Biotecnología para un mundo mejor

Todos los organismos vivos somos en esencia procesos químicos basados en instrucciones genéticas que nos permiten desarrollarnos, reproducirnos y ciertamente funcionar.

Nuestro origen es el ácido desoxirribonucleico (ADN), que contiene las instrucciones genéticas presentes en cada célula, pero que nos diferencia unos con otros según el orden y la cantidad de nucleótidos definidos como adenina (A), guanina (G), citosina (C) y timina (T).

El concepto de biotecnología fue creado por el ingeniero húngaro Karl Ereky, quien en 1919 definió que la biología fusionada con la tecnología podría utilizarse para convertir materias primas en productos útiles. Fue hasta 1970 cuando se volvió una realidad cercana para todos, cuando empresas y centros de investigación desarrollaron diferentes tipos de aplicación de la biotecnología para el desarrollo de campos, entre ellos salud, industria, vegetal, ambiental, animal y alimenticia.

Afortunadamente para todos, la biotecnología ha sido utilizada desde los primeros cerveceros para utilizar cultivos de levadura para producir cerveza, hasta para la creación de tratamientos de enfermedades en donde la comprensión de las mutaciones de los genes del ADN permite entender cómo se propagan y contraen las enfermedades, si es por presencia de proteínas o ausencia de éstas lo que desencadena de manera hereditaria o primaria una enfermedad, y cómo atajarla.

Los mismos principios de implementación de tecnología de Ekery han desarrollado, desde 2017 de la mano de Elon Musk, sistemas informáticos que más allá de analizar las células, permitirán la incrustación de microchips en cráneos de personas para el estudio y tratamiento de desórdenes neuronales, mediante un proceso simbiótico entre el cerebro humano y la inteligencia artificial.

La propuesta de Musk consiste en la incrustación de un chip en el cerebro de un paciente, para que mediante cables aproximadamente 20 veces más delgados que el cabello humano se conecten con mil 024 electrodos para estimular eléctricamente el cerebro y transmitir datos de forma inalámbrica a dispositivos, en donde los médicos puedan estudiar el origen y el comportamiento de las enfermedades neuronales, y eficientar su tratamiento.

Otra aplicación biotecnológica menos de ciencia ficción y mucho más común se está aplicando para el control de la diabetes, una enfermedad que según la Organización Mundial de la Salud (OMS) es la que presenta mayor incidencia en la población mundial, es de las principales causas de muerte y que para el 2030 se prevé que afecte a más de 522 millones de personas.

La Universidad de Carolina del Norte proyecta la creación de células artificiales capaces de liberar insulina cuando detectan elevaciones en el nivel glucémico, que serían introducidas a los pacientes diabéticos a través de inyecciones subcutáneas o con la colocación de parches en la piel. Estas células artificiales suplen la función de las células beta del páncreas.

Para el mismo fin, hoy existen otras formas de control de la enfermedad como el sistema Freestyle de monitorización continuo, así como una bomba de insulina inteligente que introduce dosis de la hormona de forma subcutánea que mediante algoritmos se adaptan a las necesidades de cada paciente. Empresas tecnológicas han lanzado también aplicaciones que permiten que desde dispositivos móviles se pueda supervisar el nivel de glucosa en sangre y mandar los resultados médicos a sistemas de salud para el seguimiento puntual de un paciente.

La tecnología aplicada ha demostrado grandes ventajas para la humanidad en cuanto al acceso a la información y el procesamiento de datos para la toma de decisiones, la compartición de conocimiento sin fronteras, la creación de nuevas formas de desarrollo y evolución humana mediante la estimulación de la creatividad en ecosistemas accesibles a casi toda la población mundial, para beneficio de su crecimiento social y económico.

Bienvenida sea la tecnología en beneficio de todos.