8M | Las mujeres de Tijuana cuentan la historia que no ha llegado a los libros de texto

Madres con hijos, mujeres de la tercera edad, embarazadas, trans, adultas, jóvenes y niñas alzaron la voz contra la violencia de género este 8M, Día Internacional de las Mujeres, con una marcha en Tijuana, Baja California, para contar la “historia de las mujeres que no ha sido contada en los libros escolares”.

Al grito de “Señor, señora, no sea indiferente, se mata a las mujeres en la cara de la gente” y “Vivas se la llevaron, vivas las queremos”, desde las 14:00 horas se encontraron en el Monumento México, también conocido como “Las Tijeras”, donde realizaron pintas en el lienzo que inauguró la artista plástica Christian Hernández, “Una Christiana”, para dejar claro que ese espacio es suyo y “nadie nos lo va a quitar”.

Adriana Soto fue una de la cientos que se congregaron. Ella llegó a la marcha con su hija menor de edad para exigir a las autoridades mayor protección.

“Tengo hijas y queremos seguridad para ellas y un mundo mejor. (Pedimos) protección de todo tipo para cualquier mujer que la necesite”, declaró a La-Lista.

Y si la señora Adriana Soto se manifestó para evitar que sus hijas padezcan la violencia, hubo quienes, como Beatriz Cepeda, jefa de los prefectos del turno vespertino de la escuela Preparatoria Federal Lázaro Cárdenas (PFLC), fueron en búsqueda de justicia: ella marchó por Diana Gómez Piggeonountt, quien está desaparecida desde el 8 de junio de 2018, cuando tenía 15 años de edad.

“Diana tiene cuatro años y nueve meses desaparecida, ya se juzgó al culpable, pero todavía no sabemos dónde está ella”, mencionó Cepeda.

Según las investigaciones de la Fiscalía General del Estado de Baja California (FGEBC), Diana salió de la escuela para verse Juan Manuel de Mateo Uribe, que se desempeñaba como taxista.

El hombre fue la última persona con la que la menor de edad mantuvo contacto y hasta el momento no ha revelado el paradero de la joven. Juan Manuel fue sentenciado a 56 años y 6 meses de cárcel y una multa de 725 mil 400 pesos por el delito de desaparición forzada cometida por particulares agravada.

Otra de las asistentes fue Dalilah, cuya madre, Nery Rodei Pelayo Ramírez, fue asesinada por su expareja en el Fraccionamiento de Natura el 16 de septiembre de 2019. La joven y su hermano presenciaron el crimen, ella fue quien llamó a las autoridades.

“Mi familia materna me echó la culpa. El feminicida de mi madre se llama José Manuel Lemús Mondragón, exmilitar desertado, ¿qué iba a hacer yo, una niña de 15 años, contra un exmilitar?”, declaró durante la presentación de denuncias en la marcha.

Y acusó que hasta la fecha no ha sido llamada a dar su testimonio ante las autoridades y la última vez que la citaron la amenazaron con trasladarla al DIF. Hasta el momento solo existe una orden de aprehensión por este caso.

“Con el pinche corazón hecho pedazos, cargando a mi madre muerta en la espalda desde 2019, porque yo sé que si yo no hago nada siendo su hija, ¿quién chingados lo va hacer? No quiero que se queden calladas, un cabrón por celos decidió apuñalar a mi madre en el cuello y arrebatarle la vida”, comentó.

No solo los reclamos por la violencia feminicida se hicieron presentes, sino también por la laboral. Key denunció que fue víctima de acoso por parte de su jefe, identificado como Éder, en una empresa que se ubica en el Parque Industrial El Florido.

A él lo corrieron, a ella la llamaron “mentirosa” y la acusaron de “provocar a los hombres”, por lo que renunció y Éder fue recontratado.

“Nunca pensamos que después la gente habla y te sigue viendo como víctima y tienes que actuar como tal porque si te ven saliendo con alguien de la oficina y te ven teniendo novio, entonces tú lo provocaste y fue tu culpa”, lamentó.

“Desde chiquita siempre he sufrido acoso, en la calle y varios lugares (…) Tengo hermanas que son todo para mí. Estuve en Ciudad de México y me tocó ir a marchas feministas ahí y escuché el dolor de muchas madres, de hecho, muchas madres que sus hijas están siendo prostituidas acá en Tijuana, el gobierno lo sabe y están mandando a matarlas”, denunció.

“Incluso ayer, yendo de mi trabajo a mi casa, un tipo iba persiguiéndome y yo no le hacía caso y seguía, para mí es algo del día a día igual que para todas nosotras”, agregó.

Para Key este tipo de movimientos se deben realizar al menos dos veces por semana porque “un día lavan todo, limpian todo y se les olvida, tenemos que estar siempre, espero que se puedan hacer más movimientos aquí en Tijuana y que podamos hacerlo más repetitivo para que de verdad tomen cartas en el asunto”.

La petición hacia las autoridades de ella es la misma; mayor protección e igualdad para las mujeres y respaldo a quienes denuncian los casos de violencia de género. “Para mí sería perfecto que nos escucharan de verdad y nos dieran la seguridad que tanto estamos buscando”, puntualizó la joven.

Una jauría furiosa en Tijuana

“La historia de las mujeres que no ha sido contada en los libros escolares, es la que gritamos hoy, por la que nos vemos en la necesidad de alzar la voz”, resaltó el posicionamiento leído a nombre de las colectivas feministas, mujeres autoconvocadas dentro y fuera del feminismo, sobrevivientes de violencia, madres buscadoras, lesbianas y estudiantes.

En él, el contigente se asumió como producto de la violencia que ha “hecho una jauría furiosa, cansada, migrante y de todas las realidades posibles en la frontera más grande del narcogobierno mexicano y frontera número uno en explotación sexual y trata de mujeres y niñas”.

Las manifestantes reclamaron que en México se desaparecen y matan mujeres por el simple hecho de ser mujeres. Según las cifras del Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública (SESNSP), se perpetraron 68 feminicidios en enero de este año -último periodo disponible-, 10 de ellos en Oaxaca, que encabeza la lista; le siguen el Estado de México y Veracruz, con siete: Ciudad de México y Jalisco, con cuatro; Chihuahua, Hidalgo y Sonora, tres, y en Baja California, dos.

“No se ve la verdadera intención para detener la masacre diaria contra las mujeres, nadie lo ha hecho. Da vergüenza e impotencia nuestro sistema y nuestro estado, donde nos mandan a encapsular en las manifestaciones, que con el pretexto de la seguridad de Tijuana, llenan las calles con hombres uniformados que apuntan con armas e intimidan con su placa y uniforme”, reclamaron en el posicionamiento.

La furia e indignación se convirtió en canto y catarsis al cerrar la marcha en Tijuana por el 8M: entonaron canciones, entre ellas Canción sin miedo de Vivir Quintana y quemaron carteles y fotografías de presuntos agresores.