Pemex ‘celebra’ la expropiación cada vez más debilitada y endeudada: especialistas
Foto: Pemex.

Este jueves se cumple el aniversario número 83 de la Expropiación Petrolera, pero atrás ha quedado esa empresa emblemática de la soberanía energética y que siempre pagaba sus deudas; en cambio, hoy Petróleos Mexicanos (Pemex) se muestra cada vez más debilitada, endeudada e incapaz de frenar la caída de la producción petrolera.

Y así seguirá bajo la perspectiva actual, la de operar como una oficina de gobierno en lugar de como una empresa energética del Estado, coinciden las especialistas consultadas.

“Pemex llega cada 18 de marzo cada vez más debilitada: en sus negocios, en sus finanzas, en sus cuadros técnicos, en sus capacidades”, señala Guadalupe Campuzano, socia de EnergeA, consultoría especializada en el sector energético.

“(Bajo la lógica del gobierno actual) llega como la orgullosa y soberbia heredera del monopolio petrolero de antaño maltratado por la reforma energética de 2013. Pero la realidad es otra: no puede detener la caída de la producción petrolera, no le alcanza el dinero para desarrollar los proyectos que el gobierno le ha impuesto, pierde capacidad y dinero continuamente desde hace años. Estamos ante el Pemex nini“, apunta la consultora independiente Aurora Pierdant Grunstein.

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El 18 de marzo de 1938, el presidente Lázaro Cárdenas del Río expidió el decreto por el cual se implementó la apropiación legal del petróleo que explotaban 17 compañías extranjeras, para convertirse en propiedad de los mexicanos.

A más de ocho décadas de distancia, el actual gobierno ha inyectado recursos a Pemex, empresa que resultó de aquella expropiación y que actualmente cuenta con una deuda financiera de unos 107,00 millones de dólares. Sin embargo, a pesar de las medidas implementadas para reducir su pesada carga fiscal, la compañía la empresa mantiene finanzas débiles y no logra revertir el declive en su producción de crudo y gas, como destaca el más reciente análisis semestral realizado por la calificadora Moodys.

No hay que caer en la ilusión de mejora, indica Campuzano, cuando esos resultados se deben al tipo de cambio y a la baja en importaciones por la caída en la demanda, y no por aprovechar las oportunidades y enfocarse en negocios ganadores.

¿Qué necesita la empresa para ser relevante y no un lastre? De acuerdo con Pierdant Grunstein, “necesita ser rentable, sustentable, competitiva. No hay más. El bastión político sólo tiene un futuro: una caída estrepitosa que arrastrará al país entero”.

En ese sentido, señala que se ha descuidado su desempeño, la eficiencia operativa, la
rendición de cuentas, la transparencia, el cumplimiento de las leyes ambientales; además de que se acaparan áreas que no se trabajan, no hay planes de negocio congruentes con las mejores prácticas… Y ese camino, agrega, llevará a la muerte de la operadora petrolera, no a su fortalecimiento.

Mientras que la especialista de EnergeA considera que Pemex necesita “aprender a competir, a ser socio, a administrar, a hacer negocios, a ser empresa. No se trata de condicionar el acceso a su capacidad o imponer su marca, se trata de aprender a jugar bajo las reglas y no a pedir que hagan reglas a modo”.

Pemex registró en febrero pasado pérdidas por casi 23,000 millones de dólares durante 2020, cuando enfrentó la “peor crisis de su historia” a raíz de la pandemia del Covid-19, según el propio anuncio de la empresa.

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Su diagnóstico para tener un Pemex fuerte es claro: No podrá serlo bajo las premisas de “fortalecimiento” y de “soberanía energética” de este gobierno, no mientras se busque que siga siendo el principal contribuyente de recursos fiscales a costa de sí misma. “Y estas dos últimas afirmaciones no son nuevas, son la historia de Pemex desde que tengo memoria”.

Y en esto coincide Pierdant Grunstein: no habrá mejora bajo la perspectiva actual, la de arropar políticamente los errores y desviaciones de la empresa, lo que sólo la llevarán a una quiebra que no se podrá ocultar.

“La caída de Pemex será una desgracia cuando México que se vea forzado a recibir
inversiones privadas –nacionales y extranjeras– sin un operador petrolero competitivo,
rentable, sustentable, preparado para la transición energética hacia las energías limpias,
que es tendencia en todo el mundo”.

Moody’s no ve una mejora en la nota de Pemex en el corto plazo, dado el panorama negativo de la calificación soberana mexicana y otros desafíos que enfrenta la empresa productiva del Estado; al contrario, prevé que siga siendo débil en el futuro inmediato, derivado de los bajos precios del petróleo, su propia carga de deuda y la baja inversión.

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