Uruguay, el ‘oasis de democracia’ y oportunidades para decenas de argentinos
Panorámica de la ciudad de Montevideo. Foto: Facebook / VisitUY

En julio, el Centro de Investigación de América Latina y la Global Iniciativa de la Harvard Business School (HBS) anunciaron que mudarían sus oficinas de Buenos Aires a Montevideo, Uruguay, durante la primera mitad del 2022

Llevaban 20 años en Argentina. Pero desde hacía un tiempo, el centro no encontraba talento porque los profesionales altamente cualificados (bilingües o trilingües, con capacidades analíticas y de redacción, etc.) se habían ido del país. 

“Si bien es imposible predecir el futuro, creemos que en la próxima década, la probabilidad de que las tendencias actuales en Argentina continúen superan a la probabilidad de que se reviertan”, explicaron los directivos de los centros, Michael Chu y Fernanda Miguel, en el email interno que mandaron para comunicar la decisión de moverse al país vecino. 

La academia se une a la tendencia de salida de argentinos hacia el otro lado del río de la Plata que inició en 2019. “Al cierre del año (2020), esos pedidos (de residencia) de argentinos cuadruplicaron a los de venezolanos (6,811 contra 1,547), cuando en el último trienio había sido Venezuela quien encabezaba el podio”, escribió en su columna del 13 de enero de este año, en el diario El País de Uruguay la exsenadora y fundadora del International Women’s Forum Argentina, María Eugenia Estenssoro. Los datos los había obtenido el medio de la Cancillería uruguaya y de la Dirección Nacional de Migración. 

Este miércoles 1 de septiembre empieza la reapertura gradual de fronteras en Uruguay. Los primeros que podrán entrar son, precisamente, los propietarios sin residencia y vacunados. Pero entre los que ya se han mudado están casos sonados como el del millonario fundador y CEO de Mercado Libre, Marcos Galperin; tres de los cuatro fundadores del unicornio Globant, Martín Migoya, Martín Umaran y Guibert Englebienne; el presentador de radio Oscar González Oro o la misma Estenssoro.

El interés de los argentinos en el país vecino se explica por la crisis económica del Argentina, su polarización política, el duro encierro por la pandemia que impuso el gobierno de su presidente Alberto Fernández y las facilidades que brindó el gobierno uruguayo para que se mudaran.

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El presidente de Uruguay, Luis Lacalle Pou, saluda a simpatizantes durante un acto de celebración del Día de la Independencia de Uruguay. Foto: EFE / Raúl Martínez

Crisis económica

La pandemia del Covid-19 agravó la crisis económica que venía arrastrando Argentina desde los tiempos del expresidente Mauricio Macri (2015-2019) y la expresidenta Cristina Fernández de Kirchner (2007-2015). Según datos del Banco Mundial para 2020, cuatro de cada 10 ciudadanos se encuentran en situación de pobreza urbana y 5 de cada 10 niños están en situación de pobreza infantil. La inflación alcanzó el 36% a pesar del control de precios y el PIB cayó un 9.9%. El desplome casi se iguala con el que vivió el país en 2002 con la crisis del “corralito”, en la que el PIB se contrajo un 10.9%.

El periódico argentino La Nación, en julio, listaba un mínimo de 10 tipos de cambio que hoy operan en el país: el dólar oficial, el dólar turista, el dólar blue, soja, MEP o bolsa, etc. “Si desde Argentina haces un trabajo para una empresa de otro país o quieres sacar dinero, es un laberinto. Entonces, no puedes participar en este mundo interconectado desde Argentina”, explica Estenssoro.

El presidente argentino, Alberto Fernández, tuvo que mantener y restringir aún más el llamado cepo, el acceso a dólares, para garantizar la pervivencia de reservas de divisas ante el auge de demanda que provocó el inicio de la pandemia. A las restricciones que heredó, como la del cupo de dólares mensuales que se pueden comprar al mes a 200, en 2020 se encareció el tipo de cambio y se grabó un impuesto del 30% a la compra de divisas, entre otras medidas macroeconómicas adoptadas.

Estenssoro también se mudó al Uruguay y ahí se dedica a analizar el sector de la innovación y emprendedores. Ya lo hizo en Argentina y de su estudio, publicó el libro Argentina Innovadora, en 2017. Este sector, el de la tecnología del conocimiento, es el que más le preocupa.

“En otras épocas de crisis, también hubo migraciones”, explica, refiriéndose a los episodios de éxodos masivos que vivió su país, que empezaron en los años 60. “Lo que es nuevo ahora es esa fuga de élites económicas, una pérdida de capital intelectual, de inversiones y de futuro muy grande para el país”, asegura. Y lo que la exsenadora teme es que eso impedirá el salto de Argentina a la economía del conocimiento. Basta con ver, explica, el hecho de que el país no forma parte del Tratado de Cooperación en materia de Patentes, donde están países de la región, como Chile, Brasil, Colombia y Ecuador, pero del que Argentina solo es firmante, mientras que Uruguay no forma parte.

Paraíso uruguayo

No hay que ser genio para darse cuenta de que a 45 minutos o a una hora de distancia no hay inflación, problemas para importar, reglas claras y buen marco jurídico”, explica el empresario José Rodríguez. 

Este argentino dirige la plataforma Uruway para dar un asesoramiento integral a cualquiera que quiera establecerse en Uruguay. La iniciativa nació a raíz del aumento del interés que observaron de ciudadanos de Sudamérica, sobre todo, en abandonar sus países e instalarse ahí. “De cada 10 argentinos que entran a consultar, hay cuatro de Perú y uno de Chile”, calcula. “Es un gran lugar para emprender”, añade.

El presidente de Uruguay, Luis Lacalle Pou, puso en marcha un paquete de medidas para facilitar la llegada de extranjeros (y su dinero) con la intención de aumentar su población de 3.5 millones de habitantes. Algunas de estas, aprobadas durante el año pasado, incluyen beneficios fiscales para quienes se conviertan en residentes fiscales en el país, así como una reducción de los 1.6 millones de dólares a 380,000 de inversión en inmuebles que se requiere para obtener la residencia fiscal, junto con una permanencia de 60 días en el país.

Ello se leyó como la puesta de una alfombra roja para recibir a los argentinos deseosos de irse de su país. Tanto que generó fricciones con la oposición en Uruguay y disparó alertas en Argentina. “Al Uruguay le costó tanto salir de ese mote de paraíso fiscal que volver a caer en eso no es una buena idea”, comentó el presidente Alberto Fernández en una entrevista televisiva de enero de 2020, cuando el plan de Lacalle era apenas una propuesta. El país figuró entre 2009 y 2011 en la “lista gris” de paraísos fiscales de la OCDE.

Hay una confianza en la democracia y en la política, un consenso que hay pocos países en el mundo sin sociedades fragmentadas y polarizadas”, explica Estenssoro, en relación a Uruguay, un país que describe como un “oasis de democracia”. Aparece como el país con menos percepción de corrupción en América Latina, según el índice que elabora Transparencia Internacional para 2020.

Su PIB per cápita, según datos de 2020 del Banco Mundial, fue de 15,438 dólares (en Argentina, de 8,441) y su coeficiente de Gini (el medidor de la desigualdad de ingresos) en 2019 fue de 39.7 (en Argentina, 42.9), según la misma institución. “Pensando en el pueblo latinoamericano, para qué elegir Europa para ir a hacer lo que uno quiere si se puede hacer desde Uruguay”, concluye Rodríguez.

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