Fotogalería: La costas de Turquía evidencían la contaminación y el calentamiento global
Las costas de Turquía ponen en evidencia el deterioro del medio ambiente, que podría acrecentarse cada año de no tomar acciones.
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Las costas de Turquía ponen en evidencia el deterioro del medio ambiente, que podría acrecentarse cada año de no tomar acciones.
EFE.- Una espesa capa de espuma y mucílago marino cubre estos días amplias partes de la costa de Estambul y del mar de Mármara. Una sustancia viscosa derivada de microalgas y fitoplancton que reduce el oxígeno disponible en las aguas.
También dificulta la pesca al ensuciar las redes y, por supuesto, ahuyenta a cualquiera que tenga intención de bañarse, aunque la espuma en sí no es tóxica para el ser humano.
“Tóxico no, pero en primer lugar es feo, no debería estar ahí, y en segundo lugar consume oxígeno, lo que sí puede llevar a la muerte de otros organismos”, dice Ahmet Kahraman, presidente del Colegio de Ingenieros Ambientales de Turquía.
El experto teme que el fenómeno ha venido para quedarse, al confluir varios factores, como el aumento de la contaminación del mar de Mármara por aguas fecales debido al crecimiento de la población de Estambul, y las subidas de la temperatura del agua debido al calentamiento global.
“El mucílago se puede convertir en algo estacional. Una vez que hemos empezado a verlo, probablemente el año que viene lo veremos de nuevo, y el próximo también y el próximo. Y cada año será un poco más extendido que ahora”, vaticina Kahraman.
Afortunadamente, algunas zonas de las orillas más afectadas, entre ellas las de varios puertos de yates, han aparecido de nuevo limpias en los últimos días, con apenas unos restos de espuma blanca: allí, el mucílago se ha disuelto de forma natural, sin intervención humana.
Pero esto no debe conducir a bajar la alerta, subraya Kahraman, sino que confirma los resultados de las investigaciones científicas más recientes: si bien no se ve espuma blanca en la superficie, las cantidades del mucílago en las profundidades del mar son aún mucho mayores.
Ahí no molestarán a la población humana, pero su consumo de oxígeno sí puede ser un serio problema para el ecosistema.
La única solución es controlar la contaminación y, si es posible, ralentizar el cambio climático, insisten los biólogos.