Una familia nativa de EU recuperó un baile sagrado para ‘sanar’ la Tierra del Covid-19
Foto: Eugene Tapahe / Art Heals, Protect the Sacred

Cuando a la ciencia se le terminaron las respuestas, voltearon a lo sagrado. Hace poco más de un año, una familia navajo del estado de Utah, en Estados Unidos, decidió recuperar un baile ceremonial para liberar al mundo del Covid-19.

Mi premisa fue que si podíamos sanar la Tierra, la Tierra sanaría a la gente”, explica a La-Lista el padre de la familia, Eugene Tapahe, y artífice del proyecto, llamado Art Heals: The Jingle Dress Project (El arte sana: El proyecto de los vestidos con cascabeles). 

La ceremonia la celebran cuatro bailarinas, las dos hijas de Eugene y dos amigas de la familia. El vestuario tradicional lleva unos conos de metal colgando de las faldas que con los movimientos de las chicas, chocan y crean el efecto del cascabel. El ritual es originario de la tribu Ojibwe, en el estado de Minnesota, al norte de EU. 

La Nación Navajo, Diné, hoy habita entre los estados de Arizona, Nuevo México y Utah, en un total de casi 72,000 km2 de territorio. Antes de la llegada de los españoles a América, ocupaban la meseta del Colorado, conocida como las Cuatro Esquinas porque abarcaba las esquinas que comparten los estados de Arizona, Nuevo México, Colorado y Utah. Hoy es el pueblo nativo más poblado de Estados Unidos, con casi 173,000 habitantes, según datos del censo de 2010.

El baile nació en 1918, durante la pandemia de la gripe española. Cuenta la leyenda que la hija de una familia Ojibwe cayó enferma. Su papá, una noche, soñó con mujeres ataviadas con vestidos de colores y con conos de metal colgando, emitiendo el sonido de los cascabeles. Los espíritus del sueño le dijeron que tenía que emular el ritual para sanar a su hija. Y así fue. 

Un siglo después, el mundo volvió a entrar en pandemia, por el SARS-CoV-2. La tía de Eugene enfermó de covid y murió sola en un centro de cuidados para adultos. Su familia no pudo despedirla y enterrarla según los rituales de la cultura navaja. “Dos días después, fue cuando tuve ese sueño, el de este proyecto”, explica Eugene.

Estaba sentado sobre un campo en el parque nacional de Yellowstone. Se estaba poniendo el sol cuando de repente, escuchó el sonido de los conos metálicos. Levantó la mirada, y vio a las bailarinas danzando. “Sentí esa paz, esa esperanza. Sentí que empezaba a sanar”, confiesa. 

Durante el 2020, la Nación Navajo fue de las más afectadas por el covid. En mayo, la tasa de infección per cápita llegó a superar a la del que había sido epicentro de contagios en ese país, Nueva York, con 2,304 casos por 100,000 habitantes. Ello evidenció la marginalidad en la que vive el pueblo navajo, con una tasa de pobreza del 40%, tres veces más que el promedio del resto del país, con 14.6%.

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Foto: Eugene Tapahe / Art Heals, Protect the Sacred
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Foto: Eugene Tapahe / Art Heals, Protect the Sacred

Cuatro, el número sagrado

Art Heals nació y se forjó como un proyecto familiar. Eugene contó su sueño a su esposa y a sus hijas, Erin y Dion, el día siguiente y entre todas, decidieron armar una sesión de fotos. Invitaron a Sunni y JoAnni Begay, dos amigas de la familia, para conformar un elenco de cuatro bailarinas.

Cuatro es el número sagrado para la cultura navaja. En su cosmovisión, existen dos tipos de seres: los sagrados y los terrenales. Los primeros pusieron cuatro montañas sagradas en cuatro puntos cardinales diferentes, representados cada uno por cuatro colores: blanco (este), turquesa (sur), amarillo (oeste) y negro (norte). El pueblo también fue originado por cuatro clanes y para enterrar a sus difuntos, los rituales se demoran por cuatro días.

“No sabía qué hacer ni sabía qué quería que hicieran ellas”, explica Eugene, sobre la primera sesión de fotos que hicieron, en junio de 2020. Él es fotógrafo profesional de paisajes así que el retrato le resultaba algo nuevo. Las chicas se prepararon para iniciar el baile, pusieron una canción que un amigo de la familia compuso para la ocasión, y ahí empezó todo. “Mientras lo veía, sentí lo mismo que en el sueño, ¡podía sentirlo! Cuando terminaron, me caían las lágrimas”, dice el fotógrafo, en entrevista por Zoom. “Fue en ese momento que supimos que este proyecto tenía que salir adelante”.

Iniciaron visitando parques naturales. “Fueron las primeras tierras colonizadas porque tenían toda el agua y los recursos que necesitaban para vivir”, explica. Al principio eran ellos solos porque en aquel entonces, aún habían encierros. Además de la sanación y mensaje de esperanza, el proyecto sirve para crear consciencia sobre la existencia de los pueblos nativos en EU y de sus reivindicaciones.

Junto con los vestidos tradicionales con los conos metálicos, las chicas bailan con el pañuelo rojo de la campaña Mujeres Indígenas Asesinadas y Desaparecidas (MMIW, por sus siglas en inglés), que lanzaron dos organizaciones de mujeres nativas para dar visibilidad a las más de 5,712 mujeres indígenas y nativas de Alaska desaparecidas, según datos del Centro de Información de Crimen Nacional, de 2016. “La mayoría de estos asesinatos fueron cometidos por no nativos en tierras de los indígenas”, explican en su sitio web. “Se han convertido en modelos a seguir”, asegura Eugene.

The Jingle Dress Project ha ganado visibilidad en EU. Han viajado por diferentes estados sanando la Tierra, ya han recibido invitaciones para ir a Canadá, Alaska, Hawaii, Nueva Zelanda y Australia, y otros pueblos nativos las han contactado para decirles que también recuperarán sus bailes tradicionales

Cada canción es una oración y durante los bailes, solo pueden tener pensamientos positivos y canalizar su energía hacia la esperanza. Hay quienes viajan desde otros estados cuando se enteran que estarán danzando en algún lugar del país, e incluso, hay los que acuden con las playeras que diseñaron para el proyecto. Pero a pesar del reconocimiento, Eugene, Erin, Dion, Sunni y JoAnni insisten en que lo suyo no es performance. “Es una forma de orar y de estar con la Tierra”, concluye el fotógrafo. 

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Foto: Eugene Tapahe / Art Heals, Protect the Sacred

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