Las jóvenes mexicanas no mueren de Covid

Las niñas y jóvenes entre 10 y 29 años no mueren por Covid-19 en México: la letalidad para ellas está en la violencia. Aunque la pandemia cambió la dinámica de mortalidad en el país, colocando al virus Sars-CoV-2 como la principal causa de defunción, para ellas ésto no representó un cambio.

Un análisis de las estadísticas de defunción registradas en México durante el primer año de la pandemia, realizado por La-Lista, revela que por cada muerte debido al virus, murieron asesinadas de forma violenta, en promedio, 1.7 jóvenes de este rango de edad. Según los datos abiertos del Instituto Nacional de Estadística, Geografía e Informática (Inegi), las muertes de mil 563 mujeres de entre 10 y 29 años fueron catalogadas como agresiones, mientras que para este sector sólo se registraron 914 defunciones por covid.

En las cifras del primer año de la emergencia sanitaria está el feminicidio de Ayelín, una niña de 13 años cuyo rostro fue desfigurado y su cuerpo mutilado y arrojado en una barranca que está a solo 350 metros de su casa, en el municipio de Tixtla de Guerrero, en el estado de Guerrero. Aunque la Fiscalía estatal asegura que detuvo a cuatro hombres por considerarles responsables de la desaparición y el asesinato de Ayelín, la madre de la pequeña junto con otras mujeres marcharon para exigir justicia porque, dos años después, el caso está parado, ninguno de los presuntos agresores ha sido sentenciado. Apenas el 10 de febrero de este año, colocaron un antimonumento en su memoria en el centro de la plaza cívica de Tixtla. “Nunca tendrán la comodidad de nuestro silencio”, dijo Flora Marcelo Rojas,  madre de la pequeña.

“El día jueves 10 de septiembre pedí permiso para salir de mi casa por unos snacks y ya no volví, me arrebataron la vida en un instante. Soy una víctima más de la violencia que vivimos en nuestra ciudad”, escribió en su perfil de Facebook un familiar de Michelle Alondra, a quien le dispararon cuatro veces en un parque de la colonia Ampliación Aeropuerto, en Chihuahua, también en 2020. Estaba a días de celebrar su fiesta de 15 años.

En los registros de prensa hay más rastros de los casos que terminaron por conformar la estadística de la violencia. Está también el de la adolescente de 15 años que estaba embarazada y que fue asesinada por su pareja, en su recámara, con un arma blanca en Temoac, Morelos. En Michoacán, el cuerpo de una joven asesinada a balazos fue envuelto por sus homicidas en una lona de plástico y lo tiraron en la calle. En Huetamo, Michoacán otra mujer de 24 años también murió por disparos y su cuerpo fue semienterrado en el patio de una casa en abril. También está la adolescente de 16 que fue asesinada en diciembre de 2020, su cuerpo fue cubierto con cartones y escondido entre la maleza de un predio abandonado en Tonalá, Jalisco.

“Ni el Covid-19 paró la violencia contra las mujeres. Ni la violencia familiar ni la sexual ni los feminicidios”, dice en entrevista María de la Luz Estrada, coordinadora del Observatorio Ciudadano Nacional del Feminicidio (OCNF). Los datos le dan la razón.

¿De qué mueren las mujeres mexicanas?

La información de los certificados de defunción de 2020 arroja que para la mayoría de las mujeres mexicanas la causa de deceso estuvo relacionada con enfermedades, principalmente diabetes mellitus (murieron 72 mil 94 mujeres por esta enfermedad), Covid-19 (71 mil 463) e infartos (66 mil 296).

En un nivel general, las agresiones ocupan el lugar dieciséis de la lista de las principales causas de muerte en mujeres durante el primer año de la pandemia. Sin embargo, estos datos reflejan que la violencia de género no ha bajado en la última década porque, aún en medio del confinamiento, en promedio, cada día fueron asesinadas 11 mujeres de forma violenta, la mayoría de ellas en la vía pública o en sus hogares. Esta brecha crece cuando hablamos de mujeres jóvenes.

“El covid reveló que la epidemia de violencia en México es muy grave. Las jóvenes que supuestamente eran las menos vulnerables a morir por esta enfermedad están muriendo por algo que se puede prevenir: la violencia”, recalca Estrada, activista por los derechos de las mujeres, socióloga y experta en el estudio de la violencia de género. Desde su perspectiva, la autoridad no ha logrado entender que la atención a este tipo de violencia es fundamental y que tienen que mirar todos los factores estructurales que permiten estos abusos. 

Para las niñas menores de diez años, las principales causas de muerte también son naturales: leucemias, neumonías, tumores, covid. Pero hubo 109 pequeñas que murieron por agresiones cometidas principalmente con armas de fuego (36), medios no especificados (26), ahorcamiento (21) y arma blanca (10).

Entre ellas está la bebé que fue encontrada sin vida dentro de una mochila abandonada bajo un puente en Nezahualcóyotl, Estado de México el 28 de junio de 2020. Tenía golpes en sus rodillas y en el tórax, traumatismo craneoencefálico, señales de maltrato infantil y abuso sexual. La “Beba de Neza” —como se le bautizó popularmente ante el desconocimiento de su identidad— tenía apenas unos meses de nacida y nunca fue identificada o reclamada.

Para las niñas y adolescentes de entre 10 y 14 años la violencia fue la tercera causa de muerte, apenas después de las lesiones autoinfligidas, con 122 suicidios, y leucemias (115). 61 niñas de estas edades fueron agredidas hasta la muerte.  

Ana Paola, de 13 años, fue asesinada dentro de su casa en Nogales, Sonora. Su madre había salido a hacer compras al supermercado para cumplir con la orden de permanecer en casa el mayor tiempo posible, pues apenas habían pasado un par de semanas desde que se decretó el confinamiento. En ese lapso alguien entró a su hogar, golpeó, violó y asesinó a la niña. “No la mató el virus, la mató la cultura de la violación machista de este país”, se lee en un mensaje de apoyo para la familia.

Para las adolescentes de 15 a 19 años y las jóvenes de entre 20 y 29 años, las agresiones son la primera causa de muerte. Un total de mil 499 mujeres de entre 15 y 29 años murieron asesinadas durante el confinamiento en 2020. Una vez más, las estadísticas señalan que la principal forma de agredirlas fue con disparos de arma de fuego, estrangulamiento, arma blanca y agresiones no especificadas.

El caso de Jessica, una joven de 21 años, profesora de educación básica, tomó relevancia en septiembre de 2020 por la saña con la que fue asesinada. Había sido reportada como desaparecida hasta que encontraron su cuerpo con señales de violencia extrema: 31 golpes en cabeza, cuello, pecho, abdomen, cadera y muslos. 

Violencia homicida contra mujeres mexicanas en 2020

Estrada explica que las muertes violentas de mujeres son el punto máximo de agresión de una larga cadena que vejaciones que viven las jóvenes en el país: la desaparición, sobre todo en lugares como el Estado de México, Puebla, Veracruz, Jalisco, Guanajuato; las agresiones sexuales dentro de las familias, donde éstas ocurren regularmente, y fuera de los hogares; así como la trata con fines de explotación sexual o laboral. “Son violencias que tienen que ver con el género, con la explotación de los cuerpos”, recalca.

Lo más grave —insiste la activista— es el nivel de saña que se ha incrementado con el paso del tiempo. “¿Por qué no nos indigna encontrar a nuestras niñas con los cuerpos hechos pedazos?” Las madres, los padres, en tres décadas de activismo y acompañamiento suelen decirle: “Por favor, dígame que todo eso se lo hicieron a mi hija después de morir”.

Para las mujeres mayores de 30 a 39 años la violencia pasa a segundo o tercer término. Está por debajo del covid, la diabetes y los infartos, pero sigue estando presente. 883 mujeres de este rango de edad fueron asesinadas en 2020. Lo mismo pasa con las mujeres mayores de 40 años, aunque las muertes naturales están arriba en la estadística de mortalidad, no dejan de estar en riesgo. En total, mil 128 mujeres mayores de 40 años fueron agredidas hasta la muerte.

La deuda histórica con las mujeres

La ola de violencia que aquejó a las mujeres en el primer año de pandemia no varía respecto a años previos. Para ejemplo, el informe Violencia Feminicida en México: Aproximaciones y Tendencias que realizó ONU Mujeres junto con el gobierno mexicano. En este documento se encontró que en 29 años (1990-2019) se acumularon 56 mil 571 homicidios de mujeres, con una dinámica creciente año con año, encontrando sus puntos álgidos en el último año de gobierno de Enrique Peña Nieto, cuando fueron asesinadas 3 mil 752 mujeres, y en el primer año de gobierno de Andrés Manuel López Obrador, cuando se registraron 3 mil 750 defunciones por violencia.

Este análisis encuentra una relación entre la crisis de seguridad pública que se desató en el país a partir de 2007, cuando Felipe Calderón decidió sacar al Ejército a las calles en una lucha contra organizaciones criminales: el 53% de los homicidios contra mujeres en ese periodo de 19 años ocurrieron a partir de la declaratoria de “guerra” del expresidente panista.

Los datos del Inegi muestran que la mayoría de los asesinatos de mujeres en 2020 ocurrieron en los estados donde hay altos niveles de inseguridad: Guanajuato, Estado de México, Chihuahua, Baja California, Michoacán, Jalisco.

Las 10 entidades con mayor número de muertes violentas de mujeres

“La tendencia de las cifras al alza de los homicidios dolosos de las mujeres debe alertar sobre la necesidad de fortalecer las acciones de prevención, pero también muestra la urgencia de que las autoridades investigadoras se den a la tarea de realizar su trabajo con perspectiva de género”, detallan los investigadores. En ese mismo estudio hacen referencia a la sentencia que la Suprema Corte de Justicia de la Nación expuso en 2015, a propósito del caso de Mariana Lima Buendía —asesinada por su pareja, un policía ministerial del Estado de México—, que obliga a la autoridad a investigar la presencia o ausencia de motivos de género que explican la muerte violenta de una mujer.

Esa es la principal deuda del Estado mexicano para con las mujeres. Estrada, autora de la Radiografía del feminicidio en México, es muy crítica con las acciones que se han implementado en los últimos años porque las muertes violentas continúan al alza. “Tenemos que empezar a visibilizar el incumplimiento, a señalar a los omisos para que algo les duela a las autoridades: en tres décadas ninguna autoridad ha dado resultados”.