El hombre de los balones de papel

Como al Negro Fontanarrosa, a Paco Utrera le gusta más el futbol que los libros. Sin embargo, estos últimos se han convertido en parte de su modus vivendi desde hace 28 años.

Una tarde de 1996, en el hotel de concentración del Cruz Azul, Luis Fernando Tena, el técnico cementero, le arrebató de las manos El futbol a sol y sombra, de Eduardo Galeano, y le pidió que se lo vendiera. “El Flaco” se convirtió, sin quererlo, en su primer cliente.

“El Flaco me pedía que le llevara muchos libros. Mi segundo cliente, por así decirlo, fue Raúl Rodrigo Lara, que un día me compró Mi amante el futbol, de Fernando Marcos”, dice Paco, que con su mochila al hombro y sus libros bajo el brazo se ha convertido en un personaje habitual en los hoteles de concentración de los equipos que vistan la Ciudad de México y en los entrenamientos de los clubes capitalinos.

José Francisco Utrera Vega nació en 1952 en la colonia San Rafael de la Ciudad de México y desde niño fue aficionado al futbol. A principios de los 60, cuando se disputaban en el estadio de Ciudad Universitaria (CU) los torneos pentagonales y hexagonales de verano, Paco visitaba las concentraciones para conocer a los jugadores extranjeros que llegaban a México. Su afición lo llevó a convertirse en “alcanzapelotas” en aquellos torneos veraniegos en CU.

“Conocí a jugadores del Santos, del Botafogo, Independiente, San Lorenzo, Partizan”, dice Paco, quien de cada visita regresaba con algún pin, un banderín o billetes y monedas, que todavía colecciona.

Por aquellos años, en la San Rafael se comenzaba a hablar de un muchacho que se convertiría en uno de los últimos ídolos del futbol mexicano: Enrique Borja.

“Enrique vivía en una especia de privada en la calle de Guillermo Prieto y ahí podías verlo rebotando el balón contra la pared y pegándole de cabeza. Después, cuando ya era famoso, puso su tienda de deportes en la colonia”.

Egresado de la Preparatoria 9 de la UNAM y aficionado al Club Universidad, Paco se ha mantenido cerca del futbol, a pesar de ganarse la vida en diferentes empleos.

“Trabajé en muchas empresas, en puestos administrativos, de mercadotecnia, pero siempre me gustaron los libros y comencé a coleccionar de futbol. Libros antiguos, casi nunca nuevos, que encontraba en las librerías de viejo del Centro, de la Lagunilla, de Balderas”.

Poco a poco, Paco Utrera se comenzó a dar a conocer entre jugadores, entrenadores, directivos y periodistas.

“Uno de los que más me compraba era Félix Fernández (exportero del Atlante y autor de dos volúmenes de Guantes blancos y Futbol, entre balones y valores), pero eran más los extranjeros que me pedían que les llevara libros, sobre todo de historia”, dice.

Los delanteros uruguayos Diego Alonso y Sebastián Abreu se convirtieron en sus clientes. Al “Loco” lo frecuentó cuando el charrúa militó en Dorados de Sinaloa, donde también conoció al técnico vasco Juan Manuel Lillo, al que recuerda con gusto.

“Compraba todo lo que le llevaba y se quedaba horas platicando conmigo”, dice emocionado Paco.

En una de esas charlas, Lillo le presentó a uno de los personajes más influyentes del futbol mundial en la última década: Josep Guardiola.

“Fui a ver a Lillo y estaba platicando con Pep: ‘Este va a ser uno de los mejores entrenadores de la historia’, me dijo”.

Zague, Emilio Butragueño, Mario Grana, Alejandro “Pikolín” Palacios y Gerardo Galindo son algunos de los personajes que recuerda con más cariño. Con melancolía y sin resentimientos, también saca a la charla a personajes que nunca le pagaron los libros que se llevaron.

Al igual que Luis Fernando Tena, a Paco Utrera lo conocí en un hotel de concentración hace 20 años. No exagero si digo que en mi biblioteca tengo más de 150 libros que le he comprado, verdaderas joyas como la Historia de la Segunda División Profesional de Ascenso, de Juan Cid y Mullet; un libro sobre la construcción del Estadio Olímpico Universitario o Casa llena, bola roja. La lucha de los peloteros de la Anabe, de Benito Terrazas. Estos tres son ahora propiedad de Juan José Sánchez Bracamontes, un apasionado coleccionista del que ya escribiré en su momento. Entre las curiosidades de mi colección tengo por ahí La pelota y los pelotaris, un libro publicado en Buenos Aires, en 1896, el libro más antiguo de mi biblioteca, además de una biografía del boxeador mexicano Joe Conde, dedicada por el mismo púgil al ex regente Manuel Camacho Solís. También me ha conseguido primeras ediciones de escritores como José Agustín, Luis Zapata o Paco Ignacio Taibo II, algunos de novela negra, revistas, diarios, álbumes de estampas y hasta discos.

Después de tantos años de caminar de la mano por el mundo del futbol y de los libros, de conocer a cientos de jugadores, entrenadores y directivos, a Paco Utrera le queda cumplir un sueño para terminar el propio libro de su vida: conocer el legendario estadio de Maracaná.