Falta de agua y daños por el sismo del 19-S frenan regreso a clases en escuela de Neza
La secundaria “Dr. Maximiliano Castañeda” no tuvo un regreso a clases presenciales por las deficiencias de su infraestructura.
La secundaria “Dr. Maximiliano Castañeda” no tuvo un regreso a clases presenciales por las deficiencias de su infraestructura.
Este 30 de agosto se llevó a cabo el regreso a clases de miles de niños y niñas, pero en la secundaria “Dr. Maximiliano Ruiz Castañeda” del municipio de Nezahualcóyotl, Estado de México, el ambiente era diferente. El personal docente llegó desde las 7:00 horas al plantel, pero no para recibir a sus alumnos, sino para mostrar a los padres y madres de familia que el retorno a las clases presenciales era imposible.
Una veintena de familiares, agrupados en un semicírculo, escuchó de la boca de la subdirectora que el plantel no tiene suficiente agua para atender a los estudiantes y el edificio principal, que tiene fallas estructurales desde el sismo del 19 de septiembre del 2017, no ha sido reparado por las autoridades.
“Estoy un poco frustrada porque no hay condiciones para el regreso a clases”, dice Diana Castañeda, profesora de Formación Cívica y Ética. “Al fondo están los baños que no tienen puertas, a la escuela no le cae agua, al edificio le han puesto soportes los últimos 15 meses y no podemos terminar”.
En la secundaria “Dr. Maximiliano Ruiz Castañeda” los maestros y las maestras se defienden. Aseveran que no es por falta de interés o compromiso que no hayan reanudado las clases presenciales y su entorno los respalda: el patio de la escuela, donde los estudiantes hacen deporte y toman su recreo, tiene montículos de tierra y grava, material que supuestamente se utilizaría para reparar el edificio principal que consta de tres niveles.
Esta institución debía estar lista para que alrededor de 300 alumnos decidieran si volverían o no a la escuela, pero ante las condiciones que guarda, los jóvenes no pudieron tomar esa determinación. En estos momentos la escasez de agua es la principal preocupación de esta institución educativa, que no abrirá sus puertas hasta que los baños y lavamanos dispongan de este líquido fundamental en la prevención de contagios de Covid-19.
Esto podría tardar hasta dos semanas, estima la profesora Diana, y añade que el espacio educativo también carece de salones con suficiente ventilación y eso les preocupa por la posibilidad de que los estudiantes no utilicen el cubrebocas de manera adecuada.
“Estoy emocionada por volver a la escuela, pero también preocupada por las condiciones en la que nos mandan”, dice la maestra de cívica. “Sí me gustaría reencontrarme con los alumnos, pero las condiciones no son las idóneas, no basta con que nos manden un galón de gel o litros de cloro, necesitamos otras cosas como filtros de aire para los espacios cerrados”.
Las fallas en la secundaria “Dr. Maximiliano Ruiz Castañeda” no son nuevas, y tampoco lo son las peticiones que se han hecho al gobierno municipal para que garantice el suministro de agua y al gobierno federal para que acelere la rehabilitación del edificio principal. Hasta ahora, el personal docente acusa que ningún nivel de gobierno ha respondido.
Las malas condiciones de este inmueble, que datan de hace casi cuatro años, provocaron que los alumnos que estudiaban ahí fueran enviados a otro edificio que servía como sala de reunión para profesores. Hoy en día, el hecho de no tener todas las instalaciones disponibles podría poner en riesgo la sana distancia y por consecuencia la salud de los estudiantes.
Regreso a clases agridulce
Las clases presenciales se retomaron en México luego de 17 meses. Las lecciones en directo se suspendieron el 20 de marzo del 2020 para prevenir casos de Covid-19; sin embargo, el gobierno federal alegó que las escuelas ya debían abrirse de nuevo para evitar el rezago educativo de los estudiantes.
Fue así como el regreso a las aulas se dio este 30 de agosto, aunque tuvo poca emotividad para la profesora Diana, quien salió de su casa en Ixtapaluca a las 05:30 horas, tomó dos combis y un Metro para llegar a las 07:00 horas a la secundaria de Nezahualcóyotl, un viaje que cuesta $50 de ida y vuelta.
Desde que salió de su casa sabía que no iba a ser el día en el que por fin vería a sus alumnos en persona, simplemente se le debía mostrar a los tutores de los estudiantes las condiciones de la escuela y que ellos tomaran su propia decisión. La conclusión fue generalizada entre los docentes, padres y madres de familia: la escuela no puede abrir hasta que cumpla con las medidas sanitarias necesarias.
Sin embargo, Diana coincide con las autoridades y organizaciones sociales respecto a que mantener los espacios educativos cerrados tendrá un efecto negativo en los jóvenes.
La profesora de Cívica relata que durante las clases en línea sus alumnos y alumnas mantenían la cámara apagada y no sabía si le estaban poniendo atención. “Hubo niños que se me quedaban dormidos en la videollamada porque era a las siete u ocho de la mañana”, comenta. “Los chicos sí se atrasaron, fue muy lento el aprendizaje”.
El gobierno federal ha estimado que son 3 millones de niños y niñas quienes desertaron de la escuela por motivos relacionados al Covid-19. Para tratar de evitar esto, la maestra daba un seguimiento particular a cada alumno y se conectaban cuando el estudiante podía hacerlo.
Las medidas para prevenir contagios de coronavirus son otra preocupación para Diana y sus colegas. Si la escuela no cuenta con agua, será imposible mantener desinfectadas las instalaciones. Esta es una de las principales instrucciones de la Secretaría de Salud para que las escuelas abran.
“Nos pudimos esperar un poco más, unas dos o tres semanas para que baje la tercera ola”, opina la profesora. “Si los chicos ahora se contagian van a tener una menor atención por la cantidad de personas que se enferma”.