Los cables: una trampa mortal para todos y una responsabilidad de nadie

Todo sucedió como en cámara lenta. Juan Carlos Lara tenía las manos sobre el manubrio de la moto y la vista hacia el frente. Iba sobre avenida Cuauhtémoc, en la Ciudad de México, a 40 kilómetros por hora y estaba por llegar al Eje 5 Sur. El sol le daba sobre la cara y sólo hasta que estuvo muy cerca vio un cable que colgaba atravesando toda la avenida.

Era 10 de mayo de 2022. Juan Carlos es instructor fitness, tenía a cargo al personal de la red de gimnasios Profesional Fitness y supervisaba condominios en diferentes partes de la ciudad. Ese día le habían avisado de la ausencia de una maestra. Salió con tiempo para suplirla y se dirigió al condominio conocido como Grand Tower, la clase comenzaba a las 4:00 de la tarde.

El cable le golpeó en el torso a la altura de la boca del estómago y el tiempo comenzó a correr diferente. Mil cosas le pasaron por la cabeza. Apretó los frenos por reflejo y bajó la mirada. Pudo ver que el cable subía pegado a su cuerpo. Pensó rápidamente. Soltó las manos de la moto y la dejó ir. Sintió el cable por su cuello y sufrió el último tirón.

Cayó sobre el asfalto y miró al cielo. Estaba en shock, lo que le hacía saber que estaba vivo era la presión sobre el cuello. El aire comenzaba a faltarle y todo se fue a negros.

Juan Carlos pudo escuchar cómo los trabajadores de una obra fueron a auxiliarle. Trataron de sentarlo y eso apretó aún más el cable.

—¡El cable, el cable! —gritaron.

Desenredaron el cable del cuello de Juan Carlos y por fin pudo respirar. Volvió el aire, la vida y los colores. Era hora de reconocer el estado de las cosas.

Su muñeca derecha había perdido su orden, estaba tan torcida que parecía una jerga recién exprimida. Su brazo izquierdo tenía una herida grande, resultado de la fricción con el asfalto y se podían ver los ligamentos. Juan Carlos pensó: ¡Mis piernas! ¡Mis piernas! ¡Tengo que sentir mis piernas!

Vino el alivio cuando las sintió. Lo que también sentía era arder el pecho y el cuello. Uno de los trabajadores le retiró el casco y el aire volvió a entrar, pero el cable seguía ahí. El trabajador lo tomó con las manos y lo aventó. Juan Carlos no pudo con el dolor, sintió que le arrancaban una parte de él. El cable estaba fundido en su piel.

El tráfico permanecía detenido por el accidente y porque el cable colgaba aún más. La unidad del Metrobús llegó hasta el cable, trató de pasar y empujar con su fuerza hasta romperlo, pero no lo logró y sus espejos laterales resultaron afectados. El chofer se bajó de la unidad y voló el cable para avanzar.

Juan Carlos seguía sobre el suelo, sintió cómo lo tomaban de brazos y piernas para llevarlo hacia la banqueta. También alzaron la moto y la dejaron cerca de él.

Llegó una patrulla y llamaron una ambulancia. Los paramédicos atendieron a Juan Carlos. Primero atendieron la herida del brazo izquierdo, dejaron correr el antiséptico y lo tallaron con gasas. Juan Carlos comenzó a gritar, no había sentido dolor como ese en ningún momento de su vida.

Le vendaron la mano y venía la peor parte: el cuello. De nuevo, dejaron correr el antiséptico y el dolor se superó. Ahí dejó de registrar lo que pasaba y cuando le volvió la conciencia, ya estaba sobre la ambulancia.

¿A dónde te traslado?, preguntó el paramédico. Juan Carlos sabía, hasta ese momento, que su trabajo le daba Seguro Social, les proporcionó el número de afiliación y el paramédico le indicó que no estaba en el sistema. Así fue como supo que las prestaciones que le ofrecía el empleo no estaban cubiertas.

Sugirió entonces ir al Hospital General Dr. Manuel Gea González, en Tlalpan, pero el viaje le costaría 10 mil pesos. Juan Carlos pensó en el dinero y supo que no podía pagarlo. Le pidieron 200 o 300 pesos para costear el material, lo bajaron de la ambulancia y se quedó de nuevo en la calle. Llamó a la que era su pareja entonces.

Su pareja se trasladó con el papá de Juan Carlos y se lo llevaron al Hospital de Xoco, en la alcaldía Benito Juárez. Su papá se quedó en el lugar del accidente y registró en fotografía todo lo que pudo sobre los cables que colgaban en la avenida.

Eran las 17:30 horas cuando llegaron al hospital. Las curaciones empezaron de nuevo: el cuello y el brazo; luego de las radiografías, la muñeca estaba fracturada. Entre toda la atención, dieron más de las 11:00 de la noche.

En el Hospital de Xoco le comentaron que no tenían Ministerio Público y que debía trasladarse a la alcaldía Benito Juárez para poner una denuncia, pero nada de eso pasó. Juan Carlos se sentía terrible y decidió irse a casa.

Su destino siguiente sería la casa de su madre. Juan Carlos estaba incapacitado. Sus dos brazos lesionados y la herida del cuello hacía que le doliera hasta pasar un trago de agua. Le recetaron cualquier clase de analgésicos para tratar el dolor y así fue como sobrellevó el accidente.

Juan Carlos se sintió desprotegido desde que supo que su empresa no se hacía responsable de las prestaciones que se suponía lo tenían cubierto. Estaba conmocionado por el accidente y sentía que poco podía hacer. Llamó a Locatel y le indicaron, de nuevo, que debía ir a la alcaldía y ahí solicitar los videos, que guardan sólo 15 días porque luego los “resetean”. Preguntó si podía ir alguien más a interponer la denuncia, le dijeron que no.

No es que Juan Carlos lo dejara pasar, pero no podía con su ser, no podía trasladarse y los analgésicos lo mantenían en un sueño profundo.

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Foto: Cortesía de Juan Carlos Lara

Juan Carlos tenía 32 años cuando sucedió el accidente, el saldo fue una fractura transversal del cúbito –un hueso que se encuentra en el antebrazo–, el desplazamiento de una vértebra cervical, su columna quedó desviada y su hombro izquierdo caído. En resultado al accidente, todo su esqueleto se descuadró. Las heridas del cuello y el brazo van sanando pero son un recordatorio de ese cable colgado, ese cable que parece no ser de nadie.

La rehabilitación ha sido lenta, pero Juan Carlos ha puesto todo de su parte. Ha sopesado su relación laboral con muchos obstáculos y sin que Profesional Fitness se responsabilice de que aquel accidente sucedió en un traslado de trabajo y asuman sus obligaciones. Actualmente la empresa ya cuenta con una demanda.

Todo ha sido más difícil porque para Juan Carlos su medio de trabajo es el cuerpo, desde hace 16 años.

Lo que le sucedió no es historia de una vez. Los cables que cuelgan y caen hacia la vía pública son una constante en cada calle y avenida de la Ciudad de México. En redes sociales se cuentan los accidentes, los cables que se atoran en las cadenas de las bicicletas o en los manubrios de los scooters, personas a las que los cables han tomado por el cuello y han lesionado sin que haya responsables.

Los cables: la trampa mortal sin un responsable

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El sector de telecomunicaciones tuvo acceso a 11 millones de postes de la Comisión Federal de Electricidad en todo el territorio nacional. Foto: Alejandra Del Castillo / La-Lista.

Aquí inicia el cuento de nunca acabar. Si reportas un cable colgando o suelto en la vía pública en la Ciudad de México, lo primero que te preguntarán es si sabes de quién es. Algunas veces los cables tienen información impresa y de difícil lectura para averiguarlo. De manera osada, personal de centros de atención sugerirán subir hasta las cajas de conexión en los postes y así averiguarlo.

Pero, aunque sepas a quién pertenece ese cable que cuelga y que podría ser peligroso, ese no es ni el inicio de la solución.

La-Lista llamó a la Procuraduría Ambiental y del Ordenamiento Territorial (PAOT) de la Ciudad de México y respondieron que no tenían competencia en el asunto de los cables colgados y sueltos.

También se contactó a las 16 alcaldías de la Ciudad de México y la respuesta fue la misma. Las alcaldías canalizan a su Centro de Servicios y Atención Ciudadana (CESAC) o a su área de Protección Civil. Lo primero que preguntan es si se conoce a quién pertenece el cable; si es un cable de luz, la responsabilidad corresponde a la Comisión Federal de Electricidad (CFE) y lo correspondiente sería llamar al 071 para hacer el reporte; si el cable es de fibra óptica y pertenece a una empresa privada, habría que reportarlo con la compañía que provee el servicio de internet.

Lo que pueden prometer las alcaldías es tomar el reporte y ordenar una revisión, sin embargo, no tienen competencia en responsabilizarse de un cable suelto y los peligros que este conlleva. Lo que pueden hacer es enrollar el cable a la mayor altura posible y dejarlo colgado.

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Las mismas personas que se topan con los cables suelen enrollarlos en los postes para que nadie más se tropiece o tenga un accidente. Foto: Alejandra Del Castillo / La-Lista

Al llamar al 071, línea de la CFE, para hacer un reporte, personal indicó que si era un cable de fibra óptica, no les confería la atención.

La-Lista también llamó a Locatel, en una comunicación breve explicaron que el cableado no depende de la infraestructura de la Ciudad de México, por lo cual, no es de su competencia.

La alternativa que ellos proporcionaron fue generar un reporte desde su página. En la solicitud se puede hacer una descripción del problema, aportar datos de la ubicación del cable, se puede colocar un marcador en un mapa y cargar una fotografía. Aunque tampoco es una solución, prometen canalizarlo al área de Protección Civil de las alcaldías, aquí volvemos al punto uno: reportar a la alcaldía no es una solución.

Existe otra ventanilla: la Secretaría de Desarrollo Urbano y Vivienda (Seduvi), pero ahí no hubo respuesta en el número de atención a la ciudadanía. Y en la Secretaría de Gestión Integral de Riesgos y Protección Civil remitieron al *311, que corresponde a Locatel.

En la alcaldía Cuajimalpa sugirieron llamar a los bomberos al 911. En las oficinas administrativas del Heroico Cuerpo de Bomberos dijeron: “No es injerencia de nosotros cuando están colgados, tampoco cuando son de internet”.

La última opción fue llamar al Instituto Federal de Telecomunicaciones (IFT), pero su solución fue acercarse a la autoridad local: las alcaldías.

Las llamadas no concluyeron, La-Lista contactó a las compañías de internet. Izzi –propiedad de Grupo Televisa– y Totalplay –de Grupo Salinas– pidieron un número de contrato aledaño a la zona donde se encuentra el cable colgado para poder generar un registro, ambos servicios dijeron que de no tener un número de contrato por la zona, el sistema no les permitía agendar una visita. Sin embargo, Totalplay prometió enviar una cuadrilla para revisar la zona y, de ser necesario, retirar el cable.

Infinitum de Telmex, por su parte, sugirió enviar un correo con la información del reporte, acompañada de una fotografía. Si el cable resultaba ser de la empresa, se comprometieron a “acomodarlo”.

Un cable colgado puede ser sólo un cable colgado o una trampa mortal. En esta historia nadie parece responsable, excepto la persona que se atora, sufre un accidente y acaba en el hospital, como en la historia de Juan Carlos. Nadie asume su competencia en el tema. Las empresas, por su parte, no se harán responsables a menos que se haga un reporte con la seguridad de que el cable es suyo.

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Las mismas empresas que tienen que instalar cables para brindar sus servicios suelen ser las que los dejan sueltos Foto: Alejandra Del Castillo / La-Lista.

En septiembre de 2022, el diputado de Movimiento Ciudadano Salvador Caro Cabrera propuso una iniciativa de reforma al Artículo 118 de la Ley Federal de Telecomunicaciones y Radiodifusión, en su planteamiento del problema, describe que “los postes y el cableado están en malas condiciones, afectando nuestra integridad física y causando la muerte de varias personas debido a accidentes prevenibles”. La propuesta llama a cumplir los lineamientos, las normas oficiales y la normatividad relacionada con los postes y el cableado, señala: “Siempre deberán asegurarse de que este no entorpezca el tránsito, las vías generales de comunicación o ponga en riesgo la vida e integridad de las personas”.

El documento indica que en 2018, la Comisión Reguladora de Energía concedió a los prestadores de servicios de la industria de telecomunicaciones el acceso a instalaciones y derechos de vía del Sistema Eléctrico Nacional. De esta forma, el sector tuvo acceso a 11 millones de postes de la Comisión Federal de Electricidad en todo el territorio nacional, situación que aumentó con la pandemia y la alta demanda de los servicios de telecomunicaciones.

“Nadie es responsable de los cables legalmente”, declara a La-Lista el diputado Salvador Caro. “Desde nuestro punto de vista, en esta iniciativa la responsabilidad es del concesionario, el concesionario no puede poner en riesgo la vida ni la integridad física de las personas y tampoco puede contaminar el entorno en criterios de vivienda digna”. El legislador añade que el seguimiento debería darlo la Comisión Federal de Electricidad porque gran parte del cableado está sobre la infraestructura de la CFE.

De aprobarse la iniciativa de ley, la responsabilidad recaería en el Instituto Federal de Telecomunicaciones y su personal sería encargado de sancionar a las cableras.

La iniciativa señala que se tendrán 10 días hábiles para realizar las mejoras correspondientes, mientras que para retirar el cableado, tendrán sólo cinco días hábiles. En caso de no cumplir con lo dispuesto, la concesión será revocada. La Comisión de Comunicaciones y Transportes tiene a su cargo dictaminar la propuesta para que pueda ser discutida en el pleno del Congreso.

Un problema en las calles

La historia de Juan Carlos no es la única, en redes sociales se han registrado accidentes o cables que cuelgan y ponen en peligro a las personas que se trasladan.

Gaby Arriaga tuvo un percance cuando se trasladaba en bicicleta.

Los ciudadanos no son ajenos al problema y han empezado a documentarlo. Gustavo Estrella, desde su cuenta de Twitter, tiene registro de lo que pasa en la alcaldía Cuauhtémoc.

Las mismas empresas que tienen que instalar cables para brindar sus servicios son las que los dejan sueltos, los suyos y los de la compentencia, sin que nadie se haga cargo. Un cable colgado a baja altura es un riesgo para las personas y los transportes de gran dimensión. Hans Hatch registró su caso hace unos días:

Lo que menos debe suceder es un accidente con un cable. Pero está sucediendo. Accidentes en motocicletas, bicicletas, scooters, transeúntes y hasta perritos que andan por las calles. Aunque las cableras no permiten reportarlo hasta que haya un incidente, la ciudadanía tiene el tema en la mira.


Comparte la historia de Juan Carlos para crear conciencia y que las autoridades y empresas asuman su responsabilidad sobre los cables.

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