De qué palabras estamos compuestos desde antes de nacer.
Todas las nuevas tendencias de la neurociencia, bioplasticidad y plasticidad genética confirman que si nosotros cambiamos las respuestas que recibimos a los estímulos de nuestro medio ambiente, somos capaces de transformar y sanar nuestro código genético.
¿Qué quiere decir esto? Que estemos en donde estemos, en un ambiente calmado y propicio o en el espacio más caótico del mundo, nosotros tenemos la capacidad de modificar nuestro medio ambiente más importante: el emocional.
Y las palabras son las que entran aquí a jugar un papel fundamental. Lo que nos decimos, de qué manera nos hablamos, qué tono tienen nuestros pensamientos, las palabras que elegimos para nombrarnos, los rótulos que llevamos pegados en todas partes del cuerpo.
El verbo es veloz.
El pez por la boca muere.
Más vale un palabra a tiempo que cien a destiempo.
En boca cerrada no entran moscas.
Palabras que salen y se escapan antes de que podamos detenerlo.
Veloces, fuera de control, atravesando cualquier barrera.
Del refranero popular a los estudios científicos es claro que aquí hay un gran misterio que debemos comprender.
¡Pregúntate por favor!
¿Qué te han dicho tus padres, familiares, maestros, amigos, hijos, jefes?
¿Cómo te han nombrado sucesivamente?
¿Cuánto de eso has aceptado?
¿Puedes hacer una lista de las tres palabras principales que han usado contigo a lo largo de tu vida?
¿Cuántas de esas se han hecho carne en ti?
¿Cuántas decisiones has tomado basado en esas palabras?
¿Lo has hecho para confirmar esos rótulos o para mostrar totalmente lo contrario?
Hagamos la tarea
Responder estas preguntas es un profundo camino espiritual, es una meditación fundamental para tu vida, es la apertura a una observación profunda de lo que es tu ‘personalidad’, tus ‘características’ y muchas veces tu entera identidad.
Ante la violencia, las crisis de salud mental y emocional, los ataques, matanzas, guerras y caos, vale la pena preguntarse cuáles son las palabras que preceden estos hechos.
De qué palabras estamos compuestos desde antes de nacer.
Las que has creído y asumido como propias y las que dices, gritas, susurras, expresas o muchas veces vomitas a quienes te rodean.
Una palabra dicha malamente deja una huella irreparable en el corazón del otro, un adjetivo oscuro y heredado parte en pedacitos la confianza y el amor propio.
De la misma manera una sola palabra tiene la potencia de cambiar todo nuestro código genético, salir de enfermedades, zafar de los pronósticos, abrirnos la cabeza para que de verdad entre la luz desde la coronilla hasta los pies tocando todas las células.
Comienza por hablarte suave.
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