El fin de la era de Trump da un fuerte golpe a populistas de derecha en todo el mundo
De arriba y a la izquierda: Donald Trump, Andrés Manuel López Obrador, Matteo Salvini, Janez Janša, Jair Bolsonaro, Marine Le Pen, Viktor Orbán, and Thierry Baudet. Fotos: Carlos Barria/Henry Romero/Francisco Seco/Stefano Carofei/Nicolad Messyas/Robin Utrecht/Rex/Reuters

Shaun Walker, Tom Phillips y Jon Henley/The Guardian

En tanto la era de Donald Trump se acerca a su fin, muchos líderes mundiales suspiran con alivio. Sin embargo, los espíritus afines en su ideología— los populistas que gobiernan en Brasil, Hungría, Eslovenia y otros lados— más bien respiran agitadamente.

El fin de la presidencia de Trump no necesariamente significa el fin de ellos, pero en sí les arrebata un poderoso factor motivacional y también altera la atmósfera política global que, en años recientes, parecía inclinarse lentamente en su favor, o por lo menos hasta el inicio del coronavirus. El trascendental resultado en las elecciones de EU demuestra que la muy cacareada “ola populista” de los años recientes parece esfumarse.

Es el caso del presidente de Brasil, Jair Bolsonaro, quien no ha reconocido aún la victoria de Joe Biden, para quien la derrota de Trump fue un golpe cercano. “Él realmente apostaba a una victoria de Trump… Bolsonaro sabe que parte de su proyecto depende de Trump”, dijo Guilherme Casarôres, un politólogo de la Fundación Getulio Vargas de Brasil.

Cuando la realidad de un futuro sin. Trump se asentaba el jueves pasado, se cuenta que Bolsonaro buscaba aligerar el momento en el palacio presidencial al decir a sus ministros que ya no le quedaba opción más que arrojar a su gurú en políticas pro Trump, Felipe Martins, por una ventana del tercer piso.

“Estoy convencido de que el presidente Trump ha salvado a un EU conservador y se ha convertido en uno de los mejores presidentes de EU”.

Viktor Orbán

El resultado de la elección representó un golpe al Bolsonarismo, un proyecto de ultraderecha que sigue un modelo cercano al Trumpismo y que ahora perderá algo de brillo. Además, en la arena global, esto significa que Brasil no sólo perdió a un aliado clave, a pesar de que los críticos dicen que esa relación generó pocos resultados tangibles. Da fin a lo que Elian Cantanhêde, un prominente observador político, llamó el “megalómano sueño de opio” de Bolsonaro de liderar una cruzada internacional de la derecha.

Sin Trump, sin plan B

“Sin Trump… ¿quién va a liderar esto? ¿Brasil, Polonia y Hungría?”, dijo Cantanhêde. “La fiesta terminó. De cualquier forma, nadie se tomaba esto en serio y, ya sin Trump, serán solo el hazmerreír”.—
Viktor Orbán, el primer ministro húngaro, a quien el ex estratega de Trump, Steve Bannon, alguna vez llamó el “Trump antes de Trump”, también evidenció su apoyo al candidato por la reelección antes del voto, afirmando que no tenía un plan B en caso de una derrota de Trump

“Estoy convencido de que el presidente Trump ha salvado a un EU conservador y se ha convertido en uno de los mejores presidentes estadounidenses. Le deseamos a él, y a nosotros mismos, un éxito total en esta elección”, dijo Orbán poco antes de la votación.

Diplomacia de ultraderecha

La Casa Blanca de Trump ha dado un apoyo tácito, y a veces abierto, a movimientos y líderes de ultraderecha. Trump envió a un viejo amigo, el  magnate de la joyería David Cornstein, como su embajador en Budapest, en halago a Orbán. En tanto, su embajador en Alemania, Richard Grenell, dijo que planeaba “empoderar” a las fuerzas de derecha en toda Europa, lo que enfureció a sus anfitriones alemanes.

Orbán dijo que su apoyo a Trump se debía en parte a que Hungría estaba harta de que los políticos demócratas quisieran darle lecciones. “No nos gustaba eso y no queríamos ser plato de segunda mesa”, dijo.

Cas Mudde, profesor de asuntos internacionales en la Universidad de Georgia, dijo era este tipo de crítica a lo que sucedería con Biden más que cualquier beneficio político derivado del (apoyo) a Trump en sí, lo que llevaba a los políticos no liberales de Europa a abrazar a Trump.

“Dudo que la mayor parte de los líderes de ultraderecha crean que sus éxitos electorales van a recibir el impacto de la derrota de Trump. Y tampoco eso va a cambiar realmente su acceso a la Casa Blanca, el cual también era limitado con Trump”, afirmó.

Lo que realmente les preocupa es lo que Orbán llamó el ‘imperialismo liberal’; es decir, que EU vuelva a criticar la erosión de la democracia y los abusos de los derechos humanos en el mundo.

AMLO y Trump, parecidos

La mayoría de los líderes populistas esperaron todo lo posible los resultados antes de soltar a regañadientes las felicitaciones para Biden, o simplemente se quedaron callados. Orbán envío sus felicitaciones hasta el domingo, pero las televisoras estatales de Hungría y Polonia siguieron dando vuelo a los reclamos de fraude hechos por Trump y sugirieron que el resultado seguía en el aire.

El presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, conocido como AMLO, declinó felicitar a Biden inmediatamente pues, dijo, prefería esperar hasta que se solucionaran todas las reclamaciones legales. “Queremos ser prudentes”, dijo el sábado López Obrador

Los observadores dicen que hay similitudes en los estilos de ambos líderes, a pesar de que AMLO fue elegido por su plataforma populista de izquierda. Él cuestionó a los medios de EU el lunes por “censurar” la reciente conferencia de Trump al interrumpir la cobertura por los reclamos en falso que profirió.

El primer ministro esloveno, Janez Jansa fue más allá al declarar la elección en favor de. Trump la mañana del miércoles. Jans, quien ha mantenido una relación en Twitter con Trump, escribió que “es muy claro” que Trump se ganó cuatro años más en el puesto. “(Mientras) más retrasos y hechos que los #MSM (medios tradicionales) nieguen, mayor será el triunfo para #POTUS (presidente de los EU)”, escribió.

Desde entonces Jansa ha dicho que Eslovenia seguirá siendo socia de EU aunque ha tuiteado varias veces que el momento del anuncio este lunes de un adelanto en la vacuna contra el coronavirus era sospechoso y que quizá se había mantenido deliberadamente en secreto hasta después de la elección.

En Estonia, donde el partido de ultraderecha EKKRE llegó en coalición al gobierno el año pasado, los comentarios sobre Trump por parte dell líder del partido, Mark Helme, provocaron una crisis política a gran escala. Helme, quien describió a Biden y a su hijo Hunter como “personajes corruptos”, dijo que creía que a fin de cuentas Trump será declarado ganador. “Sucederá como resultado de una inmensa pelea, quizá hasta se derrame sangre, pero la justicia prevalecerá”, afirmó.

La presidenta Kersti Kaljulaid dijo el fin de semana que se sentía “triste y apenada” por los comentarios y sugirió que este ataque al principal aliado de Estonia representaba una amenaza a la seguridad nacional. El lunes, Helme renunció.

Complejidades en la ultraderecha europea

No todos en la extrema derecha europea están dispuestos a sacrificarse por las reclamaciones sin fundamentos de fraude electoral por parte de Trump. Especialmente en los países en que la mayoría de los electores tienden a no creer en el presuntuoso presidente estadounidense.

En Francia, donde acorde a una encuesta preelectoral sólo 14% de los sondeados querían que Trump ganara, Marine Le Pen, quien lidera Agrupación Nacional (ultraderecha), pareció no querer agitar ninguno de los barcos antes de las elecciones presidenciales del próximo año.

Aunque Le Pen saludó la victoria de Trump en 2016 y sugirió tras la elección de la semana pasada que él “está en el lado correcto de la historia”, ha llamado la atención que haya declinado seguir a varios funcionarios de su partido en la reiteración de las falsas acusaciones de la campaña de Trump en torno a un masivo fraude electoral. Ello detonó la especulación de que teme arriesgar la credibilidad en casa al asociarse demasiado con la causa de Trump.

En Países Bajos, Thierry Baudet, líder del Foro por la Democracia (ultraderecha), y su rival, Geert Wilders, del antiislamista Partido por la Libertad, que apoyaron a Trump en la elección, han hecho poco ruido tras la jornada.

“Bolsonaro se parece más a Trump que Le Pen o Salvini. Estos son políticos de la ideología de ultraderecha, muy conectados con la subcultura de ese espectro; Bolsonaro es un conservador que turnó a la ultraderecha, sin conexiones a un partido o subcultura y por lo tanto flexible y sin profundidad ideológica”. Cas Mudde, Universidad de Georgia

En Italia, el líder del partido de la Liga, Matteo Salvini, quien usó una mascarilla de “Trump 2020” antes de las elecciones, ha mantenido el silencio desde la victoria de Trump, si bien reincidió los reclamos de fraude electoral la semana pasada. Giorgia Meloni, su aliada en coalición y lideresa del partido Hermanos de Italia, dijo que Biden podía “agradecer al Covid” por su victoria.

Mudde dijo que Trump, con su retórica de “América Primero”, siempre fue un personaje complicado para gran parte de la ultraderecha europea, sobre todo en países que tienen un fuerte sentimiento hostil hacia EU.

“Bolsonaro se parece más a Trump que Le Pen o Salvini. Estos son políticos de la ideología de ultraderecha, muy conectados con la subcultura de ese espectro; Bolsonaro es un conservador que turnó a la ultraderecha, sin conexiones a un partido o subcultura y por lo tanto flexible y sin profundidad ideológica”, dijo Mudde.

Algunos observadores creen que Bolsonaro se verá forzado a moderar sus políticas tras la derrota de Trump. Muchos esperan que remueva a Ernesto Araújo, su ministro del exterior y admirador de Trump, quien consideraba al presidente de EU como el “salvador” de Occidente.

“El ministro del exterior es inútil en un mundo post Trump”, dijo Oliver Stuenkel, un experto en relaciones internacionales. “Es un ministro de ocasión para admirar y adular a Donald Trump y para propalar ideas trumpistas”.

En Europa, opositores al populismo esperan que el relevo en La Casa Blanca tenga un efecto similar. “El presidente Trump fue bueno para el gobierno de Orbán; el presidente Biden será bueno para Hungría”, Gergely Karácsony, el alcalde opositor de Budapest, escribió en Facebook.

Con información de Angela Giuffrida en Roma y David Agren en Ciudad de México.

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