#JusticiaParaAmairany: quería ser abogada posible víctima de feminicida

Era agosto del 2012, el primer día del mes, cuando Amairany Roblero, una joven alegre y divertida, aficionada al deporte y seguidora de las Chivas, salió de su hogar para tomar un curso propedéutico.

Ese día era miércoles, temprano. Le dijo a su mamá que regresaba más tarde, se despidió de ella y de sus hermanos, como todos los días, y salió de su casa, ubicada en Iztapalapa. Sin embargo, nunca volvió. Días más tarde, tuvieron que reportarla como desaparecida.

Han pasado 12 años desde entonces. Cecilia González no ha dejado de buscar a su hija y de pronto, por las noticias se entera que un hombre asesinó a una joven de 17 años en Iztacalco.

Ese hombre es Miguel; el mismo Miguel que declaró haber visto con vida a Amairany, el mismo Miguel que le llamó el 1 de agosto, el mismo Miguel que le mandaba mensajes, el mismo que aseguró que el día de la desaparición solo fueron a recoger unas fotos al CETIS, el mismo Miguel del que dudó Cecilia.

Hace más de una década, Miguel era el principal sospechoso de su desaparición y ahora estaba en la televisión nacional. Le habían detenido por agredir sexualmente a una menor y asesinarla.        

‘Antes, era muy bonito’

“Antes sí éramos unidos. Me gusta mucho el deporte y a ella también le gustaba. Nos íbamos a correr. Era muy bonito antes, pero ahora (…) mi forma de vivir cambió. Ese lugar vacío que hay, no se repone”, explica el padre de Amairany al recordar a su hija.

A raíz de la desaparición de la joven, la familia se ha deteriorado. Los invade la angustia, porque ella era pura alegría. Cuando había fiesta y mariachi, se ponía a cantar. Le gustaban las rancheras y “relajear” con sus hermanos.

“De repente, se iban al cine o se ponían a ver películas. Como todos, a veces peleaban, pero ella quería mucho a sus hermanos y sus hermanos a ella igual”, comenta su mamá.

Amairany tiene 3 hermanos, son cuatro en total, y eran todos muy cercanos. Ella aprendió lengua de señas para comunicarse con su hermano sordomudo y le gustaba acompañarlo a sus partidos de futbol. El equipo le puso “la mejor goleadora”.

Según platica Cecilia, a la joven “le gustaba la convivencia familiar y quería organizar una fiesta para que se reunieran todos los primos”, porque la mayoría son originarios de Chiapas.

Ella soñaba con estudiar una carrera, conseguir un trabajo y salir a pasear con sus hermanos. Ya nada de eso fue posible.

Revive el dolor

La desaparición de Amairany hizo que “todo se derrumbara”, y ahora 12 años después, el caso del feminicida serial reabre la herida, y reaviva la impotencia, el enojo y la frustración.

Cecilia exige respuestas: ¿Qué tuvo que ver él? Quiero que me informen qué hallaron aquí, saber si hay algo de mi hija. Exijo que me dejen ver los hallazgos. Miguel N siempre ha sido sospechoso, y quiero que la Fiscalía me dé razón.

Ella desconoce el vínculo que existió entre Amairany y Miguel, pero pide a los medios y a las personas no desvirtuar la situación y entender que lo que se necesita es esclarecer quiénes fueron sus víctimas y sancionar cada delito que cometió.

La familia Roblero González le llora a Amairany, en especial uno de sus hermanos, el que vive con discapacidad auditiva.

“Mi hijo nos pregunta constantemente qué está pasando: quiere saber si ya murió. Él ve el caso en la televisión, pero no entiende. Es muy difícil, porque no hay traducción simultánea. Nada más llegamos y empiezan las preguntas. Está muy agobiado. Uno tiene que explicarle para que se tranquilice, porque se altera mucho. Quisiera saberlo todo”, detalla el padre.

Daniel Roblero hace una sola petición a la autoridad, que cumpla con su trabajo. “Uno no puede disponer o decirles qué hacer, ellos saben la situación y deben responder. Queremos que nos hagan saber lo que pasó. Es lo mínimo que pedimos”.

El recuerdo de Amairany es el impulso de ambos padres. La joven soñaba con estudiar derecho, y hacerle frente a las injusticias en este país. “Quería defender a los inocentes”, y por eso ahora su madre la defiende a ella.

Veinte días antes de su desaparición Amairany le dijo a Cecilia: ‘mamá, estoy cumpliendo tus deseos, voy a estudiar. Ya verá cómo le voy a dar el gusto’. Y esa frase no la olvida Cecilia. Cada sueño, cada proyecto y cada plan interrumpido son el motor de su protesta.

Cecilia pelea por su hija, pero a su vez lo hace por María José, y por otras seis mujeres que podrían haber sido víctimas de Miguel N.