo de origen de la vida, llevamos años prestando atención a los virus de RNA, porque es un modelo nada más de lo que pudo haber ocurrido en la tierra primitiva antes de que aparecieran células como las que hay ahora. Pero es simplemente un ejercicio de sentido común el darse cuenta de que la realidad estaba empezando a golpear el país y había una ceguera gubernamental enorme. 

Se debió haber convocado a la comunidad científica entera del país que, en la práctica, nos hemos reunido y empezamos a trabajar por nuestra cuenta para darnos cuenta que en las universidades, en las instituciones de investigación de educación superior, hay la capacidad y la voluntad para ayudar. 

¿Cuáles son los ejemplos internacionales de los que se podría aprender?

Desde luego el hacer pruebas para no solamente ver cuál era la dinámica de la pandemia, sino ahora para ver la aparición y distribución de las variantes, algunas de las cuales se distribuyen más rápidamente.

También no detenerse y creer, como lo ha creído el gobierno, que hay una contradicción entre la parte económica y la parte de las vidas humanas. Yo creo que un confinamiento, al menos, nacional es absolutamente indispensable. Cabe predicar con el ejemplo, al presidente le encanta predicar, parece a ratos que usa el foro del Palacio Nacional como si fuera un púlpito. Bueno, que predique con el ejemplo y que se ponga el cubrebocas. Suspender, por ejemplo, los proyectos faraónicos por demás grotescos –como el Tren Maya o el Proyecto Chapultepec– para utilizar esos recursos para dar apoyos económicos a las pequeñas industrias, a los trabajadores que no tienen seguro médico, etcétera. Para dejar de crear esta mitología sobre la medicina cubana, que evidentemente responde más a una fijación ideológica que a una realidad y trabajar de manera coordinada con los gobiernos de Centroamérica y Estados Unidos, porque finalmente los virus no respetan fronteras ni necesitan pasaporte. 

¿En México se le ha dado uso político a la pandemia?

El uso político es absoluto. Desde esos tintes moralinos del discurso presidencial hasta problemas muy concretos como poner a los Siervos de la Nación en las brigadas de vacunación, eso es evidente. Creo que el presidente está viendo en la campaña de vacunación, primero, la solución al problema de la pandemia –que no lo es– y, en segundo lugar, una oportunidad para la promoción política y tratar de que su partido gane las elecciones ahora a mediados de año. 

¿Las vacunas no son la solución?

No, las vacunas son sólo parte de la solución. En primer lugar necesitaríamos tener las vacunas ya disponibles y en una cantidad y distribución suficiente.

En segundo lugar, el que la población esté vacunada va a requerir de un tiempo para que tengamos la proporción de personas vacunadas para que efectivamente ya se pueda hablar de inmunidad de rebaño.

En tercer lugar necesitamos estar listos porque la vacunación, por ejemplo, en el caso de las vacunas de Pfizer y Moderna –y entendemos muy bien qué es lo que pasa en términos inmunológicos– no sabemos si den protección para evitar que la gente vacunada siga siendo infecciosa. Y luego hay un problema que es lo que llama mucho la atención de la comunidad médica y es el reconocimiento de que la gente que ha sufrido la enfermedad con distinta intensidad ciertamente puede tener secuelas severas que no sabemos qué van a significar en términos de la salud humana, individual y colectiva, y en términos de la presión sobre el aparato de salud, sobre las instituciones hospitalarias. 

¿Cómo pueden influir en el comportamiento de la pandemia las nuevas variantes?

La nueva variante se transmite mucho más eficientemente, cuando menos un 50% más rápidamente. Eso lo que quiere decir es que el número de personas infectadas va a aumentar y si aumenta el número de personas infectadas, la proporción de esas personas infectadas que pueden terminar en terapia intensiva es mayor y evidentemente los hospitales no están capacitados ni en México ni en ningún lugar del mundo para contender con ello. 

No me sorprendería que la variante B.1.1.7, la que fue reportada por primera vez en el condado de Kent al sur de Londres, ya esté en México porque tenemos casos de su presencia en California, Nuevo México y Texas, que son estados que tienen frontera que colinda con México.

¿Cuándo prevé que volveremos a la ‘nueva normalidad’?

Vamos a llegar a eso pero el problema es que no es algo que vamos a ver, creo yo, en el curso de este año. Y por otro lado, aunque toda la población estuviera vacunada, tendríamos que desarrollar una cultura de vigilancia epidemiológica constante para estar buscando las variantes, tendríamos que generar la infraestructura científica para no estar dependiendo de vacunas que llegaran del extranjero, tendríamos que tener un apoyo mucho mayor en la preparación del personal médico y de la comunidad científica y eso no parecen ser las prioridades del gobierno. 

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