Benedicto XVI, el papa que brilló por su escritura pero se eclipsó ante los casos de abuso
Joseph Aloisius Ratzinger nació el 16 de abril de 1927 en Marktl am Inn, en Baviera (Alemania). Foto: EFE

El papa emérito Benedicto XVI, que murió hoy a los 95 años, dejó como legado una inconmensurable colección de escritos, reflexiones teológicas y hasta éxitos editoriales, como en los que ahondó en la figura histórica de Jesús de Nazaret.

Joseph Aloisius Ratzinger nació el 16 de abril de 1927 en Marktl am Inn, en Baviera (Alemania).

En mayo de 1951 fue ordenado sacerdote.

En 1953 obtuvo el doctorado en Teología por la Universidad de Múnich y en 1977 fue nombrado arzobispo y Freising por el papa Pablo VI, y posteriormente cardenal.

En 1981, Juan Pablo II le nombró prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe (antiguo Santo Oficio), puesto en el que es confirmado en 1996 por tiempo indefinido.

Y en el 2002 fue decano del Colegio Cardenalicio. Y en 2005, fue elegido Sumo Pontífice de la Iglesia católica tras la muerte de Juan Pablo II. Accedió al Pontificado como Benedicto XVI y se convirtió en obispo de Roma y séptimo jefe del Estado Vaticano.

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El papa emérito Benedicto XVI. Foto: Giuseppe Giglia/EFE.

El 19 de agosto de 2005 viajó a Alemania en su primera salida fuera de Italia. Visitó la sinagoga de Colonia y condena con dureza el nazismo.

En enero de 2006 publicó la primera de sus tres encíclicas: “Deus caritas est” (Dios es amor).

Además, ese mismo año exigió a Marcial Maciel, fundador de los Legionarios de Cristo, su renuncia “a todo ministerio público” de su actividad sacerdotal por ser investigado por supuestos abusos sexuales a seminaristas.

El 30 de noviembre de 2006, meditó en el “mihrab” de la Mezquita Azul de Estambul, Turquía, y fue el segundo papa que entró en un templo musulmán después de Juan Pablo II.

Para 2008, hizo su primer viaje en Estados Unidos, visitó Washington y Nueva York.

En el año 2009, levantó la excomunión a 4 obispos consagrados por el arzobispo cismático Marcel Lefebvre en 1988.

Fue ese mismo año que en su primer viaje a África se mostró contrario ante el uso de preservativos para combatir el SIDA.

Para el 2010, hizo un viaje pastoral a Reino Unido, fue la primera visita de Estado de un pontífice a ese país desde que en 1534 Enrique VIII repudió la jurisdicción del papa.

En noviembre de ese año, convocó en Roma a todos los miembros del Colegio Cardenalicio para tratar, en una “cumbre” inédita, los casos de sacerdotes pederastas. Es considerado como uno de sus años más difíciles por la aparición de numerosos casos de abusos a menores en el seno de la Iglesia.

El 1 de mayo de 2011, proclamó “beato” a su predecesor Juan Pablo II, en un hecho sin precedentes, ya que en los últimos 10 siglos ningún pontífice lo había hecho.

A principios de 2012, se desató el conocido caso VatiLeaks, después de que parte de su correspondencia fue divulgada por su mayordomo, Paolo Gabriele. Este fue condenado y posteriormente indultado.

El 11 de febrero de 2013 comunicó oficialmente su renuncia y anunció en latín que lo hizo por su “edad avanzada” y por sentir que le faltaba el vigor para seguir en el cargo.

Entre sus libros destaca la trilogía en la que abordó la vida de Cristo a modo de ensayo, desmarcándose de los típicos textos del ministerio petrino: “Jesús de Nazaret” (2007), “Jesús de Nazaret: Desde la entrada en Jerusalén hasta la Resurrección” (2011) y “La infancia de Jesús” (2012).

En estos superventas, varias veces reeditados, resaltó que Cristo fue una realidad y no un mito, un hombre “real”, de carne y hueso, que murió y resucitó.

Y apuntó que Dios no es madre, corrigiendo así al pontífice Juan Pablo I, quien en 1978 sostuvo que el Creador era “padre y madre”.

Exoneró también a los judíos de ser los culpables de que Jesús fuera condenado a muerte, como ya hiciera el concilio Vaticano II, en el que él participó como experto, al sostener que fueron algunos judíos y no el pueblo de Israel quienes pidieron su ejecución al procurador Pilatos.

El último libro de la trilogía es una mirada a la infancia de Jesús, nacido en una época “perfectamente datable y a un lugar geográfico perfectamente indicado” gracias al testimonio preciso de San Lucas: en el año 15 del imperio de Tiberio César.

Estos súper ventas fueron solo una parte de la bibliografía de un papa que redactó tres encíclicas: Deus caritas est (2005); Spe salvi (2007), Caritas in veritate (2009) y dejó encaminada la primera de Francisco, Lumen Fidei” (2013), las tres últimas sobre la esperanza, la caridad y la fe, las virtudes teologales.

En una de sus cuatro exhortaciones puso el acento en una de las regiones en las que el Catolicismo crece en mayor medida, África, y entre otras cuestiones, como la paz, aludió al sida para exigir una respuesta médica a un problema que, reiteró, también es ético.

Cuenta con trece motu proprio y centenares de discursos como papa, algunos tan sonados como el que pronunció en la Universidad de Ratisbona y en el que acudió a las palabras del emperador bizantino Manuel II, que tildaba de “malo e inhumano” el legado de Mahoma y la difusión de la fe con la espada.

El último libro publicado sorprendió a todos y estuvo escrito a cuatro manos ya cuando estaba enfermo mediante cartas enviadas al matemático ateo Piergiorgio Odifreddi y algunos de sus encuentos en el que se reflexiona sobre “Fe y Ciencia”, uno de los temas preferidos de Benedicto XVI .

La muerte del papa emérito Benedicto XVI irrumpió hoy en una plaza de San Pedro abarrotada de fieles y divididos entre quienes lo admiraron como un “gran teólogo” de inconmensurable cultura y quienes lo consideraron algo frío y poco popular.

En definitiva, Joseph Ratzinger, cuyo funeral se celebrará el jueves siguiente, pasará a la historia con esta doble consideración entre sus fieles, la de un papa de inalcanzable altura intelectual pero poco popular en los tiempos que corren.

-Con información de EFE.

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