Es muy difícil mandar ayuda, lamentan haitianos en Tijuana tras el sismo
El Gobierno de Haití reportó 1,941 muertos y casi 10 mil heridos tras el sismo de 7.2, mientras la tormenta Grace complicó el rescate.
El Gobierno de Haití reportó 1,941 muertos y casi 10 mil heridos tras el sismo de 7.2, mientras la tormenta Grace complicó el rescate.
Ni los que se quedaron en la casa ni los que salieron al monte a sacar el ganado se libraron. Todos perdieron, o sus casas o su vida. Siete familiares de Enold Basquin murieron en el temblor de magnitud 7.2 que el 14 de agosto arrasó con el sur de Haití.
Basquin se instaló en Tijuana en 2016, y desde el sábado, se comunica con sus familia por Whatsapp. “Los papás, gracias a Dios, están bien, pero a ellos se les cayó la casa“, explica. Su esposa y sus dos hijos, de 11 y 10 años, también sobrevivieron. “Estamos muy tristes, ni el sábado ni el domingo pudimos comer”, explica, en entrevista telefónica.
El epicentro tuvo lugar a unos 125 kilómetros de la capital, Puerto Príncipe, y afectó sobre todo a la zona sur-sureste de Haití. Eran las 8:30 de la mañana hora local (9:30 de la Ciudad de México) cuando se sintió y hasta la tarde del martes, Protección Civil de Haití contabilizó 1,941 muertos y más de 9,900 heridos.
Las víctimas y destrozos se concentraron en los departamentos de Sur, donde vive la familia de Basquin, Grand’Anse y Nippes, y en dos de la región noroeste. Desde entonces, esas zonas están en estado de emergencia.
El temblor se pudo sentir en toda La Española (la isla de Haití y República Dominicana), Cuba, Jamaica y Puerto Rico, en total, 1.2 millones de personas han sido afectadas, informó UNICEF, incluidos 540,000 niños. El Servicio Geológico de Estados Unidos (USGS, por sus siglas en inglés) explicó que hubo réplicas de magnitud 5 y que puede que haya más en las próximas semanas o meses. Con ello, hay posibilidades de daños adicionales, en especial, en estructuras debilitadas.
“Pusieron una lona en unos espacios vacíos de la casa y duermen ahí, pero el ciclón, el agua, el aire, también afectó”, explica Basquin, en relación a la tormenta tropical Grace que está obstaculizando el rescate. La Oficina Nacional de Administración Oceánica y Atmosférica de EU alertó de los posibles deslaves e inundaciones en Haití y Jamaica a raíz de las fuertes lluvias, que el 17 de agosto causó la tormenta en esos dos países, así como en Cuba, Islas Caimán y el norte de la Península de Yucatán.
Más de 700 edificios colapsaron después del sismo, incluidos hospitales y escuelas; más de 13,690 hogares se destruyeron, y otras más de 13,780 se dañaron. Además, hubo afectaciones significativas en las conexiones. Las autoridades haitianas alertaron a los ciudadanos que no acudieran a las zonas afectadas y evitaran áreas peligrosas como ríos, montañas o la costa.
Mal sabor de 2010
La ONU informó que donó 8 millones de dólares en ayuda humanitaria al país. Pero tres días después del sismo, los equipos humanitarios aún no habían llegado a muchas áreas, en especial, en el departamento de Nippes, por los obstáculos al transporte que implicó la destrucción y daños en las carreteras y puentes. Además, el acceso al sur de la península se complicó porque el territorio está en manos de bandas criminales.
El sismo se produjo a unos 100 kilómetros del epicentro del devastador terremoto de 2010, de magnitud 7, y que se llevó la vida de entre 200,000 y 300,000 personas. Aunque la catástrofe del sábado no ha llegado a esas dimensiones, a muchos les regresa a la memoria el mal sabor de boca que dejó la gestión de la reconstrucción después del sismo de 2010.
“La Comisión Interina de Reparación de Haití, dirigida por Bill Clinton, por cierto, tomó decisiones por los haitianos sin preguntarles o ignorando lo que decían. Eso contribuyó a que más gente muriera en los días y semanas posteriores”, explica a La-Lista la profesora del Departamento de Historia de la Universidad del Estado de California, Alyssa Sepinwall. Sepinwall es experta en Haití. Ha publicado varios libros sobre su historia, el último, “Slave Revolt on Screen: The Haitian Revolution in Film and Video Games” (La revuelta en la pantalla: La revolución de Haití en el cine y videojuegos).
La académica recuerda escándalos como el que destapó la investigación de la organización ProPublica en 2015, sobre el apoyo que dio la Cruz Roja en la reconstrucción del país. El programa “Una mejor vida para mi barrio”, que lanzó la ONG, recaudó casi 500 millones de dólares en donaciones. Entre otros, se tenían que destinar a construir 700 casas, de las cuales, solo se construyeron seis. Propublica descubrió que de cada 10 dólares del presupuesto, cuatro iban al pago de gastos generales, de personal y para retribuir a otras organizaciones con las que colaboraron.
“Cualquier intento de ayuda o reconstrucción tiene que hacerse en colaboración con los haitianos”, recomienda la experta, para evitar que en la reconstrucción de 2021 se repita. “En vez de ir a organizaciones internacionales, el dinero tiene que ir a organizaciones locales que tengan un historial de ayuda a los haitianos”, añade.
Apoyo internacional
Varios países de la región respondieron rápidamente al desastre, como Chile, Argentina o Colombia. México movilizó dos aeronaves de la Fuerza Aérea Mexicana cargados con 15.4 toneladas de medicamentos y víveres para las víctimas, y un segundo envío de víveres, paquetes de higiene personal, mantas, catres, colchonetas, lámparas, y demás artículos.
“Olvídense de las fronteras, necesitamos aplicar el criterio, el principio de la fraternidad universal”, dijo el presidente Andrés Manuel López Obrador, en su conferencia de prensa mañanera del 16 de agosto. “Un pueblo muy pobre con problemas también políticos, acaban de asesinar al presidente y hay una situación de mucha inestabilidad, y les cayó esta otra desgracia”, añadió.
El 7 de julio, el presidente de Haití, Jovenel Moïse, fue asesinado a balazos cuando un grupo de hombres armados irrumpieron en su residencia. Hasta el momento, la policía haitiana ha detenido decenas de personas, entre ellos, 26 colombianos, agentes de seguridad presencial y un empresario haitiano afincado en Florida. “No sé qué ayuda tendrán”, dice Basquin, de 36 años, sobre su familia en Haití. “No hay presidente y todo es todavía más difícil”, añade. Él no puede traerlos a México y apenas les puede mandar ayuda.
Basquin trabaja vendiendo calzado en el tianguis de Tijuana. Forma parte de la comunidad de haitianos que se asentaron en Tijuana en 2016 al ver que los gobiernos de Barack Obama y Donald Trump en EU le cerraban las puertas al asilo. La mayoría se fueron del país caribeño en 2010, tras el devastador sismo.
Según reportes del Colegio de la Frontera Norte, en abril de 2017 había 3,400 extranjeros en Baja California, el 75% de ellos, procedentes de Haití. Nueve de cada 10 llegaban de Brasil, como Basquin, donde estuvieron hasta la crisis económica de 2016, aunque su destino era EU.
“Hasta el momento la Administración Biden ha seguido la política de Trump”, explica Sepinwall, y se refiere no solo a la política migratoria de no aceptar a inmigrantes de Haití sin documentos, sino a la de apoyar al partido en el gobierno, el Partido Haitiano Tèt Kale (PHTK).
La doctora ha sido muy crítica con la intervención de EU y la Organización de Estados Americanos (OEA) en la política interna del país. “En EU hay empresas que hacen lobby para seguir teniendo acceso a lo equivalente a maquiladoras en Haití, y no quieren que el salario mínimo se aumente”, indica, por poner un ejemplo de los intereses que ese país tiene en un país que queda a casi dos horas de vuelo de Florida.
“Ahorita que terminamos con el problema del presidente, ahora viene el temblor y un huracán”, se queja otro haitiano afincado en Tijuana, Wisly Desir. Este profesor en la Facultad de Contaduría y Administración de Empresas en la Universidad Autónoma de Baja California también llegó en 2016 pero en su caso, con una visa de estudiante. Él ha tenido más suerte que su amigo Basquin. No ha perdido patrimonio ni seres queridos, pero igualmente, sigue con tristeza lo que sucede en su país. “Es algo que nos tiene preguntando por qué están pasando tantas cosas en este país”, dice. “A veces no tenemos ni sueño pensando y pensando”, añade.