Avances en el delito de feminicidio, un paso pequeñito

Canción sin miedo, de Vivir Quintana, lo dice bien: Cantamos sin miedo, pedimos justicia. Gritamos por cada desaparecida. Que resuene fuerte “¡nos queremos vivas!”. Que caiga con fuerza el feminicida.

Cada día en México se cometen diez feminicidios diarios. Diez mujeres, hermanas, madres, tías, hijas, hermanas, amigas, se van, no vuelven y no hay justicia. El 8 de marzo (8M) las mujeres salieron a marchar, a gritar, a exigir justicia por las que ya no están, salieron para no olvidar.

Susana Camacho, abogada consultora en Borde Político, lo dice bien después de una entrevista que tuve con ella para hablar sobre la aprobación que hizo la Cámara de Diputados en la noche del 8M para reformas a los códigos Penal Federal y Nacional de Procedimientos Penales en materia del delito de feminicidio, “es significativo que la hayan votado el 8M porque significa que el movimiento feminista está tomando fuerza para decisiones como esta, pero en otros estados esta fuerza no ha tenido impactos”.

Aunque estas reformas son un buen primer paso para homologar las causales del delito, robustece investigaciones y genera penas más fuertes, es un paso muy pequeño frente al gran problema que existe en todo el país. Que con la pandemia se ha agravado más la situación de las mujeres.

Este primer paso no tendrá gran incidencia, pues la aplicación va a nivel federal, delitos que no son perseguidos a ese nivel, sino al local, por lo que se espera que gradualmente los códigos penales estatales se homologuen con el federal, un proceso que no es inmediato.

¿Qué necesitamos para que la impunidad no reine en cada feminicidio? Capacitación, perspectiva de género y el interés por parte de las instituciones para priorizar la atención a las denuncias que se hacen antes de llegar al feminicidio. Sin prevención, sin educación y sin una atención oportuna, estas acciones serán un paso pequeñito ante un gran problema que está enfrente.

La fuerza de las feministas en todas las instancias buscará alargar la zancada para llegar más lejos hasta lograr que ninguna mujer se le arrebate la vida y el que se atreva a hacerlo sepa que no quedará libre. Diría Vivir Quintana, ‘Nos sembraron miedo, nos crecieron alas’.