Día de las madres 2025 en México: Así es un 10 de mayo siendo mamá migrante y extrañando el hogar
La historia de tres mujeres migrantes que cruzaron más de 3,500 km en busca de oportunidades, y a las que les toca vivir este 10 de Mayo lejos de sus madres.
Yomarlis, Yaneidy y Gabriela son tres mujeres migrantes, originarias de Venezuela, que comparten sus reflexiones sobre ser una madre en tránsito, en el marco del 10 de mayo.
/Alejandro Aguilar
Ser madre y ser migrante no es una labor sencilla, eso cuentan Yomarlis, Yaneidy y Gabriela. Las tres son mujeres venezolanas que dejaron su país en busca del tan aclamado sueño americano, y las tres lo hubieran conseguido, de no ser por el cierre de CBP One, la aplicación para solicitar asilo en Estados Unidos, que suspendió su servicio en cuanto Donald Trump llegó al poder.
Así, las tres quedaron varadas en México, aunque su plan era llegar más al Norte, así que la meta ahora consiste en evaluar la situación y regularizar su estancia en donde se les permita asentarse.
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10 de Mayo en un campamento migrante
Yomarlis piensa quedarse en México. Tiene cuatro hijos y viaja junto a su pareja. Los niños y niñas tienen nombres que empiezan con K: Kayleth, Keylerth, Keyshell y Kaylerth. Todos fueron llamados así para complacer a la abuela, una mujer a la que su hija describe como “de otro planeta”.
Wilmaris, la abuela, tiene tres carreras y actúa con gran ímpetu político pese a su edad. Todos los días habla con Yomarlis, su hija, y le pide que retome sus estudios e inscriba a los menores a la escuela…
Yaneidy sacó a sus hijos de Venezuela porque no existían condiciones para seguir viviendo en su país natal. Tiene 32 años, pero en apenas tres décadas ya experimentó las peores pruebas de su vida. El reto más grande como mamá lo vive todos los días, porque necesita alimentar, vestir y educar a sus hijos en un lugar inestable. No tiene casa, no renta un espacio y el lugar en el que vive apenas tiene la calidad de de temporal.
Su madre, lejos de ella, le provoca un dolor que no puede controlar. Yaneidy jamás se imaginó que 3 mil 500 km de distancia las separarían una de la otra; así, que para simular que no ha pasado nada ambas sotienen videollamadas casi que todos los días. La joven se siente culpable de estar con ella.
Finalmente, Gabriela se aclara la garganta al hablar de su madre. Reconoce que el consejo sobre “pensar las cosas antes de hacerlas” es una de sus máximas y advierte que ella le acompaña aunque no se vean.
Gabriela tiene 7 hijos e hijas. Lo más difícil de ser una madre migrante ha sido verlos llorar de hambre.
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Migrar y ser madre, así se vive
Abandonar su país natal les cobró a las tres mujeres una factura de lágrimas, miedo e incluso desamparo. Entre apenas unas cuantas pertenencias, sin baño y sin paredes fijas, estas madres venezolanas se han visto obligadas a adaptar su estilo de vida mientras esperan una respuesta sobre su situación legal.
El tránsito de un país a otro, en busca de mejores oportunidades, fue el mayor reto y el mayor sacrifico que hicieron como madres de familia. En su país de origen, no podían ejercer su derecho a la salud, a la alimentación, a la vivienda o a la libertad de expresión y por el bien de sus hijos abandonaron su vida tal y como la conocían.
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Este 10 de mayo, Yomarlis, Yaneidy y Gabriela. también recuerdan que la decisión de migrar las privó del cariño de su propia madre, quien espera su regreso a casa cuanto antes, mejor.
El día de la madre, que festeja este fin de semana en Venezuela lo pasan lejos del hogar, pero confían en que su esfuerzo traerá un futuro más brillante para los suyos.