Nos hace falta ponernos en el lugar de los demás: Mariana Chenillo
Foto: Íñigo Ibáñez

Mariana Chenillo siempre ha sido –según sus palabras– “súper miope”. Por eso, le interesaba explorar el tema de la visión a través de una producción cinematográfica, donde pudiera expresar parte de sus sensaciones ante la posible pérdida de este sentido.

Finalmente pudo dirigir el filme Todo lo invisible, donde el protagonista pierde la vista en un accidente de tránsito. Entonces, la vida del personaje cambia por completo, porque tiene que adaptarse a sus nuevas condiciones y aceptar que su destino tiene un rumbo distinto al que se planteó. No todo es negativo en el filme: hay lecciones de vida como el redescubrimiento de placeres olvidados.

Chenillo explica en entrevista con La-Lista acerca de cómo la sociedad “refleja sus propios miedos en las personas con discapacidad” y la necesidad de ponerse en los zapatos de los demás para crear “puentes de empatía”.

La directora de cine también reflexiona acerca de si el hábito de consumo de cine por parte de la audiencia cambiará ante los efectos de la pandemia y el boom de las plataformas de streaming que llevan las cintas a cualquier dispositivo móvil.

Ahora mismo, Chenillo disfruta de poder distribuir Todo lo invisible en las salas de cine, donde se puede ver desde el pasado 15 de abril.

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La-Lista: ¿Por qué crear una película en la que el personaje principal pierde la vista?

Mariana Chenillo: Es una historia que tiene sentido por varias razones. Soy súper miope y desde que entré a la escuela de cine se me desprendió la retina. Como que siempre tuve esa sombra encima y me preguntaba si algo pasaba, qué vendría. Desde que empecé a hacer ficción y guiones tenía la necesidad de explorar el tema de la visión.

L-L: ¿Cómo cambió tu perspectiva para hacer cine esa condición de miopía?

MC: Creo que esta situación determina todo, porque siendo una directora bastante miope, siendo la líder de un proyecto, la que decide y tiene que ser fuerte, cuando uno no ve perfecto, también hay un lado frágil. Entonces tengo esa mezcla de fuerza con debilidad, y me ha hecho reflexionar acerca de cómo enfrento mi propio trabajo.

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L-L: En tiempo de pandemia, Todo lo Invisible es una invitación a reflexionar sobre hechos que te pueden cambiar la vida?

MC: Ese cambio en la vida de un personaje detona muchos temas que nos interesan. La lectura es que hay más maneras de identificarse, porque el personaje cuando se queda ciego no tiene la claridad de que se tiene que adaptar. Hay que tomar decisiones en una nueva normalidad que no pedimos y nos negamos. Hay una similitud por esa soledad que enfrenta el personaje que pierde la vista y es algo que nos ha tocado vivir también.

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L-L: ¿La sociedad está preparada para aceptar a alguien con discapacidad?

MC: Siento que el entorno no está abierto a las diferencias. Somos amables, pero lo diferente nos asusta, porque proyectamos nuestros propios miedos en alguien que puede tener una discapacidad. Sí es fundamental no etiquetar, porque somos muchas cosas que nos definen. Era importante encontrar un momento para ponernos en los zapatos del protagonista de la película: saber por qué está tan enojado y cómo percibe el trato de los demás. Más allá de la historia, si pudieras vivir lo que tiene el personaje, creas un puente de empatía. Muchas veces nos falta ponernos en el lugar de los demás.

L-L: ¿Qué reto representó dirigir a un actor hacia una discapacidad?

MC: Escribimos el guión juntos (con Ari Brickman). Fue mucha investigación y lectura para saber que pierdes la vista y vienen otros cambios grandes en la vida. Eso fue la base de todo y cuando llegamos al set, primero Ari ocupaba unos lentes de contacto que le opacaban la vista y eso le impedía ver. Veía poco, no podía leer el celular y perdió la posibilidad de hacer contacto visual con los otros actores. Bárbara Mori fue importante en este proceso de ir juntos a la calle sin que él pudiera ver. Fuimos a los tacos para vivir la experiencia y Ari hacía las escenas con esa imposibilidad; hasta se llenó de moretones porque se pegaba con todo.

L-L: ¿Hiciste catarsis cuando viste la película terminada?

MC: Tengo la sensación de que el arte no es catarsis. Siento que el arte transforma miedos y preguntas en otra cosa. Es como un pastel, que ya no vuelve a ser harina, leche y huevo, porque ya es otra cosa. En la película, el camino del personaje es el deber de tomar decisiones y encontrarse con la música, el placer y la responsabilidad de ser padre. Es más una reflexión.

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L-L Ante el confinamiento, ¿crees que haya un cambio radical en el consumo de cine?

Es pronto para saber qué va a pasar. La gente sí quiere regresar al cine, los complejos de Cinépolis están abiertos, estrenamos con 400 copias en todo el país. Lo que hemos consumido en esta pandemia está en las plataformas, que era un cambio que estaba pasando, pero pienso que la vida de las películas en las plataformas se alarga como sucede con los libros. Para nosotros, se borra esa presión de la taquilla y cuántos espectadores te ven.

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